Aberrantes

Capítulo 10 - Por favor, cómeme los huevos

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Ambos se alejaron observando el cuerpo de Jeff. Sus pulsaciones se volvieron más leves, por la tanto su corazón comenzaba a relajarse y se encontraba dormido. Sus ojos dejaban de agitarse a través de sus párpados. Lissa liberó un suspiro sin haberse percatado de que había dejado de respirar por unos segundos. No era miedo, se repetía a ella misma, es preocupación. No es lo mismo.

Jay dejó la jeringuilla encima de la mesa con otros artefactos de enfermería. Tantos como bisturí, pinzas y un espejo pequeño. Lissa observó a Jay. Su cabello negro comenzaba a tornarse gris, su piel se volvió más seca de lo que recordaba; un pequeño aro gris cubría sus ojos, debía de tener cataratas y sabía que eso solo ocurría con el pasar de los años.

El tiempo se esfuma en un parpadeo.

Jay giró su cabeza para encontrar la mirada de Lissa. Ella, sin embargo, no había cambiado nada.

—Lissa…—susurró él mientras atravesaba la camilla donde se encontraba su hermano mayor.

—Jay… —Ella hizo lo mismo extendiendo sus brazos.

Ambos se abrazaron. Lissa escondía su cabeza en su cuello. Su olor a uvas continuaba allí. Él siempre había amado las bayas y las uvas siempre eran sus favoritas. Cerró los ojos. Quería recordar ese olor, ese abrazo, sentir el tacto de él una vez más antes de irse. Sabía que debía marcharse. Lo estrujó con más fuerza y él respondió de la misma forma.

A él no le importaba si le hacía perder el aire, quería abrazarla por más tiempo, todo el tiempo que tuvieran.

Por más que le doliera, la liberó y colocó sus manos en su rostro para poder escudriñarla mejor. Era incluso más hermosa.

—Lissa —repitió su nombre. Extrañaba ese sentir en sus labios—, ¿Pero cómo has…? ¿Qué sucedió?

—Es una larga historia —Lissa le sonrió colocando sus manos en las muñecas de Jay—. Sigues siendo igual de divertido, ¿verdad?

Jay rio entre dientes y apartó sus manos. La vio de arriba para abajo. Al menos su estilo de vestimenta cambió un poco para amueblarse a la actualidad. No pensaba que alguien tan feliz e hiperactiva fuera de la clase grunge.

—Creo que sí —Jay se cruzó de brazos—, al menos más divertido que él, te lo aseguro.

Jay agitó su cabeza en dirección a Jeff. Lissa negó con la cabeza.

—Y él sigue siendo difícil de sacar una sonrisa —Lissa se acercó a la mesa de artefactos y tomó la «Cura»—, ¿Cómo pudieron encontrar el antídoto? Creía que yo era la única que no podía

—¿Ser infectada por el miedo? —Jay se acercó a uno de los tantos monitores que los rodeaban—. Si eres la única —Jay comenzó a teclear—, pero tuvimos que ver cada lugar, cada punto de encuentro y ver que robaban. Adivinamos su efecto y como todo en este universo, todo tiene algo que lo destruye. Así que encontramos la cura.

Lissa colocó los ojos como platos. Viendo la pantalla llena de elementos químicos y la tabla periódica marcando algunos elementos con azul y otros con rojo.

—Así que si son impresionantes —Lissa asintió con una sonrisa en su rostro mientras observaba a su alrededor—, y la cochera… ha cambiado, solo un poco.

—¿Desde qué te fuiste? —Preguntó Jay y se levantó de la silla—, sí, pintamos las paredes de blanco.

—Sí, es lo único diferente en casi treinta años. ¿Cómo hiciste para que él fuera rubio en un segundo y caucásico al otro?

—Es un aerosol —Jay colocó ambas manos dentro de los bolsillos de sus pantalones anchos—. Yo lo hice. Capaz de quitarse con el agua. Así tiene una vida normal con su cabello negro…

—Y con cabello rubio es una loca desatada.

Antes de que alguno lograra reírse, Lissa escuchó cómo unos pasos se acercaban a ambos. Si los hermanos se encontraban ante sus ojos, solo quedaba una persona.

Lissa dejó que el aro color celeste la rodeara cambiando su atuendo de grunge a su uniforme anterior. Al principio, Jay quedó pasmado e incluso dio unos pasos atrás al ver cómo una elipse de luz la rodeaba y cómo su cabellera negra suelta volvía ser una cabellera azul con un moño.

Cabello azul.

Recordó cómo Cooper la había descrito esa vez que la había encontrado.

—No —susurró.

Lissa no logró escucharlo, ya que dio media vuelta para ver los peldaños de piedra, una sombra iba bajando, acercándose a ellos.

—¿Ya llegó Lebanon? —Preguntó Cooper mientras rascaba su cabeza. Tenía la cabizbaja—, porque creía que había escuchado el auto rugir y…

Cooper alzó la cabeza y lo primero que vio fue a la niña de azul con un traje de baño de una pieza con mangas largas cubriendo sus brazos. Esos tacones punzantes, tan afilados que podía rajar una garganta en una patada. Jay se encontraba boquiabierto tratando de asimilar todo, mientras que Cooper fruncía el ceño.



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En el texto hay: poderes, peleas, aberrantes

Editado: 24.09.2018

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