Los días pasaron volando, uno detrás de otro, mucho más calmos afortunadamente. La reunión en la iglesia fue un antes y después en la comunidad, ya que a los pocos días de este, comenzaron las detenciones a personas sospechosas y todo ambiente de presión, por lo menos en mi cabeza desapareció. A la mayoría de los campistas parecía no molestarles estas detenciones y hasta eran parte de las acusaciones, pero la verdad poco y nada me interesaba, lo único a lo que siempre estuve atento era ver si a Andrea la habían detenido, pero al parecer no había sucedido nada parecido. Algo que también se había soltado bastante y relajó fue mi “trato” con Yan, ya que como premio de mí (según él) “Excelente labia”, me iba a dejar verme con Pato dos o tres veces a la semana, pudiendo él quedarse en mi habitación a almorzar o simplemente pasar el rato jugando a las cartas (obviamente con Franco u otro guardia vigilando, pero algo era algo).
Habían pasado a aproximadamente 4 o 5 semanas del discurso que no sabía absolutamente nada de que si Pato estaba planeando algo para salir, si había hablado con Andrea o si siquiera había entendido el mensaje. Para colmo, cuando estábamos juntos durante una o dos horas, Franco o el otro guardia siempre estaba presente, por lo que jamás tenía un momento de privacidad para hablar con él sobre eso. Nuestras meriendas y almuerzos se basaban en hablar de nuestra vida antes de la aparición de los caminantes, abrazarnos, comer lo que había (normalmente, era de mi almuerzo, el cual era más variado y rico que el del campamento), jugábamos a las cartas y después nos quedábamos mimando un rato hasta que avisaran que era hora de que pato se fuera. Hablábamos de la escuela, de las clases de educación física, de como él había repetido en su momento y no le caía la ficha, sin contar los chistes de “Ay, viste que al final me deseabas” o cosas así. Creo que siempre había tenido de manera inconsciente un cariño mas grande a Pato, y él solía también devolver ese cariño. Hasta podía decir que recibía mas cariño de parte de Pato que de Nicole cuando éramos una “pareja oficial”… De todos modos, tampoco podía culparla a ella, ambos éramos pequeños, y haciendo un media culpa, yo tampoco era una “pareja” muy cariñosa que digamos, por lo que siempre que nos juntábamos, parecíamos más amigos que novios. No por eso yo no la quería, siempre la adoré como persona y era una de esas personitas hermosas que te hacen sentirte mejoro en un abrir y cerrar de ojos, pero era simplemente que no había esa chispa que te enciende y te pone los pelos de punta, y te hace querer estar con esa persona a toda costa, esa chispa que cuando estaba con Pato sentía…
En fin, habían pasado casi 2 meses de la enorme reunión cuando, después de una tarde completa de jugar a las cartas, Pato para saludarme antes de irse, se acercó y comenzó a besarme. Sin embargo, no fue como cualquier beso, sino que fue uno mas cuidadoso. Cuando empezó a alejar sus labios de los míos, me guiñó el ojo y lo sentí…
Era como un pequeño papel plástico, como los de las envolturas de los caramelos de menta. Lo tomé con mi lengua y lo mantuve en el costado de mi mejilla, al lado de mis muelas. Luego, Pato salió acompañado de Franco y quedé solo en mi habitación. Una vez asegurado que nadie iba a entrar de la nada por la puerta, saqué de mi boca el pequeño empaque plástico de caramelo, lo desenvolví y me encontré con dentro un pequeño papelito, el cual se me hacía familiar…
“Huye”…
Era el papel de la nota que me había dejado Andrea en el baño del campamento aquella vez que intenté salir por mi cuenta…
Di vuelta la pequeña nota arrugada y, en su parte posterior, encontré un mensaje escrito con una letra medio desprolija pero legible:
“Hoy 02:20
Baño iglesia
Tapa inodoro
Preparate
Ⓐ”
…
Miré hacia el reloj que tenía en la pared…
“18:53”
Había tiempo… Debía prepararme…
A las 19:00 aproximadamente Victoria me trajo a la habitación una bola de ropa y toallas gigante que tenía algunos agujeros y roturas de costuras, por lo que era mi trabajo coserlas. También me habían dado varias agujas, hilo de distintos tamaños y colores y hasta una tijera escolar.
Digamos que esa era mi ocupación dentro del directorio: Fingir que tenía un “gran papel en la organización” y coser ropa, ya que yo sabía hacerlo desde antes del desastre global y parecía que funcionaban a la perfección mis costuras.
“Voy a necesitar donde llevar ropa o provisiones…” Pensé
Entonces, tomé una de las remeras manga corta más grandes que había (la cual solo tenía un pequeño agujero en el costado), un buzo enorme negro (que tenía descosida la capucha), una remera horrible grande (que personalmente no pensaba que tenía salvación, ya que la había cosido tantas veces que había perdido la cuenta y las costuras ya se veían horribles y, de uno de las pantalones mas pequeños que habían (el cual tenía descosido la parte trasera) le corté y saqué el elástico que rodeaba la cintura de la prenda. Con esas cosas, me puse creativo y comencé a cortar y confeccionar, lo más rápido posible.
Primero, puse la remera dentro del buzo, como si de una doble capa se tratara y, con unas costuras por los bordes, quedaron unidas. Luego, cerré completamente el agujero de la cabeza del buzo y la remera, dejándole solo el agujero de “abajo” (el mas grande), mientras que a las mangas del buzo las cosí al costado del buzo, dejándolas como un espacio para poner una botella o algo cilíndrico de costado. Luego, al agujero más grande que quedaba del buso, le pasé el elástico del pantalón y termino quedando parte del elástico afuera, lo cual permitía achicar el agujero al máximo o abrirlo. Luego, con las mangas de la remera irreparable (y un poco de tela extra que tenía en el pecho), armé unas correas improvisadas, las cocí en lo que yo consideraba la parte posterior del buzo y ¡LISTO!, tenía armada una mochila improvisada para llevar cosas. Una vez terminada (y probada en mi espalda), miré el reloj…
Editado: 05.06.2021