Se incorporó de la cama y se sentó en la silla giratoria que su hermano solía usar, golpeó ligeramente la tecla espaciadora y un vídeo se hizo presente en la pantalla. La cara de Max era más blanca de lo que recordaba, se podía ver la sombra de un bigote y barba rasurados.
Una lágrima corrió por su mejilla, tenía el cabello alborotado, como siempre, sus ojeras eran oscuras pero sin perder el encanto.
Con la mano temblorosa, volvió a teclear y el vídeo comenzó a correr.
Aquí Max- soltó una risita cansada- preparándome para mi tan esperado viaje de exploración en las lejanas e increíbles tierras de la Isla de la Queimada Grande- alzó el brazo derecho con emoción y mirando hacia el vacío que señalaba- o, como es comúnmente llamada, La Ilsa de las Serpientes- abrió el libro que llevaba en las manos- se encuentra a 150 km. de distancia de São Paulo, en Brasil. Jajaja, ¡así es! ¡Me voy a Brasil, al otro lado de continente!- comenzó a ser su clásico baile de la victoria, tomó asiento y suspiró- ahhh... Claro que... Bueno, la razón por la que iré a Queimada es, justamente, por una serpiente- volvió a ojear su libro- este reptil es... bothrops insularis, la más venosa que existe. Sin embargo, últimamente ha circulado la noticia de que un explorador, Alexander Larsson, viajo a esta isla prohibida y,pues, no regresó- se masajeo el puente de la nariz- pero... El rumor en si es que él sobrevivió, hay unas fotos de un hombre en las costas de la isla y en el faro... Hace tres meses su hermano, Kesley Larsson, especialista en genética y amante de las serpientes, estuvo estudiando el veneno de la bothrops insularis antes del viaje de su hermano, y ha formulado una hipótesis sobre una posible inmunidad, y que talvez, si estudiara la sangre de su hermano y la comparara con un humano común y corriente podría hallar la anomalía y copiarla para que la inmunidad sea algo común en las personas, lo cual a mi me parece una gran idea. ¡Bueno!- cerró su cuadernillo y suspiró pesadamente- yo quiero ir a la isla para descubrir si este rumor "del sobreviviente"- imito las comillas con sus dedos- es real, cuatro amigos y yo iremos a la Isla Queimada Grande dentro de dos días así que, ya que me iré al lugar más mortal en la Tierra...- su mirada se oscureció- Elena...- ella soltó una lágrima- Elena, si no... Si no regreso dentro de un año- Max comenzó a llorar y Elena no impidió que sus lágrimas cayeran- no me esperes.
El vídeo terminó y Elena se quedó contemplando el rostro de su hermano a través de la pantalla, lloraba, no sabía por qué, sólo lloraba.
¡Su hermano sabía perfectamente a lo que se estaba exponiendo! Pero no tenia sentido, por que Max iría a ese lugar; sí esta bien, es amante de la aventura, sucesos paranormales y todo eso pero... ¿Por qué?
Después de secarse las lágrimas descubrió que el cuaderno del vídeo era el mismo que estaba en la estantería, en donde había encontrado la foto que tenía en la mano. Se puso de pie y lo volvió a abrir, leyendo apresuradamente las páginas hasta que, casi llegando al medio del cuaderno, encontró lo que buscaba.
Todo estaba ahí, escrito con la hermosa letra corrida de Max. Las fotos que mencionó en el vídeo, sobre un hombre en la isla, la información de la que hablo, fotos que ella supuso, eran los Larsson, y la imagen de una serpiente, en la parte inferior se leía: bothrops insularis.
También habían fechas y unos códigos, seguramente de los vuelos que tomaría para llegar a la isla, también habían nombres, seguramente de los chicos que lo acompañarían, ella reconoció a tres, pero el cuarto... Talvez era el chico nuevo del instituto, el que tenía vitiligo.
Después de leer toda la información, mucha de la cual ya se había mencionado en el vídeo, recapacitó.
Se supone que la serpiente de nombre raro es la más venenosa en el mundo, y si Max había ido a una isla donde hay como seis de esos reptiles por metro cuadrado, lo más seguro y probable era que esté muerto pero, ¿por qué su instinto le decía lo contrario?
Cerró estrepitosamente el cuaderno y lo dejó sobre el teclado, afuera de la habitación no había señales de vida, por lo que era era obvio que ya todos se habían ido.
La cabeza le palpitaba de tanto pensar, demasiadas emociones para una sola mañana. Arrastró los píes hasta la cama de su hermano y se recostó.
El rostro animado de Max reinaba en su mente y, poco a poco cerró los ojos hasta quedarse profundamente dormida.