Adolescencia entre muertos

Capitulo 23: Código encriptado

 

Fragmento de novela 1984 – George Orwell:

“LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”

 

Me encontraba sentado frente a una mesa en el salón azul en total silencio. Habíamos acordado con Federico que, a cambio de poderme ver un rato con Pato, debía escribir un discurso para “Motivar el orden”, donde mentiría respecto a todo lo sucedido y donde explicaba que le sucedería a aquellos “suversivos”. Según Yan, yo tenía “buena labia” para convencer a la gente (Cosa que no creo, ya que cada vez que intentaba chamuyar a alguien, me echaban vuelo...) y que sería oportuno que lo escribiera ahí en el salón azul para que los del campamento me vieran físicamente y no siguieran los rumores de que “me había escapado” o “estaba muerto”.

Me encontraba sentado en el medio del salón, con las puertas cerradas y con un chico que se encontraba fijo, parado al lado de la puerta de salida, observándome. En la mesa, me habían dejado unas tres lapiceras de tinta azul (una de ellas no funcionaba muy bien que digamos), una lapicera roja y la parte trasera de unas hojas que tenían impresas presupuestos, recibos, impuestos a pagar…

¡Impuestos!

Me recordó algo que mi profesor de historia de primer año nos dijo la primera clase: “Un estado se rige por varios elementos: El pueblo, su territorio, la nación, su gobierno y un ejército regular. Estos elementos son variables, y pueden cambiar en cada estado, pero hay algo constante e indispensable en todo tipo de estado, algo que se encuentra e todos los estados de derecho que existen: ¡Los impuestos! Un estado sin impuestos ni recaudación no tiene ingresos para poder pagar el ejército y la defensa, el gobierno ni los funcionarios públicos y administrativos que tiene un estado. En otras palabras, se desmorona.”

Hace mucho que no lo pensaba, pero se podía decir que estábamos viviendo una “anarquía en práctica” por así decirlo. Personalmente y durante un tiempo antes que todo esto se descontrolara (y como todo adolescente debería experimentar) me consideraba “Anarquista”. Sin embargo, también era realista en mi visión y consideraba que para lograr aquella idea utópica que tanto anhelaba, la gente debía aprender a convivir con el otro sin tan mala sangre y prejuiciosos, respetando las propiedades del otro, sus derechos y su dignidad.
Entendía que para llegar a ese punto de organización social, las personas debían dejar de necesitar un ente que utilizara la regla “Premio-Castigo” para comportarse bien, debían ser responsables ellos mismos de las reglas morales con uno mismo y con el otro, debían ser aquello que Friedrich Nietzsche denominaba “Übermensch”, una persona que alcanza un estado de madurez espiritual y moral superior al que considera el del hombre común y que es capaz de generar su propio sistema de valores, identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder.

En fin , muchas utopías, porque lo que terminó sucediendo fue el resultado adverso de la anarquía, una anarquía mal hecha:

La gente en vez de unirse y apoyarse para resistir esta “epidemia” de manera “espontánea” (como lo plantea el anarco-mutualismo donde teóricamente las personas, si bien viven en una anarquía donde se respeta su propiedad privada, se unen para causas comunes) se separó y fue egoísta, al mejor estilo “sálvese quien pueda”;
Las personas en vez de respetar los proyectos individuales y leyes morales de los demás (obviamente que no afecten a terceros), crearon “microestados” y agrupaciones, donde aquel que no cumplía las reglas y los parámetros era asesinado o exiliado a la buena mano de los gules come-personas;
Las personas, en vez de vivir de su propio trabajo y esfuerzo, robaban a los otros para subsistir, sin generar nada o dar algo a cambio, parasitando.

En otras palabras, lo único que se genero fue caos, mafias, ataques a los derechos del individuo y a la propiedad de los mismos…

Un desastre total…

Todas estas ideas estaban pasando en mi cabeza mientras miraba fijamente la hoja de papel en blanco. Con todo eso en mi cabeza, tranquilamente podía escribir una tesis completa de cual había sido el problema de la “Anarquía” en la que estábamos viviendo, explicar los factores que nos habían llevado a ese caos y porqué debíamos destruir y desmontar a los grupos de elite y de mafias como lo eran el directorio o los que habían tomado el control del ETIG cuando intentaron asesinarme. Pero si mi idea era sobrevivir y no terminar con mi cabeza en una pica en medio del patio, debía escribir algo que le gustara a Yan, pero que al mismo tiempo dejara en claro a Pato, Carbiondi y Andrea que no seguía en el campamento porque “quería ayudar a contribuir al orden”.

Cansado, y con una pequeña migraña, apoyé mi cabeza sobre la mesa sin quitar la vista sobre la hoja de papel. Una idea me cruzó la mente y, sin perder el impulso, tomé la lapicera y escribí sobre la hoja blanca:

La guerra es paz
La libertad es esclavitud
El exterior es muerte y miseria
El silencio es fuerza

El directorio te esta observado
El directorio te cuida
Amamos al directorio

Toda esta situación dentro del campamento me hacía recordar constantemente a aquella distopía de George Orwell, llamada “1984”: un estado totalitario donde siempre estas vigilado, donde ellos programan tu vida diaria, donde no se permite salir al exterior ni pensar diferente, porque te matan o te torturan hasta quebrarte… Literalmente me sentía Winston en una versión remasterizada y mas barata de la novela. En fin, recordaba que la novela ficticia tenía una frase similar a la que había escrito, solo que no la recordaba completamente, por lo que la adapté a mi situación.

Cuando ví que el chico que estaba haciendo guardia tenían curiosidad por lo que había escrito, tomé el papel y lo destruí en pequeños pedazos que dejé a un lado de la mesa. Por más creativo, “poético” y representativo que me pareciera lo que había escrito, yo no quería terminar “Evaporizado”, así que tomé otra hoja y apoyé la lapicera sobre el papel. Me quedé en esa posición por unos cuantos minutos, esperando una inspiración divina milagrosa, pero a medida que mas esperaba y pensaba en esa posición, mas mis ojos se iban cerrando poco a poco y, de un segundo al otro, todo se volvió negro…



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En el texto hay: zombies, argentina, monte grande

Editado: 05.06.2021

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