✽ Capítulo 7 ✽

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Me enjugo los ojos con el dorso de la mano, y aclaro mi visión pestañeando un par de veces. Al levantar la mirada, veo el rostro de Alec muy cerca de mío, me observa con preocupación, pero nuestra corta distancia es lo que hace que me sonroje.

- ¿Estás bien? -pregunta. Asiento a lo que yo bajo los ojos a mi regazo. -Me alegra, estaba muy preocupado, nunca había visto que alguien le pasara... lo que te pasó a ti. Me diste un gran susto -vuelvo mis ojos hacia él una vez más y lo encuentro rascándose la nuca en ese gesto nervioso que le he visto anteriormente en la academia. Se ve tierno tímido.

-Lamento que...-carraspeo, mi voz suena rasposa. -que hayas tenido que pasar por esto.

-Descuida. -dice, mientras me sonríe y aprieta mi hombro con cuidado como consuelo. Le sonrío de vuelta.

Se siente bien estar con Alec, es cómodo y ligero el ambiente que lo rodea. No tienes que forzar nada y las sonrisas que te regala son tan hermosas como sus ojos....

Una tos exagerada interrumpe el momento y me saca de mis pensamientos. Era Michael, pero esta vez de verdad. Se encontraba de brazos cruzados y con el ceño fruncido, viendo la escena, molesto.

-Veo que ya despertaste. -dice irónico y con sus ojos lanzando rayos a Alec, seguro maldiciéndolo por dentro.

-Ah, s-sí. -digo, incorporándome en lo que no había reparado era el sofá de Michael. No me había dado cuenta que estaba en su departamento.

Alec se aleja de mí quedando a un metro de distancia en el gran sofá de color beige. Todo se queda en un incómodo silencio en el que Michael mira retador a Alec, mientras este última disimula su nerviosismo revisando la hora en el reloj de su muñeca, pero luego su teléfono comienza a sonar. Suspira aliviado y se disculpa para alejarse de nosotros y atender la llamada.

Aprovecho que estamos solos y le pido a Michael silenciosamente extendiendo mi mano hacia él, que se acerque. Con su ceño fruncido camina y se sienta junto a mí tomando mi mano. Nos miramos a los ojos por unos segundos, y no puedo evitar no abrazarlo y ocultar mi cabeza en su cuello aspirando su verdadero aroma. El responde el abrazo, lo cual me sorprende, sus brazos caen en mi cintura. Sonrío gustosa, y después de mucho tiempo, me siento segura entre sus brazos.

Después de unos minutos escucho los pasos de Alec acercándose a nosotros. Me safo de los brazos de Michael que seguían a mi alrededor a pesar de que el chico frente a nosotros haya carraspeado tratando de llamar nuestra atención.

-Siento interrumpir- dice con voz dura, entre dientes. -, pero tengo irme. – su manera de hablar me tiene confundida, hace unos minutos era todo atento y lindo conmigo y ahora parece molestarle algo.

¿Qué le sucede?

-Está bien, Alec. Muchas gracias por todo, y... lamento, de nuevo, que hayas tenido que pasar por esto. - digo sincera. Quién sabe lo que me hubiera pasado si él no se encontraba ahí.

-Descuida, de nuevo. – responde con una sonrisa que suaviza su rostro, delatando su pequeño hoyuelo.

-Si, Alec, gracias por haber venido y traer a mi novia, fue un alivio que estuvieras ahí. -dice acentuando más de lo debido la palabra novia, haciéndome poner nerviosa por reconocer en su voz la posesividad que tiene sobre mí. Veo de manera disimulada a Alec con un ligero rubor en las mejillas, su mandíbula está apretada y sus uñas se clavan en la palma de su mano, como si tratara de evitar decir o hacer algo.

Puedo entender que no le agrade Michael, mucha gente no lo hace, pero su reacción me llama mucho la atención pues no es como si le estuviera atacando directamente, más bien la que se sentía mal por los comentarios de mi novio era yo. Aunque tratara de ocultarlo o negarlo, muy en el fondo reconocía por mi cuenta que las cosas que decía Michael sobre mi o muchas veces de cualquier cosa, me lastimaban más de lo que podría admitir, así que tal vez podía interpretar la forma de actuar de Alec como de lastima, como si pensara lo muy mal que sonó lo que Michael decía. Tal vez era como las personas que llamaban a Michael un patán, tal vez solo eso.

-No hay de qué. -dijo mostrando empatía en sus palabras, pero molestia en sus ojos azules. - Bueno, debo irme. Los veré el lunes en la práctica. – sus palabras no suenan hostiles, parece que ha recuperado la compostura y muestra una pequeña sonrisa. Me sorprendo a mí misma desilusionada de no poder ver su hoyuelo al no estar sonriendo en grande como suele hacerlo, mostrando ese pequeño agujerito que se le forma en su mejilla izquierda.

Michael se levanta del sofá y camina junto a Alec hacia la puerta. Abriendo la salida del apartamento con la llave pegada a la cerradura despide a Alec con un asentimiento de cabeza tan masculino que no puedo evitar rodar los ojos.

De un segundo a otro me recuerdo con pánico que no he avisado a mi madre de que llegaría tarde a casa hoy, por lo que con manos temblorosas busco mi teléfono en mi bolso que encuentro en una de las patas del sofá. Rebusco y rebusco en sus bolsillos, pero no logro encontrar nada, solo la muda de ropa de baile, las zapatillas y otras cosas, pero no hay rastro de mi celular más que del cargador. Me vuelvo hacia Michael que se encuentra sirviéndose en un vaso lo que parece jugo de naranja.

- ¿Sabes dónde está mi teléfono? -pregunto nerviosamente, temiendo haberlo dejado tirado en la cafetería o en cualquier otro lado.

-No. -responde escuetamente sin mirarme mientras bebe de su vaso tranquilamente.

-Michael, de verdad, esto es serio, mi madre va a matarme si no la llamo. De seguro está molesta preguntándose por qué no he llegado a casa aún. -él solo rueda los ojos, pero al menos responde algo más que un monosílabo.

-Yo que sé dónde está. -dice con una mueca en sus labios denotando fastidio. - Puede que lo tenga Alec, él me llamó de tu teléfono. - y luego, mostrando una sonrisa de burla añade: - Tal vez, si lo alcanzas logras recuperarlo.