Mi llegada a la Academia podría describirla como inusual, terrorífica pero acogedora con un profesor apuesto, bravucones de ojos brillantes y una compañera albina muy desordenada. Solo el destino sabe que rarezas me encontraría de ahora en adelante, cada día, durante los tres años escolares.
Debo admitir que las camas eran muy cómodas, era eso o quizás el cansancio de la noche pasada. Como sea, toda esa paz fue interrumpida por mi compañera, una pelirroja hiperactiva. Me despertó el irritante sonido de una licuadora a toda potencia que me hacía recordar las veces cuándo mamá madrugaba para ir al trabajo y dejarme preparado el desayuno.
Como buena persona que ama dormir, intenté ignorarlo, apagar mi cerebro y volver a mi preciado sueño pero mientras mas lo intentaba, mas consiente estaba, mas lograba distinguir un olor a fresa combinándose con plátano, leche y otros sabores indistinguibles.
Con mi seño lleno fruncido por la rabia, pero resignada, sintiendo mis ojos pesados por las ojeras, separé de mí las cálidas cobijas. Y me arrime al espaldar de la cama.
Había comenzado a ronronear del estrés, era curioso, ni siquiera sabia en que parte de mi cuerpo se producía el sonido, pero era tan grave como el de un gato y se parecía a la sensación liberadora de cuando bostezas.
- ¡Alice!, son…- miré en mi celular que siempre solía guardar debajo de la almohada, un viejo hábito desde que me lo regalaron.
- ¡Oh!, Katt, que bueno que despertaste ¿Ronronearas cada vez que despiertas?. Porque seria molesto si lo haces a media noche - señalo ella mientras estiraba sus brazos y movía sus caderas circularmente.
Ignoré lo hipócrita de su comentario y le reclame- Son… ¡Las cinco de la mañana!
- Un buen cazador controla su horario de sueño -me explico Alice- estas mejor asi, ahora podremos compartir el batido de proteínas, hecho con la receta especial de los cazadores Whitmore, tendrás energía suficiente para correr por una semana… o al menos eso dice papá- termino de explicar entusiasmada y sirvió dos vasos de la sustancia con textura grumosa y espesa como gelatina.
- Alice…- bostece- De donde sacaste la licuadora? - ella desvió la mirada, ignoro mi pregunta y se acercó hasta mi, me entregó un vaso transparente de tamaño extra grande y se sentó a la orilla de la cama.
- Mis padres nunca me dejaban tomarlo de pequeña y tampoco sabía como hacerlo- magullo con tono nostálgico.
- ¿Tus padres?- señalé con curiosidad- Explícate…
Alice comenzó a tomar la grumosa bebida como si fuera una taza de café y siguió contándome - Hubo muchas cosas que no pude hacer de pequeña. Veras, en mi familia solo los cazadores pueden aprender de este mundo y vivir en él, de hecho es así para la mayoría de familias, por ordenes de "El Consejo" . Si tus hijos no son mitad humano y mitad algo mas, esta prohibido que accedan o conozcan cualquier cosa sobre este mundo. En la mía, solo aquellos que tienen poderes de cazador pueden hacen actividades familiares como ir de caza de criaturas mágicas o entrenar. Por eso, hasta cumplir los 15 años mis padres y hermana mayor siempre me excluían y debía quedarme en casa de la abuela, donde lo único que hacía era jugar con muñecas, comer galletas con chispas de chocolate, y otras cosas aburridas. Ahora que tengo edad y resultó que si soy una cazadora con todas las de la ley, por fin me permitieron leer los libros de la biblioteca, de hecho hicimos un viaje para cazar Wendigos aunque no encontramos ninguno.
- ¿Que son los Wendigos?- interrogue en tono curioso, mostrando mi interés en la conversación.
- Déjame terminar- espeto ella- Bueno como iba diciendo, la Academia empezaba en pocos días, así que no pude leer mucho de la biblioteca, y además no soy de las que les gusta leer y… básicamente esa es mi historia ¡Y aquí estoy! - bufó finalmente con una cara de disgustó.
Después de esa charla informativa sobre la vida de Alice, el resto del día fue relativamente normal, suelo ser de las personas que les molesta salir de su zona de confort y si fuera un internado normal haría todo lo posible para mi expulsión pero aquí es diferente hay una extraña sensación que te invita a quedarte como una pequeña vibración recorriendo cada molécula de tu cuerpo.
El edificio de la dirección tenia un estilo elegante, con madera brillante, lacada y pulida. Mas tarde al llegar a la dirección en el segundo piso, tuvimos que hacer fila, una muy larga fila, era como si todos los nuevos hubieran decidido registrarse ese día y a esa hora.
Luego de 20 minutos esperando, Alice muy inquieta, insistió en que nos fuéramos y que continuaramos mañana, pero yo le reproche que ella me había despertado y para pagármelo debía esperar pacientemente conmigo, ignoro mi reproché y continúo jalándome de la muñeca mientras me resistía, aparentemente con bastante facilidad. En ese momento me di cuenta que era mucho mas fuerte que Alice, lo de mis poderes era muy real. Después de un buen rato forcejeando finalmente se cansó y como no quiso irse sola estuvo obligada a esperar en la aburrida fila conmigo.
Cuando finalmente tocó nuestro turno, Alice la muy traidora me empujo y entro antes que yo, no me enoje porque durante toda la espera Alice paso muy inquieta y después que salió con una cara algo avergonzada, fue mi turno. Entré a un despacho de lo mas común a excepción de las 5 cabezas de lobos que colgaban en la pared. En el escritorio estaba una señora mas arrugada que pasa y de apariencia bastante amigable.
Me explico de las normas básicas en el internado, le presté mucha atención y aprendí sobre todo, aunque algunas cosas eran algo curiosas. Aun así me dio un panfleto que contenía las veintiocho normas principales. Tomó mi huella dactilar, algunas fotos de frente, de perfil, de cuerpo completo y luego me ordeno ponerme de pié, saco unas muy ovaladas piedras negras y me hizo una especie de ritual donde movía las piedras a mi alrededor y con un cántico estilo ópera totalmente desafinado.