Al caer el alba

El despertar

Amanece. Abro mis ojos, una tenue pero potente luz solar hace que mis pupilas se vuelvan minúsculas, casi invisibles. Me veo ¡hermosa! Más hermosa que nunca, dueña de esa hermosura que siempre estuvo en mí pero aquí y ahora brilla como jamás recuerdo haya brillado. Me siento plena, feliz... no necesito nada: todo es perfecto, completo, armónico. ¡Soy indescriptiblemente feliz! Estoy rodeada de árboles frutales, vegetación frondosa. Hay lagos y cascadas que, al fluir naturalmente, endulzan mis oídos. El agua chocando contra las piedras me susurra en abundancia y calma, una calma que confirma mis sospechas de haber renacido. Pero... ¿es que acaso morí y no lo supe? ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Cuál es mi misión en este mundo? 

En lo alto del cielo, una luz resplandeciente se despliega en dirección a mi persona. A medida que se va acercando, puedo reconocer su forma, su aura, su tacto... ¡Es algo tan maravilloso! De repente, ella me abraza dulcemente y me dice: "Tú eres Dios. Ese Dios que los habitantes de la Tierra buscan fuera de su propio Ser, pero que yace en lo más profundo de ti, de mí, de todos. Vienes de la oscuridad, porque en la oscuridad es donde surge la luz y donde tiene lugar la creación. Tú eres yo y yo soy tú. Somos luz , somos uno, somos todo y somos nada. Y cuál es nuestra misión en este mundo es algo que juntos recordaremos en este preciso instante, el único momento de poder: el Presente."

Sonrío. Soy. Y nada más importa.

 

 

 

 

- Fin.

 

 



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En el texto hay: universo, imaginacion, mente

Editado: 25.01.2019

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