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—¿Por qué no me dijiste nada? —se sienta en la cama, sorprendida y confundida —¿Por qué guardar el secreto? ¿Cuando te enteraste? ¿Desde hace cuánto? ¿Estás enfadada? Lo entenderías, tienes motivos de sobra para estarlo.

—Quería que tú lo hicieras —le digo un poco decepcionada.

A pesar de nunca tener la mejor relación madre-hija, siempre he deseado lo mejor para mis padres, después de todo también sufrieron mucho en su tiempo, quiero que encuentren su propia felicidad, una vida más allá del trabajo, de sus empresas. Ya sea conmigo en sus vidas o no.

—Quería hacerlo, pero estaba con tu papá o al así, sabes muy bien como era nuestra relación —pasa su mano por su rostro, aun sin poder creerlo— no sabía cómo reaccionaría ¿Estas enojada? —pregunta preocupada— sé que nunca he sido la mejor mama del mundo, que demuestra preocupación por ti, pero siempre, te juro hija que siempre he estado informada de cada paso que has dado en tu vida.

—Claro que no mamá, estoy feliz por ti, ese día cuando los vi, si me enojé, pero la forma en la que sonreías sobrepasaba cualquier cosa. Jamás te vi así con papa o conmigo —miro mis manos.

—Hija, yo te amo, aunque jamás te lo he demostrado —sus ojos se tornan vidriosos— y no sabes cuando me arrepiento, el no ser una mamá para ti, es el mayor arrepentimiento de mi vida y no sé si algún día pueda recompensar todo ese dolor que cree.

—Yo... siempre me he sentido confundida con respecto a ustedes. Si te amo mama, pero no puedo evitar sentir resentimiento.

—Lo sé —limpia unas lágrimas que salen de sus ojos— ¿Es muy tarde para cambiar eso?

—No, claro que no, mucho menos ahora... —observo a mis bebes— ¿Lo amas? —cambio el tema— ¿Te hace feliz? ¿Es un buen hombre?

—Si, mucho, fuimos novios en la escuela durante un tiempo, pero por diferentes circunstancias tuvimos que separamos y perdimos todo contacto.

—¿Como se volvieron a reencontrar?

—Fue una coincidencia —sonríe, se ve hermosa— mientras estaba de viaje por la compañía, nos reencontramos en el hotel, conversamos hasta ni poder más, cuando regresamos seguirnos viéndonos y nunca más dejamos de hacerlo.

—Me doy cuenta, quiero conocerlo ¿Por qué no le dices que pase?

—Por supuesto —se levanta apresurada.

Tom besa mi frente y toma mi mano, sé que lo hace para darme fuerzas. Veo como mamá se acerca a él muy nerviosa, él le dice algo y luego me mira, se notaba nervioso o tal vez asustado, pero también al caminar hacia acá había seguridad en su mirada, en especial cuando abraza a mama y le susurra algo al oído, luego le sonríe y besa sus labios.

Se acercan a mi cuarto tomados de las manos, es extraño ver eso, en todos los sentidos posibles.

—Hola —dice apenas entra— me llamo Jerry.

—Soy Anni, él es mi esposo Tom y mis hijos, la mayor Ruth y nuestros gemelos Ian y Raquel.

Señalo a cada uno. Tom le da la mano y asiente con la cabeza saludándolo.

—Es un placer conocerlos al fin.

Sonreía feliz, como si se sacara un peso de encima. Tiene un aspecto paternal ¿Tendrá hijos? su vestimenta es de alguien que está de vacaciones, cero formalidad. No es algo malo, solo es extraño junto a mi mama, que siempre esta vestida formal, como ahora, parecen ser dos personas completamente contrarias, pero que encajan muy bien de alguna forma.

—Igualmente, ¿Usted que siente por mi mamá? —pregunto sin rodeos, quiero oírlo de sus propios labios, analizando su tono de voz y su postura corporal.

—Yo amo a tu mamá —asegura— Quiero formar una vida con ella y contigo si me lo permites.

—¿Está casado? —pregunto aun seria— mi mamá aún lo está.

—Viudo —dice nostálgico— mi hermosa y amada esposa ya no está con nosotros.

—Lo lamento —digo relajando mis facciones.

Si perdiera a Tom, todo caería a pedazos, es algo horrible que prefiero no pensar.

—Está bien, Fue hace muchos años —sonríe— pero el tiempo que la tuve conmigo puedo asegurar que fueron felices tanto para ella como conmigo.

—¿Tiene hijos?

—Tres, de veinticinco, veintitrés y diecinueve años. El mayor está casado —dice orgulloso— espero pronto me dé nietos.