Imran y Maggi no pudieron disfrutar ni siquiera de quince días de luna de miel, porque en primer lugar debían asistir a la cena de compromiso de Dèjan y Jesse, pero si bien podrían haberse excusado y la pareja lo habría entendido, tenían que volver igual, pues un par de días después de lo anterior, se iniciaba la gira promocional del nuevo álbum.
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Admir se había negado a asistir al evento, y cuando Drasko fracasó en la labor de convencerlo, se fue derecho a hablar con su otro abuelo.
Vladimir guardó silencio por un tiempo casi tan largo como el que le tomó a Drasko terminarse el cigarrillo.
Dicho esto, le dio la espalda y caminó hacia la puerta, pero antes de salir, se giró un poco.
Después de eso sí se marchó, de manera que no vio la muy extraña sonrisa que había aparecido en los labios de Vladimir.
Drasko, al igual que Dèjan y Dàmir, había heredado de su bisabuelo, Izmir Zazvic, la manía por el orden, pero ninguno de los tres calificaba en la psicopatología del trastorno obsesivo compulsivo, como había sido el caso de Izmir, y quien más se acercaba a ello era Dàmir, cuya manía por el orden extremo se parecía mucho a la del mencionado individuo. Algunos estudios, no confirmados, aseguran que los sujetos que padecen de esta condición, tienen una inteligencia superior a la media, ya que este desorden está asociado a patrones de pensamiento muy complejos, pero cierto o no, comprobado o no, sin duda al menos estos tres individuos exhibían la mencionada inteligencia cada uno en el ámbito en el que llevaban a cabo sus actividades, algo que había quedado ampliamente demostrado con el enorme éxito que habían alcanzado antes de cumplir veinticinco años.
En el caso de Drasko, su tendencia era la de acumular información y se había dedicado a almacenar mucha con relación a sus parientes y allegados, misma que estaba ordenadamente archivada en su mente o en lugares más a propósito, de manera que sabiendo como sabía, que lo que le había dicho a Vladimir era cierto de principio a fin, le extrañó poco ver aparece a Admir en la recepción, aunque su aspecto no era precisamente el de estar allí por gusto como en efecto no era.
Lena pensó que no iba a contestarle, porque él dejó de mirar lo que fuese que miraba y clavó sus grises ojos en ella.
Lena aun no había llegado a una conclusión en ningún sentido con respecto a Drasko. Desde que se habían conocido, él había estado llamándola, invitándola a diversos lugares como fiestas, inauguraciones y ahora eventos familiares; se portaba en forma caballerosa, le enviaba flores al día siguiente de cualquier salida, pero no había expresado ningún interés romántico, de modo que la chica estaba confundida por decir lo menos. Lena no era ciega, y si bien no habría calificado a Drasko de bello, sin duda tenía un poderoso atractivo que radicaba en la masculinidad que se le salía por todas partes, de modo que sí, se sentía atraída, pero también sentía cierto temor, pues había algo en aquellos fríos ojos grises, que gritaba fuerte y claro que el dueño de los mismos era peligroso en letras grandes y luminosas.
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Editado: 22.04.2022