Adolescencia entre muertos

Capitulo 3: Asado para camimamtes

 

El cielo se encontraba más anaranjado que el mechón de pelo teñido de Giani. Al escuchar esa dulce voz, mi mente logró viajar al pasado, cuando iba a cuarto y quinto grado de primaria. En aquel tiempo, se podría decir que no era muy aceptado por mis compañeros de curso. Allí, era el típico pibito estudioso que no desaprobaba ninguna prueba y su peor nota (la cual como un pendejo lloré como marrano) era un 8,50/10. Mis compañeros veían esto y tenían deseos de agredirme todo el tiempo, cosa que cada cierta cantidad de tiempo, explotaba en una pelea y una reunión con los directivos. Por ellos empecé a hacer taekwondo-do, para así poder defenderme de sus golpes, hasta que en una ocasión, literalmente, le baje un diente a uno de mis “golpeadores”. En fin, en cuarto grado empecé a ir a catequesis en una iglesia cercana a mi casa.

Ahí logré formar muchas amistades y relacionarme con bastantes chicas del grupo, las cuales algunas se enamoraron de mi (cosa con la que me quedé impactado, ya que yo estaba acostumbrado a ser "la bola de grasa fea" o "el nerd que nunca iba a tener novia", a pesar que mi vieja me vivía diciendo que “los morochos pata sucia esos” envidiaban que sea rubio de ojos celestes, con buenas notas)

Estuve en algunas relaciones, pero terminé quedando en amistad con la mayoría de las chicas, ya que se me hacía muy incómodo y, en esa etapa de mi vida, me era más fácil y cómodo ser amigo de ellas. Se podría decir que ir a catequesis me subía el ánimo y la autoestima, especialmente cuando la conocí a ella.

A mitad de año de primer año de catecismo, conocí a Nicole, la chica más linda, inteligente y amigable que conocí. Desde el día que nos conocimos nos hicimos muy buenos amigos y empezamos a sentarnos juntos (razón de distintos intentos de castigos y razón de muchos celos por parte de otras chicas).

Ya en nuestro segundo año, decidimos mantener una “relación secreta” la cual siguió en pie durante mucho tiempo. Nosotros no éramos la típica pareja adolescente de: - AY, ¡¡¡¡¡TE AMO Y LO VOY A HACER TODA LA VIDA!!!!!, Sos mi mundo!!!(y todos los besos, celos, peleas, reconciliaciones, fotos, bla, bla, bla, etc.)

Ese tipo de cosas a ella y a mí no nos convencían, y esa es la razón de porque desde los 10 años manteníamos una relación sin ningún tipo de pelea, problema o esas estupideces que la gente sin vida subía al Facebook como: "No te quiero volver a ver" y los 10 minutos publicaban "Bebe hermoso, te voy a amar para siempre".

En fin, cuando terminamos de tomar la comunión dejamos de vernos, pero, afortunadamente, nos comunicábamos a través de nuestros celulares. Hablábamos diariamente y cada tanto nos juntábamos para alguna fiesta o algo. Siendo sincero, más que novios, parecíamos amigos que se tenían mucho cariño, porque creo que, al final día, éramos esas personas que estaban entre la línea de amistad  fuerte y noviazgo. No éramos realmente nada muy “serio”, pero sin embargo, cuando le tocaban un pelo a uno de nosotros, el otro salía a su protección y lo hacía sentir mucho mejor tener un pilar de amor y cariño estable.

En fin…

Cuando todo esto empezó, yo la invité y ella me respondió que luego me confirmaría. Desde esa conversación no tuve más contacto con ella.

Y ahí estaba ella.

Niki llegó al refugio con Federico La Rosa y Francisco Mercuri en el camión y la camioneta. Ellos me explicaron que estaban yendo a buscar provisiones y la vieron. Fede logró reconocerla al primer momento en que la vio y le contó de que se encontraban en camino al ETIG. Ellos no tuvieron problema alguno y la llevaron. También estaba la hermana de Mercuri, Antonela, una nena rubia energética, con rasgos parecidos a su hermano, quien era castaño y un poco más bajo que yo. Él la trajo, ya que no quería dejarla sola y, como el ETIG era un refugio abierto a todo aquel que necesite un techo, no había tema alguno para negarle quedarse.

En fin, les pregunté a los chicos si habían podido conseguir las cosas necesarias. Ellos me respondieron:

-Fíjate en el camión y después me preguntás.

Cuando abrí la puerta del camión carguero me quedé asombrado. En él se encontraban: más de 40 colchones inflables, frazadas y sábanas de todo tipo, más de 50 bidones de 25 litros de agua, montañas y montañas de latas de comida, cientos de libros de agricultura, medicina, veterinaria y, apartado, montones de novelas para leer y no perder nuestra escritura y además, poder tener algo con que despejarnos. También Mercuri robó un par de drones para poder vigilar desde las alturas, pero a ninguno le andaba las hélices, así que fueron inútiles.

De igual manera, se llevaron todas las municiones que encontraron para así poder las armas que llevaban en la camioneta. Allí se encontraban todo tipo de armas de fuego, armas blancas, ballestas, arcos y flechas.

Era increíble la cantidad de cosas que llevaron, por lo que rápidamente, levantamos a nuestros compañeros y empezamos a sacar y ordenar todas las cosas que conseguimos, repartiéndolas  y tomando nota para tener un stock.

También invite a Nicole a que se quede en nuestra aula y le pedí a Uriel Lugo si podía cambiarse a otra aula. Uri aceptó, pero me pidió que hagamos guardia juntos. Yo acepté sin problema y le dije el horario en el cual haría mi turno, de modo que ambos tomáramos las mismas horas.

Estuvimos toda la tarde inflando los colchones y acomodando nuestros objetos personales, de modo que cuando terminamos de hacer todo, ya había oscurecido (Realmente, podríamos haber terminado todo en la mitad de tiempo, pero como charlábamos, nos colgábamos y bordeábamos, tardamos el doble). En el camión también conseguimos un armario armable individual para cada uno. Ayudé a Niki a acomodarse en la habitación y ordenar sus cosas en la habitación. Cada uno tenía una mesa apoyada contra la pared, donde tanto abajo o sobre ella, ponía sus pertenencias, tanto ropa como mochila, libros, dispositivos electrónicos o medicamentos particulares (Si alguien tenía que utilizar medicamentos particulares, debía estar consiente de traer una gran cantidad. En cuestión de anticonceptivos hormonales, cada una de las chicas debía (si es que ella quería o necesitaba) llevar las cajas de anticonceptivos de su uso habitual, ya que en esta situación, no era muy fácil “conseguir un ginecólogo especializado para recetar un nuevo tipo o de otra formula”, por decirlo de una manera educada)



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En el texto hay: zombies, argentina, monte grande

Editado: 05.06.2021

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