A un beso de distancia

prologo

Pablo Reyes 

"A un beso de distancia"

 

En agradecimiento a las personas que siempre me han acompañado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Prologo

 

“como un copo de nieve”.

 

 

 

La nieve sepultaba los árboles en gruesas capas que se adherían a las hojas como hormigas a la miel, conforme pasaba el tiempo el clima iba empeorando, se hacía más gélido, más difícil de sobrellevar. Sus pisadas apenas podían tocar suelo, sus pies con esfuerzo lograban avanzar en el fango blanquecino. Yev voltio al cielo opaco y gris con las manos temblando aun estando dentro de sus bolsillos, su cabello rubio acumulaba copos conforme caminaba

-debemos apurarnos, no tardaran en detectar nuestros rastro ¿aun puedes continuar? desearía que hubiera alguien conocido o por lo menos un poblador sin miedo, si, con eso me conformo -dijo Yev asegurándose de que Eva le siguiera el paso, la tomo de las manos para ayudarla a salir de una pisada profunda que enterró su bota dentro de la masa gélida -solo un poco más, estamos cercas.

-ya no siento la cara.

Yev se acercó y con sus manos igual de frías, las froto a modo de calentarlas, a penas las podía sentir, unos segundos después sus manos se posaron en las mejillas de Eva

-¿te sientes mejor?

Eva solo acentuó con la cabeza con una sonrisa en los labios, eso para Yev era suficiente.

-ok, ¿ves aquel árbol? -señalo uno con una altura mayor al de los demás -ya te diste cuenta que falta poco, ¿verdad? sé que puedes aguantar, solo un poco mas ¿sí?

Eva con el cuerpo tembloroso le acentuó de nuevo.

-eso es, esa es la Eva que conozco, bueno, continuemos -le sonrió para amarrar la poca confianza que se asomó de repente en sus ojos.

El viento les pegaba duro en la cara, Yev sabía que ya no les quedaba ninguna ración de alimento, ni una pizca al menos para dársela a ella, en realidad estaba haciendo un esfuerzo para mantenerse firme y positiva, pero en el fondo sabía que en cualquier momento Eva se desplomaría...o ella misma, llevaban kilómetros caminando con el clima poniéndose cada vez más en su contra, solo le quedaba pensar en positivo y esperar lo mejor, no podían detenerse, no con los Verus detrás de ellas.

Al subir por una colina Yev volvió la mirada, no había percibido hace rato las pisadas de Eva, se le hizo un nudo en el estómago al verla quieta a unos metros con dos cuchillos violetas amenazándole con sacarle la sangre del cuello, no eran cuchillos físicos, eran cuchillos energéticos, traslucidos, bonitos a la vista pero letales ahora mismo.

-maldita sea -se lo dijo a si misma más que como grito -ok, sé que estas cercas pero ya te dimos todo lo que pediste, el trato era dejarnos ir a cambio de la gota oscura ¿por qué no estas cumpliendo tu parte del trato?

Una risa rasposa se escuchó a lo lejos. Poco se podía ver, la nieve empezaba a entorpecer la vista, a nublarlo todo.

-no, el trato fue que tú te fueras, y que dejarías a la niña ¿creíste que no me daría cuenta?

-está bien, está bien, cometí un error...

Yev se mordió los labios pensando en una salida, pero eran pocas, pensó por un momento en atacar para liberar a Eva y que escapara pero, a duras penas tenia energía para caminar, luchar sería contraproducente. Pensó en negociar, pero sabía que a cualquier trato que llegaran no habría garantía para ella.

Un cuchillo se acercó al cuello de Eva y le hizo una pequeña herida, Eva estaba aterrada.

-¡espera, espera! tengo algo más que te puede interesar -sabía que estaba haciendo un error brutal, un decisión  de la  cual no podría dar marcha atrás, pero quería jugársela, después de todo su hermana pendía de un hilo. 

Tomo su bolso hecho de parches de distintas telas en sus manos, el símbolo de una rosa blanca sobresalía en medio, metió su fría mano y saco lo que parecía un collar de alto valor, dorado, brillante a pesar  de lo crudo del clima, con un dije en forma de una mariposa, Eva frente a ella le negaba con ligeros movimientos que no lo hiciera, que corriera y la dejara.

-co, corre -pronuncio con una voz apenas audible -yo no valgo la pena hermana, falle y merezco esto -luchaba por hacer escuchar su voz maltratada por la intemperie a saber con qué más -tu haz hecho mucho por mí, y veo una vida maravillosa aguardándote, no mereces morir aquí, solo vete.

A Yev se le quebró el corazón al escucharla, no la había escuchado hace años, había olvidado la calidez de su voz, lo armónico que la sentía, con la mano tambaleante se aferró a una decisión apretando el collar entre su puño.




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