Adicción Irresistible ©

28|Red Velvet Fest. Parte II.

Maxine.

 

Cuando me miro en el espejo, solo me quedo boquiabierta.

Mi cara brilla con diferentes colores de brillantina. Un rosado fluorescente arma una especie de forma alrededor de mi ojo derecho, rodeado por una línea larga de brillantina que delinea todo el costado de mi cara. Mis ojos verdes refulgen de forma conspicua ante todo el maquillaje. Sierra se ha esmerado una barbaridad. He quedado impresionada.

—¿Y te gusta? —pregunta Sierra. Sus ojos flechándome a través del espejillo.

Toqueteo la brillantina con las yemas de mis dedos, y ésta deja cierto rastro brillante en mis dedos.

Parezco una de esas sirenas extrañas de las películas. Sin embargo, luzco diferente. No de la forma trivial en la que suelo verme. Eso me llena de ansias, y emoción. Mi cabello se extiende con libertad por toda mi espalda hasta caer unos cuantos dedos antes de mi cintura. Sierra ha teñido temporalmente las puntas con rosado, y aunque siempre he opinado que el rosa es demasiado cursi, amo la forma en la que luce esta noche.

Asiento. —¡Me encantó!

Sierra sonríe con orgullo.

—¡Eres una genia! —comenta Lotty. Ella sostiene un espejillo de cartera entre sus manos, y no puede parar de maravillarse ante el resultado de su maquillaje.

Por su parte, el maquillaje de Lotty abarca diferentes tonos de azules, pasando por el azul pastel hasta el azul Francia. Al igual que el mío, también tiene brillantina en la cara y en parte de su cabello rubio ceniza.

—Gracias. Estuve todo el verano practicando —se ríe. Luego, echa un vistazo a su reloj—. ¡Tenemos seis minutos antes de que hagan la apertura! ¡Escuché que Avril Lavigne haría la apertura! —chilla con emoción.

Frunzo el ceño, sorprendida.

Avril Lavigne es una de mis cantantes preferidas en la vida. Pego brinquitos emocionados, y apresuro a Lotty para que termine de calzarse las zapatillas. Ella viste un vestido corto playero mientras yo he decido irme por un short de mezclilla, y un top crop blanco. Me hubiese colocado uno rosa, pero no tengo nada rosa en mi armario.

Justo minutos antes de que hagan la apertura, nos encontramos merodeando las tres por el área de la tarima. La cantidad de personas atiborrando el sitio es impresionante. Todos lucen igual que nosotros, algunos son más extremados al respecto. Tienen las caras bañadas en pintura y en brillantina al igual que sus atuendos. Son tan coloridos, y brillantes que empiezo a sentir que alucino. Unos cuantos van ataviados con enormes y peculiares trajes de unicornios, y otros animales, como osos y ranas gigantes.

Dios… ¿qué clase de sustancias ingieren estas personas? No puedo evitar preguntármelo. Lucen genial, solo que me inflan de curiosidad.

—¿Ya ubicaste a los chicos? —le pregunto a Lotty. Ella tiene su móvil entre las manos, y parece desorientada. Alza el cuello por encima de los cuerpos a nuestro alrededor, pero sería casi imposible hallarles con ese método.

Luego de varios intentos, les encontramos. Justin se alza por encima de la multitud, lo que me hace creer que se ha subido a los hombros de alguna persona. Nos movemos hasta ellos, y pronto compruebo que la persona que lo sostiene es Noah. Me río, y siento los impulsos de sacarles una foto, porque momentos como este suceden solo una vez en la vida.

—¡Ey, pequeñitas! —exclama Justin por encima del ruido. Sigue sobre los hombros de Noah, mientras éste trata de sacárselo de encima. Pobre, Noah—. Es tan difícil hallarles entre todos estos gigantes. ¿Cómo pueden ser tan altos? —Justin termina saltando de los hombros de Noah. Luego, se ríe—. Parecen un par de pitufos en el mundo real.

Revoleo los ojos, y le clavo el codo en las costillas. Él se encuentra sin camiseta, vistiendo tan solo un short hasta las rodillas y sus zapatillas casuales. Tiene el torso desnudo cubierto de manchas de pintura, y luego me percato de que la persona a su lado luce exactamente igual. Sus ojos azules conectan con los míos instantáneamente, y un cosquilleo me desciende por la espalda. Me las apaño para ocultarlo, sin embargo.

—Son casi todos suecos —dice Sierra, encogiéndose de hombros. ¡Oh, Sierra! Se me había olvidado que veníamos con ella.

—Chicos, ella es Sierra. Nuestra rara compañera de tienda —les presento, señalando a una sonriente Sierra. Ella viste tan solo una camiseta que le llega hasta los muslos con una imagen de un arcoíris en medio.

Sierra se acerca a ellos. —Dicen que soy rara solo porque tengo un arácnido de mascota —se encoge de hombros como si fuese la cosa más trivial del mundo.

Los ojos de Noah se iluminan.

—He leído mucho acerca de los arácnidos. ¿Qué tipo de arácnido tienes? —le pregunta. Todos los demás no podemos evitar lanzarnos miradas curiosas. Ese es Noah… ¡Y está hablando con una chica!

Sierra sonríe. —Una tarántula. Grammostola Porteri.

—¿Puedo verla? —pide Noah, maravillado.

—Cuando quieras —Sierra le guiña un ojo.

Entonces, la cara de Noah se colorea ligeramente. Lucho con todas mis fuerzas para no echarme a reír ahí mismo, y con un exagerado descaro. Se me hace gracioso ver cómo Sierra intimida a Noah con sus gestos satíricos.

—¡Bueno, señores! —Justin sonríe con burla—. Ya conocen las reglas; nada de sexo adentro de las tiendas.

Noah le lanza una mirada fulminante.

Me río mientras la rubia a mi lado acompaña a Noah, descargándole una mirada mordaz a Justin.

—¿Alguien quiere cerveza? —inquiere otra voz para quebrar la tensión que ha implantado el innecesario comentario de Justin. Su voz me acaricia los oídos de una forma impresionante, como si adentro de mí, hubiese estado queriendo oírle durante un largo rato.

Debo hacerme de tripas a corazones para replicarle con neutralidad.

—Yo quiero una —la necesitaré para sobrevivir a esta noche teniéndole tan cerca de mí.




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