Hola por aquí, les traigo una nueva parte de esta historia. Espero que las personitas que leen esto lo disfruten.
Pueden apoyarme con sus likes y comentarios. Bendiciones :)
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La primera semana de universidad fue de lo más normal. Conocimos a gente nueva, Kate empezó a ser popular en cuestión de días, Sofi y yo preferíamos mantener perfil bajo. Los profesores se fueron presentando y poco a poco me fui acostumbrando a la rutina. Mis clases eran por las mañanas, así que tenía toda la tarde para practicar lo aprendido o para deleitarme con un libro. O simplemente salir con Kate y Sofi, mis locas amigas.
Ya por el tercer mes de estudio, una de nuestras compañeras, Darla, nos invitó a su fiesta de cumpleaños. Irían nuestros compañeros y amigos de ella, así como chicos de nuestra carrera de años más avanzados. Para ese momento Kate, la más amiguera y risueña de nosotras, salía con Daniel, un chico de economía y Sofi, la más tímida, estaba conociéndose con Valentino, un chico de nuestra aula. Yo no estaba conociendo a nadie; si bien no era social como Kate, tampoco era tímida como Sofi, estaba entre las dos y a decir verdad los chicos no eran mi prioridad.
Tenía 17 años, a puertas de cumplir los 18 y nunca había tenido un enamorado. Mis amigas estaban un poco preocupadas; durante la secundaria varios chicos habían intentado acercarse, yo los había ignorado a todos. El único chico con el que me llevaba muy bien, Ángel, se había mudado con su madre a otro país. Manteníamos contacto; sin embargo, no era lo mismo.
Ningún chico hasta el momento había logrado captar mi atención, al menos no cumplían con mis expectativas. Kate decía que era muy exigente, que debería dejar las cosas fluir. Lo intenté una vez y no salió muy bien, el chico en cuestión me tildó de fría y aburrida solo porque no lo dejé besarme. Bueno, prefería ser ello antes que besar a un chico que no había leído a Shakespeare en su vida. Fue la única vez que seguí los consejos de mi amiga al menos en el aspecto amoroso de mi vida.
En fin, el cumpleaños de Darla era el sábado por la noche. Papá no estaba muy feliz con dejarme ir. Era menor de edad y aunque confiaba en mis amigas y en mí, no confiaba en el resto de personas; no estaba tan ansiosa de ir para rogarle, pero Kate logró convencerlo.
Allí estábamos las tres, frente a la atenta mirada de mi padre y mi nani. Kate con un corto vestido negro strappless de falda recta y cintura alta con pedrería en el escote y tacos de infarto; Sofi, con un vestido corto blanco de encaje y sin mangas que cubría su pecho, pero dejaba ver un poco de piel en su espalda y finalmente yo quien usaba un vestido corto rojo acampanado con encaje en las mangas. Me sentía un poco desnuda, no era de las chicas que usaban vestidos o shorts cortos y tampoco escotes. No había tenido elección, Kate se encargó de todo, ella era la experta en moda y maquillaje, así que la dejamos hacer.
Papá frunció el ceño al verme. Me sentía un poco avergonzada.
—Creo que ese vestido es un poquito pequeño para ti, Gia. Tienes 17 años aun y ese vestido muestra demasiado. Creo que deberías cambiarte—comentó.
—Está bien papi, iré por…—empecé.
—No, nadie irá por nada—soltó Kate—. Señor Tavo, Gia ya no es una pequeña, tiene derecho a escoger su vestuario. Además, iremos a una fiesta, no irá en joggers, ¿cierto? Se ve preciosa con este vestido, yo la ayudé a escogerlo y con todo el respeto y cariño que le tengo, usted no sabe nada de moda femenina, así que mejor porque no nos da su bendición y nos lleva a la fiesta.
—Tiene razón hijo, mi niña se ve preciosa. Las tres se ven preciosas—dijo mi nani. Mi padre suspiró con resignación.
—Bien, caminen a la salida. Ya las alcanzo—Kate hizo un pequeño baile de victoria. Sofi y yo rodamos los ojos dirigiéndonos al auto.
—Diviértanse jovencitas y ya saben, usen protección.
—¡Nani! ¿Qué estás diciendo? Si papá te oye le da un infarto.
—Mi niña, algún día vas a enamorarte y por ende querrás tener diversión con tu pareja. Tu padre no podrá evitarlo.
—Bueno nani, no creo que ese día sea hoy. Tampoco estoy interesada en enamorarme.
—Tal vez no es el momento aún, pero ya lo será algún día y si Dios me presta vida talvez hasta vea a tu descendencia—Hice una mueca. Papá apareció en ese momento.