Para los protagonistas del mundo del espectáculo es sumamente importante contar con la atención de la prensa, y es algo que va más allá del deseo de reconocimiento, pues esto último está directamente relacionado con el talento, pero el público siempre desea saber más de sus ídolos y es ahí donde encaja el trabajo de los periodistas de farándula.
Sin embargo, y como en toda actividad humana, hay profesionales que se dedican a hacer su trabajo con seriedad y con tanta fidelidad como es posible, mientras que otros se decantan por el sensasionalismo sin tener en cuenta que el contenido de sus historias tenga una base real o siquiera creíble, así como tampoco se preocupan por los posibles daños que pudiesen ocasionar cuando son mentiras manifiestas. Normalmente, cuando sucede esto último, no suele haber consecuencias para el reportero en cuesión, y de hecho hay artistas que basan la popularidad de su carrera en los escándalos más que en sus, en ocasiones, cuestionables dotes artísticas o talento.
No obstante, en el caso de Zora, los reporteros de farándula, y más que ellos, los editores, habían aprendido pronto que publicar inexatcitudes acerca los miembros de aquella banda, era el camino más corto para agenciarse horrorosos y muy costosos problemas judiciales, de modo que antes de enviar a las prensas historias relacionadas con ellos, las mismas eran rápida y minuciosamente analizadas y comprobadas.
Por todo lo antes expuesto, cuando llegó a las diversas redacciones, la casi unánime noticia con relación al posible parentesco de Dàmir Izadik con Dèjan Zazvic, acompañada con las fotografías de ambos individuos, los editores casi renunciaron a hacer ninguna clase de investigación, pues en su opinión, las imágenes hablaban por sí solas. Sin embargo, tratandose de quienes se trataba, el insitinto de conservación cumplió con su función, y todos decidieron asegurarse. La cuestión no se presentaba fácil, porque Dèjan Zazvic se había caracterizado por no conceder entrevistas ni siquiera a los periodistas de los diarios que pertenecían a la CZ, de modo que más allá de saber que era el hijo y heredero de Admir Zazvic, y que se había convertido en el empresario más joven y éxitoso del mundo, no sabían absolutamente nada de su vida personal, y eso incluía el hecho de no saber si alguna vez había contraído matrimonio; pero al llegar a este punto, aquellos que estaban más interesados en la verdad que en vender diarios, muy pocos por cierto, se plantearon el hecho de que la edad de Dèjan hacía imposible que fuese el padre del chico, de modo que enfilaron sus baterías hacia el resto de los Zazvic comenzando por Admir, quien había sido mucho menos obsesivo que su hijo con la prensa y había concedido entrevistas por distintos motivos. Incluyeron en la investigación a las hijas de Admir, pues siendo que no tenía más hijos varones, si Dàmir no era algún hijo oculto de Admir, y cabe destacar que el nombre del cantante llamó la atención de los investigadores por el parecido, consideraron que podía tratarse entonces de alguna indiscreción de alguna de las Zazvic.
Todo este frenético trabajo había comenzado a llevarse a cabo en cuanto recibieron las fotografías y las impresiones de los reporteros que cubrían el evento de la Fundación, pero fueron súbitamente suspendidos cuando llegó la impactante noticia del atentado.
Si bien la noticia del atentado había desviado la atención de todos, y se apresuraron a dar la noticia de la muerte de Dàmir, una vez que se supo que no lo estaba, y ante la imposibilidad de acceder a ningún miembro de la banda, ni a su RA para que dijese algo, retomaron la historia que había quedado suspendida. Como ahora contaban con más tiempo, dedicaron una gran cantidad de esfuerzo y recursos en aquella investigación, pero si bien algunos lo vieron como inútil, y otros como muy arriesgado conociendo como conocían los peligros de molestar a Dèjan, hubo una, Lena Seilern, periodista de un diario austríaco que cubría una fuente diferente, ya que se trataba de una reportera que escribía artículos relacionados con la política, decidió que allí había una historia interesante, y como ella ejercía el periodismo, porque le apasionaba y no porque lo necesitase, decidió ignorar todo lo que sus colegas habían dicho o pensado, iniciando una investigación desde cero. Su editor montó en cólera cuando ella desapareció sin aviso después de negarse a cubrir un evento que se le había asignado, de modo que le envió su carta de despido, misma que nunca le sería constestada, así como Lena tampoco se presentaría a retirar el cheque por la paga pendiente; aunque aquello extrañó al editor, pronto se olvidó de eso, pero no estaba al cabo de saber los muchos problemas que iba a repotarle aquella desquiciada muchachita.
Lena cubría la fuente del diario antes mencionada en Inglaterrra por dos motivos diferentes; el primero, porque hablaba el idioma a la perfección, y el segundo, porque conocía aquel país como la palma de su mano, pues había vivido y crecido en él, al cuidado de su abuelo debido a que sus padres habían fallecido en un accidente aéreo cuando ella estaba muy pequeña, de modo que a los seis años, dejó su natal Austria para irse a vivir a Gales con su abuelo Adolf Van Buren. El señor Van Buren era un historiador y catedrático muy respetado, que inculcó en su nieta el amor por la historia y las técnicas de investigación, de manera que Lena se aplicó a la presente teniendo en mente todas las enseñanzas de su abuelo, y con suma discreción, después de haber leído todo cuanto había podido acerca de los Zazvic y los Besevic, cerró sus cuadernos, los metió en una mochila y se montó en un avión rumbo a Serbia. La intención de Lena no era corroborar lo que ya sabía con relación a los Zazvic, sino averiguar lo que no sabía o las partes oscuras de la historia de aquella familia.
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Editado: 22.04.2022