Abrí mis ojos y me encontré con Cameron que estaba completamente dormido. Tomé mi celular y vi que eran las nueve y media de la mañana, lo dejé en la mesa de luz y me recosté de nuevo mirando hacia Cam. Comencé a acariciar su cabello, despeinándolo más de lo que estaba. Sonreí, era hermoso hasta cuando dormía profundamente, no podía encontrarle ni un defecto.
Un rato después abrió sus ojos, esos que tanto me enamoraban, me sonrió y habló.
— Buenos días rubia. — dijo mirándome con los ojos achinados.
— Hola bello durmiente. — le respondí y él rio.
— ¿Qué hora es? — preguntó.
— Supongo que casi las diez. — dije dándome vuelta y tomando mi celular. — Si son menos cuarto.
— ¿Vamos a desayunar? — me preguntó.
— Está bien. — dije y me levanté de la cama. Me acerqué a mi valija y tomé un jean azul claro, una remera negra y cuando estaba por salir de la habitación Cameron me llamó.
— ¿A dónde vas? — preguntó curioso.
— A cambiarme al baño. — respondí simplemente.
— Emma, puedes cambiarte aquí, en serio. No pasa nada. — dijo Cam ahora levantado. — Salvo que prefieras cambiarte en el baño, sabes que por mi no tengo ningún problema que te cambias aquí. — terminó guiñándome un ojo y reí.
Finalmente decidí cambiarme en la habitación, Cameron también había salido de la cama y se dirigió a buscar ropa en su valija.
Terminamos de vestirnos y fuimos hacia la cocina. Mientras bajábamos las escaleras comenzamos a escuchar voces provenientes del living-comedor.
Emily y Mateo se encontraban sentados en la mesa, Camilo estaba en la cocina preparando el desayuno y Nati servía lo servía, levantó su vista y la fijó en ambos.
— Buen día chicos, ¿qué tal durmieron? — preguntó Nati con una sonrisa.
— Hola Nati, muy bien la verdad. — respondí mientras nos acercábamos más.
— Hola ma. — dijo Cam simplemente mientras se sentaba al lado de su hermanita. — Hola Princesa. — Emily notó su presencia en ese momento, porque se encontraba muy centrada viendo unos videos en su IPad.
— Cam! — habló, sonrió y luego dirigió su mirada hacia mi. — Emma! Te guardé un lugar al lado mío. — dijo señalando la silla que tenía a su lado izquierdo.
— Está bien, ahora vengo. — le respondí y comencé a dirigirme hacia la cocina,
— ¿A mi también me guardaste el lugar? — escuché a Cameron preguntarle a su hermana.
— No, a ti no. Emma es mi amiga. — logré escuchar antes de adentrarme a la cocina por completo y reí.
— Emma, ¿Qué haces aquí? — preguntó Nati que estaba sirviendo el café en unas tazas. Camilo se dio vuelta me miró y me sonrió. — ¿Café o preferís otra cosa?
— Café, pero la mitad. Así le pongo leche. — respondí. — Quería saber si necesitaban algo de ayuda. — inquirí.
— No Em, tranquila. — dijo respondiéndome lo último que le dije. — Ah, lo tomas igual que Cam, no le gusta el café solo. Es medio cobarde. — dijo esto último en voz baja y ambas reímos.
Llevamos los platos con panqueques, la leche con cereales de Emily y las tazas de café.
Nos sentamos y desayunamos en silencio, realmente estaban todos hambrientos, lo único que se escuchaba eran los videos de Emily y su risita tan adorable.
Cuando terminamos de desayunar, ayudé a Nati a llevar todo a la cocina y ella insistió en que iba a lavar todo sola, pero no la dejé.
Nos acomodamos en el sillón para decidir a donde iríamos a pasear, hacía frío y el día estaba bastante nublado.
— Podríamos ir a Carilo hoy. — sugirió Cam.
— Si, tienes razón. — lo acompañó Nati con su decisión. Yo no podía opinar, ya que no conocía ningún lugar de por aquí, así que iba con la mayoría.
— Está bien, iremos a Carilo. — dijo Camilo y todos sonrieron.
******
Después de abrigarnos y de que Nati cambiara a Emily y a Mateo nos dirigimos a la camioneta y nos subimos.
Me había puesto una campera negra de abrigo y un gorro de lana bordo, estuve a punto de sacármelo cuando Cameron entró en la habitación, me dijo que me quedaba hermoso y finalmente me lo dejé.
Emily quiso sentarse arriba del regazo de Cameron y yo tomé a Mateo en mis brazos.
Nos dirigimos por una calle que según me habían contado unía todas las playas de esa zona, Pinamar, Ostende, Valeria Del Mar y finalmente Carilo.
Esta última se encontraba dentro de un gran bosque, era bastante parecida a la zona en donde los Thompson tenían su casa, pero a diferencia Carilo era más vieja.
Condujimos por la Avenida Divisadero, estaba lleno de autos, y había bastante tráfico, era muy normal que los días como hoy la gente saliera a pasear a este "Centro Comercial". Por suerte, conseguimos lugar a una cuadra del centro y caminamos hacia el mismo.
Cameron y yo íbamos adelante llevando a Emily de la mano entre los dos, debido a que era una zona donde no había veredas, las calles eran de arena y era bastante peligroso dejarla sola.
Nati y Camilo iban detrás de nosotros junto con Mateo, quien iba cómodamente en el carrito despierto, mirando todo a su alrededor.
Cuando llegamos al centro, soltamos finalmente a Emily y la dejamos que caminara sola, pero a nuestro lado. Había algunos stands donde podías ver distintos modelos de las diferentes marcas de autos, y Cam me comentó que en el verano estos stands ofrecían Test Drives de algunos de sus modelos, en especial las camionetas ya que eran 4x4 y podías probarlas en la arena.
Después de pasar por allí nos adentramos en el paseo de compras donde podías encontrar distintas marcas de ropa, accesorios y demás.
Eran tres cuadras de centro, donde una de ellas era la más larga y la principal.
Además de tiendas podías encontrar restaurantes, cafeterías, heladerías, algunos juegos para niños, entre otras cosas.
Recorrimos las tiendas, en algunas entré junto a Nati y miramos los percheros, mientras los demás se quedaban afuera esperando.
Los precios variaban bastante, había locales en los que tenían descuentos y otros donde sus precios eran muy elevados.
Después de haber paseado por un par de horas decidimos ir a almorzar en uno de aquellos restaurantes.
El lugar era bastante sencillo, pero estaba lleno de gente. Aunque también debía ser porque eran casi las dos de la tarde.
Nos sentamos en una mesa en el fondo, Cameron en medio, Emily a su lado derecho y yo a su izquierdo.
— Quiero estar en el medio. — protestó la pequeña.
— Basta Emily, compórtate hija. — dijo Camilo en un tono serio. — Toma. — Camilo sacó de la mochila el IPad y se lo dio. Como por arte de magia el puchero desapareció y se convirtió en una sonrisa.
— Hola, buenas tardes. Seré su mesero el día de hoy, les dejo las cartas y cualquier cosa me llaman. — todos asentimos y tomamos los menú.
Había bastante variedad de comidas, pero la verdad no tenía demasiada hambre debido a los panqueques de esta mañana. Finalmente decidí lo que iba a almorzar y apoyé la carta en la mesa.
— Que vas a pedir? — me preguntó Cameron.
— Una suprema a la napolitana con una ensalada, es lo menos pesado que encontré. No tengo mucha hambre. — admití.
— Es grande la milanesa... — comenzó a decir Cameron y debió de notar la cara que hice porque volvió a hablar. — ¿Quieres que la compartamos? — me preguntó y asentí.
— Si quieres cambiamos la ensalada por papas. — dije, pero él negó.
— Está bien así, no hay problema.
— ¿Ya decidieron? — preguntó Nati.
— Si, vamos a compartir el plato porque no tenemos demasiada hambre. — contestó Cameron.
— Bueno. — dijo Nati y le hizo seña al mozo, quien se acercó. — Ya estamos.
— Genial. — respondió.
— Para ella unos tallarines de salsa rosa. — dijo Camilo señalando a Emily quien se encontraba totalmente perdida en el juego. — Para mi unos canelones de verdura con salsa bolognesa.
— Yo quiero un filet de merluza con puré. — dijo Nati.
— Y nosotros vamos a compartir una suprema napolitana con ensalada. — habló Cam.
— ¿La ensalada de que la quieren? — preguntó el mozo. — Pueden ser tres cosas. — Cam me miró.
— ¿Huevo, Zanahoria y tomate? — le pregunté en voz baja y el asintió. — Huevo, zanahoria y tomate. — repetí.
— Genial. — respondió terminando de anotar. — ¿Y para beber?
— Una seven up, una coca. — dijo Nati.
— Una Aquarius de pomelo.
— Otra coca más y un agua. — dijo Cam y me sorprendí, no sabía que me había estado observando tanto.
El mozo se marchó y unos minutos después regresó con las bebidas, una panera y algunos bocadillos para picar.
— Em, ¿hablaste con tu padre? — me preguntó Camilo, mientras se servía algo de bebida.
— Ayer ni bien llegamos le avisé y a los minutos me respondió, pero hoy no hemos hablado. — dije y Mateo comenzó a lloriquear. Nati lo agarró en brazos y le dio la mamadera, a los segundos se calmó. Realmente ese pequeño tenía hambre.
— ¿Cuando es tu cumple Emma? — preguntó Nati.
— El 2 de septiembre. — dije.
— Ah, no falta casi nada. ¿Cumples 18 verdad?. — asentí. Cam me codeó y yo lo miré.
— No me dijiste que faltaba tan poco.
— Sólo lo olvidé. — dije simplemente encogiéndome de hombros. Nunca había sido muy fan de festejar mi cumpleaños. El día sucedía masomenos así: desayunaba, iba a la escuela (si era día de semana), iba a merendar con mis mejores amigos, volvíamos a casa, papá preparaba una cena y ahí terminaba todo.Completamente odiaba todo lo relacionado con llamadas telefónicas, con un "feliz cumpleaños" por mensaje me bastaba.
Salí de mis pensamientos cuando la comida llegó. Dejaron todos los platos, nos desearon "Buen Provecho" y los mozos se retiraron.
Realmente el plato era muy abundante, la milanesa de pollo era bastante grande, yo normalmente estaba acostumbrada a comer un cuarto de la que nos habían traído, así que imagínense.
Cameron la cortó a la mitad y luego esas mismas por la mitad, me serví una porción, agarré el cuenco con la ensalada y me serví un poco, se lo pasé Cam, quien lo agarró y se sirvió.
— ¡Esperen! — dijo Camilo y casi estuve apunto de meterme el primer pedazo a la boca. — Quiero una foto.
— Papá no molestes. — dijo Cam protestando pero ya era demasiado tarde porque había llamado al mozo.
— Disculpa, ¿podrías sacarnos una foto?
— Sí, por supuesto. — dijo tomando el celular de Camilo y dirigiéndose a la otra punta de la mesa. —Sonrían.
— Gracias. — le agradeció Camilo mientras agarraba su celular de nuevo.
— No hay de que. — respondió el joven y se marchó. — Ya pueden comer. — dijo Camilo y eso hicimos.
La comida había estado bastante bien, no era de los mejores restaurantes que había ido pero me gustó. Decimos no pedir postre porque todos estaban llenos. Cuando trajeron la cuenta quise pagar lo mío, pero no me lo permitieron.
— Pero... —comencé a decir y Camilo me interrumpió.
— Pero nada, fue nuestra invitación, no te dejaremos pagar nada.
— Muchísimas gracias, por todo. — dije y era cierto. — Siento como si fueran mi segunda familia. — solté y era verdad, era algo que había comenzado a sentir desde hacía un tiempo. Además de tener a mi papá y mi hermano, sabía que contaba con Nati como una mamá, que me aconsejaba cuando necesitaba. Con Camilo también, siempre estaba a disposición de ayudarme en lo que necesitara si mi papá no podía. Emily y Mateo me daban esa diversión que hacía años que no tenía, al ser los más chiquitos eran los que más payasadas hacían. Y ni hablar de Cameron, que se había vuelto una de las personas más importantes en mi vida, no quería que se alejara de mi por nada en el mundo, era un novio maravilloso, un buen amigo y un excelente compañero de trabajos. Realmente no merecía a esta increíble familia, pero aquí los tenía, a mi lado.
— Nosotros ya te consideramos como parte de esta familia. — dijo Nati tomando mi mano y sonriéndome tiernamente.
Una vez que salimos del restaurante nos dirigimos de regreso a la camioneta y decidieron dar un paseo adentro de la misma porque algunas gotas habían comenzado a caer.
Recorrimos durante una hora por las calles de Carilo, nos metimos por la playa con la camioneta, ya que la misma era una playa especial donde el acceso era mucho más fácil hacerlo con un vehículo 4X4 que caminando, aunque no era imposible.
Un par de casas que me atrevía llamar mansiones estaban ubicadas ahí, frente al mar. Eran bellísimas y me había quedado completamente enamorada. Después de eso decimos regresar a la casa, había refrescado bastante y la lluvia se había intensificado aún más.
Me di una ducha relajante y Cam también.
Nos acostamos ambos en su cama y nos quedamos mirando hacia el techo. Cam había comenzó acariciarme el cabello, al principio me dio escalofríos, aunque debo admitir que eso solía pasarme siempre, pero luego mis ojos comenzaron a cerrarse.
— ¿Te gustó el paseo?
— Si, me encantó, creo que Cariló se volvió uno de mis sitios favoritos. — admití con una risa y el también rio. — Gracias. — dije.
— De nada, rubia. — dijo, luego me tomó del rostro y me besó.