Después de que David se fue no pude dormir, la ansiedad no me dejó tranquila. Me metí a bañar porque quería quitar su aroma de mí. Noté que mi baño estaba remodelado, ya no había tina, ya no estaba aquella tina en la que me hundí después de haberme cortado las venas de mi mano izquierda. Recordé los gritos de mi madre al encontrarme, la llegada repentina de Leonel, como actuó de inmediato amarrando una pedazo de la tela de su camisa para que dejara de sangrar. Recordé el llanto de Asher, como Liam intentaba calmar a mi hermano menor, pero sobre todo lo recordé a él; sus lágrimas, sus gritos, pidiéndome que me mantuviera despierta. Aquellos ojos que en ese momento eran de un color amielado, obligándome a que no dejara de mirarlos. Como gritaba "amor no me dejes", fue él quien logró mantenerme conciente, ¿cómo lo logró? no lo sé. como tampoco sabía cómo fue que no morí.
Después de bañarme me la pasé deambulando por la habitación. Abrí y cerré cajones, logré encontrar un poco de ropa que aún me quedaba. También encontré algunas cartas que David me había escrito cuando éramos novios, no las releí, solo las dejé en el mismo lugar.
Necesitaba salir de allí, necesitaba hacerlo.
Por la mañana abrí la puerta corrediza del balcón, me sentía en una pecera, pero el aire que entraba me hizo saber que no lo estaba. Nicole había llamado muchas veces, tal y como lo dijo. Y como yo le dije, no le respondí.
Eres una perra, solo quiere saber que estás bien.
Las malas noticias vuelan pronto, de haber estado mal, ya lo sabría.
Llamé a Naím pero no respondió. No quise insistir porque quizás se había quedado dormido después de haber investigado tanto. Solo esperaba que cuando me llamara fuera para darme buenas noticias.
Me volví a acostar en mi cama y me coloqué una almohada encima de mi cara, solo quería intentar que me diera sueño. Pero entonces, tocaron la puerta y todo se fue al carajo. Indiqué que pasaran, porque podría ser cualquiera menos David, ese se metía por el balcón y sin tocar.
—Soy yo —dijo Liam, una vez que estaba dentro.
—¿Qué quieres adoptado? —pregunté sin mirarlo.
—Hablar contigo —dijo y se acostó al lado mío.
—Puedes acostarte, no hay lío —dije en ironía.
—Es sobre David —soltó.
No me miraba, su vista estaba clavada hacia el techo y sus manos detrás de su nuca.
—Ya pasaron tres años Liam. No me jodas con esto ahora.
—Solo escúchame —pidió.
—Solo si después te vas a largar y me vas a dejar en paz.
—Hecho —dijo y comenzó a hablar—. Él me contó una vez acerca de cuando los miró a ti y a Naím, ya sabes teniendo... —se le complicaba decirlo y yo me frustraba que no pudiera decirlo tal y como es.
—Cogiendo, follando, teniendo sexo —bufé—. Dilo por su respectivo nombre y ya.
—¡Joder, Jul! —exclamó y se puso de color rojo—. No tienes que ser tan expresiva, soy tu hermano mayor y estoy tratando de hacer lo que un hermano mayor haría.
—Corrección —me aclaré la garganta—. La hermana mayor soy yo, tú eres el adoptado mayor.
—Soy tu hermano aunque no lleve tu sangre —dijo y continuó—. Me dijo que fue lo más doloroso que pudo sentir, que su autoestima se fue abajo, tan abajo que creyó que no era digno de ti, ni de nadie.
Desbloqueé mi celular solo para verificar si tenía alguna llamada, algún mensaje o ajá, algo que me hiciera correr a Liam.
—Dijo que eras la niña más hermosa, que te miró florecer, pero... cuando los miró a ti y a Naím, se le borró toda imagen buena que tenía sobre ti. La flor que él miró abrirse en ese momento se le marchitó.
Encendía el televisor y lo volvía a apagar solo por no tener nada que hacer.
—Cuando cortaste tus venas, él creyó que lo habías hecho porque te ignoraba, porque no quería estar en el mismo sitio que tú. Se sintió culpable durante mucho tiempo, pero no era porque hubiera dejado de amarte sino, porque le dolía mirar la chica en la que te estabas convirtiendo.
Me senté en la cama y mis rodillas comenzaron a temblar, mis manos las abría y las cerraba.
—¿Sabes por qué le dolió tanto que te fueras sin decirle nada? —preguntó.
Entonces me levanté de la cama y empecé a caminar por la habitación.
—Fue porque iba a pedirte que lo olvidaran todo. Que él podía superar eso, porque él estaba seguro de que tú lo amabas a él y que Naím solo era atracción física.
Entonces caminé hacia el baño para lavarme la cara, Liam fue detrás de mí, seguía hablando como merolico.
—Un jodido año, Jul —dijo—. Fue un año que te llamaba y tú no respondías, un año que te enviaba mensajes y tú no le respondías, un año que te envió cartas y tú jamás le respondiste una.
Entonces me salí del baño para caminar hacia el balcón y recargarme en la baranda. Pensé que quizás y así Liam se iba a callar, pero no fue así.
—Un año en el que él comenzó a salir, a beber, a meterse con cuanta chica se le pusiera en frente. Se iba a carreras de motos ilegales, se peleaba con cuanto tipo se le pusiera al tiro y... —tomó aire—. Él también cambió.
Algo en mi interior comenzaba a cambiar y necesitaba callarlo, así que volteé de lado para ahora sí verlo a la cara, pero... fue en ese momento en el que miré como una mariposa azul volaba cerca de la cabeza de Liam y mi vista se clavó en aquellas alitas que se agitaban para mantenerse en el aire.
—Después de ese año conoció a Adara —continuó—, la chica iba en otra universidad de Dublín, pero pidió su cambio para la universidad en la que ahora vamos nosotros dos. Ella estudia psicología al igual que tú. La chica quedó enamorada de David prácticamente desde que lo miró, pero él no, él aún pensaba en ti.
La mariposa seguía aferrada a volar sobre la cabeza de Liam y las ganas de capturarla me estaban torturando.
—Dos años fueron los que Adara batalló para que David se decidiera a tener algo serio con ella —dijo.
—Agáchate —le dije.
—¿Qué? —me miró, pero no se agachó.