Al amor de mis mil vidas jamás contadas

Capítulo 5: La noche cambiante

Hay cosas que determino como sueños, incluso, me centro en la idea de que posiblemente una realidad pueda ser uno de los tantos sueños y que si es alguna pesadilla, se borrara con el paso del tiempo y se perderá en el olvido para nunca volver. Tal vez esté mal perderse un rato en otro mundo paralelo que no sea la realidad, pero es también relajante imaginar ciertas cosas que podrían hacerse realidad si lo pedimos de verdad.  Vivo feliz, vivo con amor, vivo con cariño a mi alrededor. Conocí a mi amor a los 15 años mientras estudiábamos juntos, fuimos amigos y mejores amigos, ambos nos enamoramos como una historia muy cliché y sin embargo, todos nos salió muy bien; en nuestra relación no surgieron dramas, no surgieron muchas tristezas y mucho menos separaciones de corto plazo. Es este el amor que mucha gente dice querer tener, un primer amor que llene y complemente al ser y que tenga la capacidad de arrebasar cualquier obstáculo sólo para estar con el ser querido y/o amado. Es el estudio a veces un túnel secreto que guía hacía el amor, forja amores que pueden verse al pasar los años, amores que no se rinden y que vencen obstáculos. Estudiar, graduarme y empezar mi vida profesional junto con quién la inicié, Mateo. 
Si todo luce tan perfecto y se demuestra tan perfecto, el sentimiento de soledad no debería de existir, pero lo hace. Surge la duda de porqué sentirse así si la vida le ha brindado lo mejor de ella. Un leal amor.
Han pasado 6 años desde que conocí al amor de mi vida, el destino nos ha llevado por el mejor de los caminos pero no le estoy siendo fielmente agradecida. Siento que falta más, suena a ambición y egoísmo pero no es ese el sentimiento que me invade, es más la angustia de sentir si es eso todo lo que está destinado para mí ¿Valorar? lo hago, pero siento más y más del destino, siento un extraño sentimiento sobre el destino, como si aún no supiera si escribir más sobre mi vida junto a él o quizás si debe hacer un giro de 180°.
Suena el teléfono y dejo mis pensamientos a un lado, contesto y es Mateo quien me pregunta si podemos salir a bailar. De forma encantada, acepto salir con él, el baile para nosotros es la manera más perfecta que tiene la vida para decirnos que todo marcha de acuerdo al plan.
"¡Qué avilantez! pensará quizás el destino sobre mí, pero de antemano le pido disculpas por no valorar lo que quizá en un futuro lloraré. 
Miro a Mateo y agradezco, agradezco tenerlo, es mi primer amor de infancia y mi primera travesura, es mi amor de colegio, mi amor de verano, amor de otoño, amor de la vida; un amor que ha durado por 6 años y que lo más probable es que surja por muchos más años. Pero ¿Por qué quiero sentir más? ¿Por qué quiero querer más? ¿Es malo seguir querer queriendo?.
Me alisto y salgo para nuestro lugar de baile favorito. 
Al llegar, la música está pura y en su momento, se encuentra en llamas y empieza a tener la idolatría que siempre termina causando. Bailando aquellas canciones de salsa que narran siempre un amor, una historia sin fin, una historia que no sucede, decido sentarme, decido decir que me encuentro cansada y que en unos minutos vuelvo a bailar. Mateo le pide a una muchacha bonita el querer bailar, ella acepta y empieza la música a rodar. 
Después de dos canciones, ellos aún siguen bailando y desde no tan lejos un muchacho alto de tez morena se me acerca y me pide bailar, miro a Mateo, sonrío y acepto. Es la primera vez después de 6 años que ambos bailamos nuestro género favorito con distintas personas. Estaba bien para mí, más que bien.
Miradas constantes y permanentes, risas sin parar, pasos de baile que no dan más y cuerpos que exigen nuevos movimientos de baile, es así donde invade un incomparable flechazo que en el fondo y sin saber poseía una gran inocencia.
-"Ángel, me llamo Ángel  "- Lo escucho decir - "Juliana, me llamo Juliana" - respondo. 
-"Permíteme admitir que bailas de manera imponente y sobresaliente ¿siempre has sido así?" 
-"Si"- respondo -"Desde pequeña siempre ha sido así, bailaba horas y horas sin parar junto a mi abuelo ¡Imposibles de olvidar!"- digo sonriendo.
Él me sonríe y sin dudarlo, me conquista. 
-"¡Juli! ¡amor! ¡Vámonos!"- Escucho a lo lejos pero sigo enganchada con Ángel. 
-"Mi amor"- me agarra Mateo del brazo. -"Discúlpame, discúlpame, él es Mateo, mi novio" - respondo de forma acelerada. Ángel sonríe y se presenta y sin nada más que decir, me sonríe, me besa la mejilla y se va.  
Veo a lo lejos como Ángel se marcha del lugar pero sin antes salir por la puerta, se gira buscando mis ojos y hasta que los encuentra, me avisa por medio de señas que el siguiente sábado estará. Sonrío y siento paz, por un momento creí que eso era todo y en mi mente ya buscaba mil opciones para no permitir que se acabara tal noche. 
Pasan los días y mientras me encuentro estudiando y junto a Mateo, suena la canción que baile con Ángel... ¿Cómo fingir que nada sucedió y que quizás no lo vuelva a ver? 
-"Mi amor ¿estás bien?"- pregunta Mateo.
"Si si, discúlpame. ¿Qué me decías?- respondo. -"Te decía que debíamos buscar más lugares para vivir en la ciudad, ya pronto nos graduaremos y es lo mejor ¿no crees?"- 
-"Claro claro, es lo mejor, ir mirando más lugares "- Digo desconcentrada. ¿De verdad quiero irme? ¿De verdad quiero lanzarme al abismo sin tener algún paracaídas seguro?. 
Pasan los días y llega mi tan esperado sábado; Mateo decide no acompañarme, me comenta que debe hacer más cosas y que desea mucho que yo lo disfrute. Acepto y me despido de él. Llegando al lugar sola, mis nervios empiezan a notarse ¿Y si no va? ¿Qué le digo? haciéndome varias preguntas, noto a la distancia como Ángel se acerca... ¡Dios! ¡Es un sueño de hombre! 
Pasa la noche, pasan las canciones, pasan las risas y las conversaciones, pasan sin dudar los tragos y pasa sin querer, el roce de mis labios junto a los de él. Va pasando la noche, van pasando los sentimientos y mis indudables ganas de que no se acabe la noche. Noto como él se encuentra de la misma manera -" Desordena mi vida Juliana, hazlo por favor "- dice muy cerca a mis labios. -"Dime que sí, dímelo para que mi condena termine"- le respondo. Va pasando la noche y no quiero irme, no quiero irme y más sabiendo que esto no podrá surgir a más. Paso la mejor noche de mi vida junto a conversaciones que quedan plasmadas en mí. Dos noches cada semana, dos noches que pasamos juntos él y yo durante 5 meses. Está mal, sí, lo sé. Pero él resultó siendo ese gran giro de 180° que la vida indudablemente tenía temor de escribir, pero que de igual forma se arriesgó, se arriesgó igual que yo. Se arriesgó la vida igual que el nosotros, un nosotros que no pasaría pero pasa. Un nosotros que está incorrecto pero lo hacemos correcto. Mi condena y la de él no termina. No terminaba hasta que Mateo se enteró, se enteró de la pasión que creamos y el desarme de vida que nuestra mirada nos causaba. -"Perdóname"- le digo a Mateo.
-"Perdóname tú a mi... No me abstuve tampoco, también te fallé"- Me responde con los ojos llenos de lágrimas. -"Perdóname flaca"- continúa diciéndome " No puedo seguir amándote más, ella... ella llenó todo mi corazón, asi como Ángel llenó el tuyo"-. Sin nada más que decir, Mateo se retira, no solo de la habitación sino de mi vida, no supe más de él, no supe siquiera si se había ido de la ciudad como lo habíamos planeado. 
¿Ángel? Ángel soportó incontables rechazos de llamadas y mensajes, creí que la solución era él, la solución a todas mis incógnitas, pero resultó que la solución era yo. Debía dejar ir, tuve lo mejor de mi vida y se  dividió en dos partes, aquel que me enseñó la lealtad y aquel que me enseñó la pasión de las cosas. Si, si lloré, lloré constantemente pero no me detuve ahí. Decidí empezar, decidí volver a comenzar porque en esta vida, en este sueño que se junta con la realidad, este sueño que va de la mano conmigo, me demostró que más cosas me esperarían, que más cosas estaban por escribirse y acepté. Y si en mi vida vuelvo a saber de Ángel, vuelvo a reconocerlo en alguna pista de baile, responderé a su duda con mucho amor, aquella pregunta que fue su último mensaje: " ¿Dónde estás? Déjame ir a buscarte, déjame ir" - "¿Que dónde estoy? donde quieras recordarme, donde quieras buscarme, recuerda aquella noche que ahí me encontrarás".




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