Al borde de la obsesión pero es amor

DIECISIETE

Espero en silencio una señal o una mirada tuya. 

 

Había llegado tarde.

 

En la iglesia solo se encontraban los arreglos florales adornando los bancos y los pétalos de rosas esparcidos en el suelo, anunciándole que ya se había celebrado la ceremonia. Sin embargo, ella le había enseñado que nunca era demasiado tarde, siempre se podía retroceder o detener el tiempo. Romper las leyes y los prejuicios, para alcanzar lo que se deseaba, arañar la felicidad solo dependía del valor que cada uno poseía.

Era preciso luchar con uñas y dientes por un objetivo. Si todo se valía en la guerra que era un sinsentido, cómo no podía valer todo en el amor, cuando el único propósito era pelear por lo que se amaba.

Se dejó llevar por ese sentido de lucha que nacía en él, y sin darse por vencido, se fue a buscarla, estaba dispuesto a acabar con el mundo si era preciso.

El vals que seguramente bailaban los novios, se escuchaba en el pasillo, por lo que apresuró sus pasos. La decoración en tonos clásicos del salón de fiesta, le gritaron que así sería la vida que le esperaba, pero era demasiada mujer para seguir patrones.

Al llegar fue el centro de miradas de casi todos los presentes, que no esperaban al actor entre los invitados; sin embargo, pocos le dieron importancia.

Nicholas, después algunos años veía nuevamente a Michelle, su exnovia, y de la que siempre estuvo enamorado. Estaba ahí, hermosa, como un ángel dorado, iluminando gran parte del salón.

La reacción en las facciones de ella demostraba sorpresa y tal vez amor, ilusión y felicidad al verlo, pero él ya no sentía lo mismo, su corazón no latía de igual manera. Había quedado en el pasado, en una utopía de su adolescencia. En esa necesidad de que alguien lo rescatase de esa soledad en la que vivía, en esa separación dolorosa, y con los años comprendió que definitivamente Michelle no era la mujer merecedora de sentimiento tan intenso.

No luchó por ese amor, no dio la pelea, se dejó vencer y él necesitaba a alguien que diera todo. Que apostara la vida, que fuese intensa y apasionada, demostrándole que pasara, lo que pasara no iban a existir nunca adversidades que los separasen. Y no salir corriendo a primeras, a obligarlo, imponerle algo que no quería, en ese entonces, solo necesitaba su apoyo y no lo encontró, anhelaba estar con ella y decidió alejarse.

No quería para él a alguien que pensara primero en los demás, quería ser él lo primero de esa persona. El primer suspiro de las mañanas, primer pensamiento, primera mirada… quería ser el primero en todo, absolutamente todo.

Que lo desease con arrebato y descontrol, que le demostrase que, aunque el mundo se estuviese cayendo tendría a esa persona amarrada a él, y no tratando de salvar algo que igualmente se iría a la mierda. Que su última mirada se fundiera en la de ella y no en su espalda porque solo la vería correr detrás de alguien más para rescatarlo. Aunque nadie se interesa por lo que pudiera pasarle a ella. Había aprendido a odiar ese sentido de altruismo en Michelle.

Desvió la mirada del ángel dorado y la posó en el centro de la pista. En el demonio pelirrojo que llevaba el ritmo del vals, en medio de llamas de pasión que lo encendían con solo mirarla. Aún con el vestido de novia y tiara, que hacían su mayor esfuerzo por hacerla lucir como alguien casta y pura; sin embargo, no obtenía el resultado esperado. Ella era lujuria, era obsesión que lo envolvía y la prefería desnuda.

La mirada zafiro se encontró con la marrón y todo alrededor desapareció, los latidos de los corazones se descontrolaron y las sonrisas de felicidad brillaron.

Nicholas irrumpió en medio de la pista. Tomó a Audrey por un brazo y la haló, dejando al recién esposo desconcertado, y un murmullo empezó a pulular entre los invitados. Caras de sorpresa, angustia, dolor, tristeza, rabia, satisfacción y muchas más reinaban en el lugar.

—No habrá barrera en el mundo que no rompa por ti —Le dijo y se encaminó con ella, que con la mano libre se subía la parte delantera del vestido de novia, para poder caminar más rápido.

Audrey sentía la mano de Nicholas envolver la de ella, mientras intentaba llevarle el paso y el velo se le enganchaba a uno de los adornos florales, utilizando su mano libre para halarlo con energía, y éste cayó sobre la alfombra, por fin salieron al pasillo que los sacaría de ese lugar, dejando atrás a todos desconcertados.

—Espera… espera… no tengo casi aliento. —Le pidió ella con voz ahogada, por llevar puesto un vestido tan pesado.

Nicholas se detuvo y llevó sus manos a las mejillas de la chica, atrayéndola hacia él con vehemencia y le depositó un beso intenso, uno que saciaba las ganas de los últimos días, robándole el poco de aliento que le quedaba, acariciando con su lengua la de ella, succionándola y adueñándose de cada partícula de su ser, hasta que él mismo necesitó oxígeno y fue reduciendo el beso.

—Creí que no querías verme nunca más —acotó la pelirroja, abriendo los ojos lentamente y ahogándose en el zafiro, mientras sonreía dulcemente, emergiendo del mar de emociones en cual se había sumergido.

—Yo también lo creía —susurró él, y le dejó caer una lluvia de besos húmedos y lentos, sobre los labios hinchados y palpitantes de la pelirroja.



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En el texto hay: pasion, amor, venganza

Editado: 24.02.2021

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