Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Sin raíz, muerta la hierba

Capítulo 28: Sin raíz, muerta la hierba

Imri.

Me la pasé por mucho tiempo deseando una cosa, pero ahora que por fin la obtuve, no me siento contento.

Este sentimiento me parece extraño, hace unos meses habría deseado que mi papá me mire y con eso encontrar el cariño que hace mucho perdí. Pero, no imaginaba que sería de ese modo.

Durante la noche y el camino de vuelta al apartamento de Lúa, tuve tiempo de pensar sobre muchas cosas. Lo primero y en lo más importante: en mi papá y el modo en que su rechazo me ha afectado en los últimos años. A diferencia de los demás, con quienes actuaba indiferente debido a la mala actitud que adoptó; conmigo hacía caso omiso de mi existencia.

No fui sumiso, lo llegué a confrontar muchas veces y en todas, simplemente seguía caminando sin mirar atrás. Me sentía como un fantasma, alguien que no merecía su amor por más que me esforzara por recuperarlo.

Creo que ese es un gran punto: los adultos también podemos cambiar la percepción de nosotros mismos de acuerdo a cómo nos traten los demás.

Mi papá me ignoraba y mis hermanos estaban molestos conmigo, incluso uno de ellos me detestaba y con razón, le desfiguré el rostro. El amor que me daba mamá no era suficiente, pues ella solo llenaba la parte de mi corazón que le pertenecía; el lado que era de los demás permanecía vacío.

En lo que caminaba, llegué a la conclusión de que era normal que una persona como yo no creyera merecer el aprecio de una persona genial como Lúa.

Y por eso, a pesar de la gran cantidad de palabras bonitas y las múltiples muestras de afecto que la mujer me da todos los días, siento que me falta algo proveniente de ella. Para muchos, está de más, pero para mí es distinto. Necesito que lo diga; quisiera escucharla.

—Hm…— no me gusta mostrarme triste ante Lúa, sé lo sensible que es por más que no lo parezca. ¿Qué tal si se pone a llorar conmigo? —¿Tú también me amas?— por alguna razón me apena verla a los ojos tras esa pregunta.

Ella me ha dicho que me quiere, que soy una persona importante en su vida, que tengo su corazón y miles de frases iguales de lindas. Pero, no me ha dicho la frase.

Desde el punto de vista de otros, no sería importante si tomamos en cuenta lo feliz que me siento con mi masita, pero para mí sí lo es. Tal vez porque eso fue lo que aprendí mientras crecía.

Lúa se queda mirándome en silencio, actitud que no comprendo. Sus manos aún están en mis mejillas, y por sus gestos que he aprendido a descifrar, me atrevo a decir que no se siente cómoda con mi pregunta.

¿Por qué?

»Lúa…

—Escucha— conduce mi rostro hacia su pecho, desde mi posición puedo escuchar el sonido de su corazón —Así lato por ti, ¿cómo no hacerlo si me pones así?

—Pero…— guardo silencio. Tal y como dije, ella me ha bombardeado de cientos de palabras bonitas, pero no se ve interesada en decirme aquellas palabras.

Al principio no me importó mucho que nada más sea yo el que lo dijera, pero tenemos medio año conociéndonos. Primero fuimos novios de mentiras y luego de verdad, ¿por qué no lo dice?

—Eres todo para mí— me abraza dejándome con miles de preguntas.

—Amh…— mejor dejarlo así por ahora, ya estoy lo suficientemente mal por lo de mi papá como para meter esto también —Lúa, ¿no te importa si me transformo y me quedo en el patio? Es que quiero estar un momento solo con mis pensamientos.

—¿Te duele la cabeza?

¿Y eso a qué viene?

—No, ¿por qué lo preguntas?

—No me habías dicho que ustedes se sentían mal cuando pasaban mucho tiempo en su forma humanoide— reprocha frunciendo el ceño —¿Por qué no me dijiste que te dolía la cabeza al durar un buen rato transformado? ¿Y si pasa lo mismo con Ra?

No se lo había dicho porque no es verdad, ¿quién le soltó tremendo disparate?

—Si nos doliera la cabeza estando transformados en humanos, créeme que nadie lo haría— me separo de ella poniéndome de pie —Quien sea que te dijo eso, te habló mentiras.

—¿E-En serio?— levanta las cejas —¿No me estás engañando para que no me preocupe, verdad?

—Por supuesto que no. ¿Quién te dijo eso? Le llamaré la atención por estar diciéndole mentiras a mi novia.

—Hmm— se queda pensativa —Puede que haya entendido mal… Descuida.

—Está bien— lanzo un suspiro, yéndome al patio.

Allí me quito la ropa y tomo mi forma original. Ahora no solo pienso en mis problemas familiares, sino en lo que acaba de pasar hace un momento.

¿Acaso…? ¿Lúa evadió decirme «te amo»?

Fui medio directo con lo que quería escuchar. Con lo astuta que es, puedo apostar que sabía muy bien a donde iba mi pregunta. Por lo que incluso para mí es fácil asegurar que quizá me evadió.

O tal vez es su forma de decir «te amo».

Los humanos son bien raros, como los lobos tenemos un lenguaje limitado, solemos ser más directos con las palabras. Si me desagradas: te odio o no me gustas; si me agradas mucho: te quiero o te amo.

No andamos con metáforas sobre lo que sentimos, es más, hasta hace unos meses fue que supe del significado y existencia de esa palabra.

¡¿Por qué no pueden ser más literales?! Si me hablan de que el arcoíris es la bufanda del cielo, de verdad pensaré que en el cielo hay una bufanda de colores.

¿Qué es eso de «las perlas de tu boca» refiriéndose a los dientes?

Vi esa frase en un libro y mi cabeza explotó.

Aunque, creo que acabo de decir una metáfora… ¡Ay, no lo sé!

Solo, ¡quisiera entender más!

Cuando creo que avanzo cinco pesos, doy dos pasos hacia atrás y ese hecho me molesta. Nunca seré humano por más que lo intente, por lo que desde mi perspectiva, muchas actitudes humanas no me parecen entendibles a menos que me la expliquen de frente.

¿En serio es su forma de decir «te amo» o en realidad no quiere hacerlo?




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