Luego de eso, Hiroshi se reúne a solas con Doncaster en la oficina. Como siempre el director tiene los nervios a flor de piel porque los demás miembros del grupo “los cuatro grandes” están tratando de sacarle toda información posible sobre Alex con tal de encarcelarlo o matarlo, aunque sea cual sea el destino, la vida del criminal estará condenada.
Hiroshi entra a la oficina y ve que discute muy acaloradamente con Dekkman al punto de insultarse mutuamente. Se aparta a un lado, donde se encuentran los sofás mientras escucha la incómoda discusión.
Tras oír que Doncaster acaba por cortar la llamada se toma la cabeza y sutilmente deja caer el comunicador al suelo:
—¿Mal momento? —pregunta Hiroshi.
—¿Eres alguna clase de cómico? Presenciaste una discusión. Para nada que es buen momento. —responde agobiado.
—¿Qué te dijo el director Dekkman?
—Lo de siempre. Me regaña por no haber podido detener a Alex y que no soy capaz de mantener buena imagen en el territorio del oeste. Como si el norte estuviera en buen estado. Apenas puede mantener la paz con las fronteras montañosas. Nada es tan simple como parece.
Entre sus pesimistas palabras se encuentra una verdad detrás. Los sucesivos ataques de Alexander despertaron desconfianza dentro de los cuatro grandes con Doncaster. Todos los directores sabían que Alex es hijo del asesino y sobre su historia, pero nunca lo consideraron una amenaza visible como para preocuparse, inclusive era visto de una manera más pequeña, como si se tratase de un niño capricho buscando atención de los demás.
En cierta forma esta afirmación es verdadera pero no de la manera inocente que uno quisiera considerar. Ahora, la credibilidad del director del oeste se tambalea por lo que tiene que empezar a pensar una forma de detener al nuevo grupo enemigo de la orden.
Mira fijamente a Hiroshi y se cruza los brazos mientras espera algo ansioso por noticias algo positivas:
—¿Cómo se encuentran los jóvenes? —pregunta Doncaster.
—Está bien. Increíblemente sanaron bastante rápido. Megumi está mejor de su pierna, aunque la cicatriz no se irá. Kaizer pudo sanar como siempre, a una velocidad impresionante y Lucian tiene dolores en su espalda, pero estará bien en cuestión de días.
—Me sorprende el valor de estos chicos como para enfrentar a los mercenarios ex convictos.
—Si, yo también me sorprendí, pero creo que lo mejor es pensar un castigo para ellos.
—Ponerles límites, es interesante la propuesta. Estoy de acuerdo, a pesar de que no son los mismo desde el principio de año, siguen siendo unos niños y novatos. —exclama el director. —¿Cuál es el reporte? —pregunta. —Por favor, dame buenas noticias.
—Además de que Alex se escapó, de nuevo y que Vorex desapareció con el oso...no hay nada que reportar. —dice Hiroshi.
—¿Seguro? —pregunta el director con la esperanza de que si haya algo. Hace una mueca moviendo su cabeza a un lado.
—Si ¿por qué? —responde Hiroshi.
Doncaster suspira, toma del cajón de su escritorio un pedazo de papel y lo arroja sobre el escritorio un fragmento de lo que el informante de nombre Glover le dejó. Hiroshi da un vistazo y solo lee una frase confusa:
—La verdad...está detrás de la sangre. No...lo entiendo.
—Si, sabía que sería complicado a la primera. Lo que está escrito es solo una parte, una bastante amplia de una verdad.
—¿Una parte? ¿Dónde está el resto? —pregunta Hiroshi.
—Eso no importa ahora.
—Mencionaste una verdad ¿Cuál verdad?
—Una que es inevitable para todos y cada uno de nosotros.
—La sangre...la...familia... ¿a eso te refieres? —pregunta y al ver que Doncaster asiente en silencio pregunta— ¿eso que tiene que ver con nosotros?
—No con ustedes...con ellos...con él.
—Ambos…tanto Alex como él. —añade Hiroshi.
—...—Doncaster guarda silencios y responde. —Quizás...también.
—Hemos luchado todo el año y aun así te cuesta entender que Alex es una gran amenaza para todos aquí. Ya no trabaja solo y eso lo vuelve aún más peligroso.
—Tu no lo entiendes Hiroshi.
—En cierta forma, si lo hago, pero lo único que sé es que de nuevo los chicos estuvieron en peligro y alguien está filtrando información que no debe ser filtrada. Hay un maldito traidor y descubriré quien es.
Lejos de sorprenderse por esa afirmación, Doncaster solo escucha en silencio a su personal más confiable. Cada palabra que sale de la boca de él son puras verdades negadas por una sociedad que lentamente se ha vuelto hipócrita y fría.
Si fuera otra persona la habría mandado al cuerno, pero Hiroshi es leal y tiene pocos pelos en la lengua. Aun así le inquieta demasiado que haya alguien observando y entregando información a los enemigos:
—No hace falta que lo hagas.
—¿Qué cosa?
—Ir por esa persona.
—¿Por qué? No me digas que ya tienes un sospechoso.
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Editado: 07.09.2024