Addicted To His Kisses

¿Fiesta?

JULIA

¿Pero qué me ha pasado? ¿Por qué le he seguido el beso? Me siento una completa inútil, me ha dicho que era su juego favorito y aún así he dejado que me besara. No podía decirle que sí a lo de salir a dar un paseo, no quiero volver a sentir lo mismo que sentía con Jorge, me niego. No sé qué me pasa con ese chico, pero algo ha cambiado dentro de mí y he vuelto a ser por unos minutos la Julia de hace un año.

Voy a clase y cojo mi mochila, no hay nadie así salgo del instituto y empiezo a caminar hacia mi casa lo más rápido que puedo, no quiero encontrarme a Laura ni a ninguna de mis amigas por la calle.

Llego a casa y tiro las cosas en el sillón pequeño, para seguidamente estirarme en el sofá con la cabeza en los cojines y con el móvil en la mano, el cual uso dos segundos más tarde para llamar a mi padre. Busco su contacto y lo llamo, a los tres pitidos contesta.

—¿Hola? —pregunta extrañado.

—Papá, soy yo, ¿no me tienes agregada? —digo seca. 

—Ah, hola cariño, ¿cómo va? —dice evadiendo mi pregunta.

Resoplo sonoramente, separándome el teléfono de la oreja por un momento.

—¿Cuándo vuelves? —digo decepcionada.

—Lo siento hija, esta vez tardaré más tiempo en llegar, me han ofrecido trabajo permanente aquí. Llegaré el mes que viene cielo —dice dulce.

—De acuerdo papá, que te vaya bien —digo borde y cuelgo dejándolo con la palabra en la boca.

Otra vez sola. Subo arriba y dejo todas las cosas preparadas para la mañana siguiente. Me pongo el pijama, bajo y me quedo en el sofá comiendo un bocadillo que previamente había preparado. Me pongo a mirar mis redes sociales cuando en la pantalla sale el nombre de Alejandra, una de mis mejores amigas aparte de Laura. Descuelgo y me pongo en móvil en la oreja.


—Tía, ¿te vienes esta noche de fiesta con unos amigos? —dice contenta.

—Hola a ti también, sí, me ha ido muy bien el día gracias por preguntar —digo soltando una leve risa.

—Sí sí, eso. ¿Vienes? —dice riendo.

—No estoy de humor Ale —digo suspirando. 

—Venga, hay chicos muy monos tía, son cinco así tienes para elegir, hazlo por mí —dice con voz de niña pequeña.

—Está bieeen, pero como me canse rápido me voy enseguida —digo en tono de advertencia.

—Genial, quedamos a las 21:30 en la puerta de la disco al lado del parque del centro, hasta luego nena —dice emocionada.

—Vale, ciao —digo no muy convencida y cuelgo.

Siempre me acaba convenciendo esta chica, pero ahora eso es lo de menos, el gran problema es ¿Qué me pongo yo ahora?

Al final opto por un mono corto de color negro, con un escote en la parte de delante y abierto por la espalda, unos tacones negros, mis aros y me hago una coleta alta. No me gusta maquillarme mucho, así que solo me he puesto la máscara de pestañas y el pintalabios.

Acabo de todo y cojo un pequeño bolso en el cual meto todo lo necesario, llaves, dinero y el maquillaje. Miro la hora del teléfono y lo guardo, son las 21:13, tengo que salir ya o no llegaré a tiempo.

Estoy caminando por una de las calles menos transitadas de Madrid, he optado por un camino más corto para llegar antes a la discoteca. 

A lo lejos visualizo una figura masculina, no logro ver bien quién es, pero cuando se va acercando lo reconozco enseguida.

—Hola Julia —dice con la mirada baja.

Jorge está raro, muy raro, tiene la mirada baja y las manos en los bolsillos. Intento evitarle pero me es imposible, ya que al pasar por su lado me agarra del brazo.

—Espera, por favor. Solo quería decirte que siento todo lo que te hice en un pasado. Fui un completo imbécil y no supe apreciar lo que tenía, te tenía a ti. De verdad, perdóname —dice clavando sus ojos en los míos.

—No necesito tus excusas, me hiciste daño, ¿no crees que ya es muy tarde para disculparte? —digo intentando no derrumbarme.

De la nada me coge la cara y me besa con ganas, no puedo separarme, no me deja moverme y algo dentro de mí dice que tengo que hacerlo. 

—Te amo y siempre lo he hecho —dice él tiernamente.

Sonrío al oír esas palabras, las echaba de menos. De repente escucho el sonido del flash de una cámara. Me giro sobresaltada y veo a Sandra enfocándonos con un móvil. Miro a Jorge confusa mientras él solo ríe.

—Sois repulsivos, de verdad —digo molesta.

—Ya verás qué bien quedarán en la portada del periódico del instituto —ríe Sandra.

Echo a correr como puedo hacia casa, entro y me siento en el suelo con la espalda apoyada en la pared, mientras miles de lágrimas recorren mis mejillas. Cojo el teléfono de mi bolso y este lo tiro al suelo haciendo que se caigan todas las demás cosas que llevaba dentro. Desbloqueo el móvil y llamo a Alejandra.

—Hola, tía. ¿Dónde estás? —pregunta extrañada.

—No me encuentro bien, no creo que pueda ir. Ya iré otro día, te lo prometo —miento.

—¿Pero qué te pasa? ¿Está todo bien? —pregunta preocupada.

—Sí, tranquila. Tengo que colgar, se me acaba la batería —digo reteniendo las lágrimas.

No me gusta mentir, y menos a ella, pero es que no tengo fuerzas para hacer nada ahora mismo.



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En el texto hay: romances, drama, amor

Editado: 18.03.2020

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