Los días sin la presencia de mi padre eran sin duda difíciles para mí y solo la única forma de poder combatir su ausencia era con el piano mientras tocaba sonata de claro de luna que tanto me había enseñado desde los inicios de mi infancia. Cuando vio que podía tener talento de en la cosa que más lo hacía feliz y como veía su sonrisa tan estremecedora que seguí intentándolo una y otra vez hasta hacerlo tan perfecto como él.
Candy estaba conmigo, viendo con una media sonrisa y lágrimas en sus ojos mientras seguía tocando aquella apacible melodía que se volvía extraña y sombría recordando mis más desesperadas pesadillas, hasta que termine turbia cuando vi de nuevo a ese tipo en mi casa.
Esta vez bajaba la escalera y su torso estaba desnudo lo que me dejo helada al ver lo pálido que lucía y como brillaba bajo la luz encandécete de las lámparas flotantes, su cabello estaba hacia atrás dándole un aire hermoso y maduro pero lleno del más fino terror que cualquiera podía contemplar y eso le gustaba, olía mi miedo y lo atraía de cierta manera.
Mis dedos se detienen soltando una nota baja que desaparece a medida que él se acerca mientras aplaude lo que había hecho.
eso fue impresionante, ni los grandes músicos se podrían comparar antes tu maravilloso talento, querida mía-aquel tono era tan pausado y elegante que el parecía no pertenecer a este mundo por aquella forma caballerosa de articular cada palabra.
no soy tu querida ¿y qué haces aquí en esas fachas?-le exigí saber. Cobre fuerzas de donde no las tenía y me levante para enfrentarle pero solo era una chiquilla ante él.
tranquila Heaven-se hozo a tocar mi pelo pero le di un manotazo fuerte, la señora Candy se levantó asustada por mi actitud-está bien, no te tocare, hija mía. Sé que estas todavía destrozada por la muerte de tu padre, mi gran amigo-y fingió un sollozo lleno de burla.
-eres un cretino-grite furiosa-lárgate, vete de mi casa-dije golpee su pecho que era duro y frio como el acero, mis brazos me dolieron pero aquella rabia que sentía por dentro fue lo suficiente como para que apenas fuera leve.
-tranquilízate pequeña ¡oh! ¡Mi pobre niña!-y tomo mis brazos con fuerza deteniendo mi circulación enseguida y me abrazo encontrar de mi voluntad. quería salir de ese agarre pero era fuerte y me dolía mis movimientos.
-¿que está sucediendo?-exigió saber mi querida madre bajando con una ligera bata transparente y sin ninguna gota de maquilla.
Lilia tenía un ligero aire, lucia menos tensa y feliz de cierta manera pero al vernos de aquella forma solo frunció su ceño y poco sus manos en aquellas enorme caderas que estaba acompañas con una cintura diminuta sin tener ni un gramo de grasa.
Alexander me soltó y caí al suelo súbitamente. Se acercó a mi madre y rodeo toda su gran cadera y le dio un beso en la mejilla sin disimular sus caricias en mi presencia.
-nada querida, solo trataba de consolar a Heaven, pobrecilla, esta triste por la muerte de Alberto, es una pena que ese gran hombre halla fallecido-y acaricio su rostro.
-suéltala-grite lanzando un jarrón a su dirección que estallo frente a sus pies.
Mamá furiosa camino a mi dirección y sin decir palabra alguna me abofeteo tan fuerte que mi rostro cabio de dirección y mi carne palpitaba enrojecida.
-¿qué comportamiento es este?-gritó con un tono severo.
Candy corrió hacia mí y me rodeo con sus brazos
Mamá solo continuó-no permitiré que actúes de esa forma y mucho menos contra de Alexander. ¿Me escuchaste? eres una niñita malcriada-termino diciendo.
-y tu una puta-gruñí sin darme cuenta de la fuera de mis palabras y fue en ese instante que todos quedamos callados por la crueldad que había dicho.
Mamá dio dos pasos hacia atrás y coloco en sus labios carnosos aquel dedo perfectamente hermoso. Atónita de pronto vi que Alexander solo sonreí, gozaba con saber que había irrespetado a mi madre pero solo cambio su expresión cuando ella se dio la vuelta y corrió hacia sus brazos como una niña pequeña en busca de protección.
-lo. Siento-era verdad, la amargura me había hecho actuar de esa manera-mamá-mi voz era apenas un hilo muy fino.
-mejor subamos cariño-Candy me dijo al subir a mi habitación que era la más grande de esta casa.
Nuestro hogar era un lugar completamente mágico y lleno de fantasía. Al principio este lugar perteneció a una familia real o eso me contaba mi papá por eso tenía ese aspecto de salir de un cuento de hadas con el inmenso jardín cubierto de grandes rosales y hortensias por todos lados. La pequeña terraza que se encontraba debajo de la piscina y los ventanales estaban todos cubiertos de flores y que se enredaban de las ramas cubiertas de follajes verdes que se arraigaba en las paredes.
¡Alicia y el país de las maravillas!
Una vez mi padre hizo esa comparación y desde entonces mando a que cada árbol tuviera la forma de la reina de corazones o el sombrerero loco. Pero sobretodo había no enrome que tenía mal conejo con el reloj y el gato de la sonrisa perturbadora.