Al día siguiente desperté muy tarde, y me encontraba sola en la cama. Me dolían hasta los pelos, supuse que así pasaba después de haber durado tantos meses en abstinencia. Me las arreglé como pude para alistarme, puesto que tenía que volver a mi realidad y seguir con mis terapias. Mientras peinaba mi cabello, le sonreía como tonta al espejo. Estaba emocionada por salir y ver a Marwan, aunque a la vez, pensar en verlo, me provocaba cierta vergüenza.
Escuché la puerta abrirse, y el corazón se me disparó a mil por hora. Comencé a sentirme muy nerviosa, al grado de que mi respiración se comenzó a acelerar, pero todo mi cuerpo se relajó, cuando la que entró a la habitación fue Legna. Entró tapándose la nariz con dos dedos y con un aromatizante en aerosol en la mano desocupada. Comenzó a rociar la habitación, como si fuera empleada del control de plagas. Después de que prácticamente se terminó todo el aerosol, destapó su nariz y aspiró profundamente.
—Mucho mejor —mencionó—. No quería entrar y desmayarme con tanto olor a sexo.
—No sé de qué me hablas —me apresuré a decir y me hice la desentendida en el espejo.
Sin embargo, Legna comenzó a gritar.
—Ah, sí, Marwan, ahí —gemía—. Sí, sí, quiero más, oh, sí...
Tuve que ir hacia ella y taparle la boca, antes de que alguien escuchara sus gritos sexuales.
—Okay, sí sé de qué me estás hablando —siseé.
—Cedrik también te escuchó —se burló—. Pobre niño, quería venir a darte las buenas noches y se encontró con esos terribles gritos.
—¿En serio? —sentí que me puse morada.
—Sí. Estaba preocupado por ti, no entendía qué podía estar haciéndote Marwan para que gritaras así —comenzó a jugar con su navaja—. Tuve que taparle los oídos, llevármelo lejos y decirle que Marwan te estaba alimentando.
Y que bien nos alimentó.
—¿No sé te ocurrió otra cosa mejor? —puse cara de yeso.
—Oh, cariño, ese niño lo quiere saber todo. Así que ahora deberás gemir cada que comas sushi.
Me tapé la cara con ambas manos. En ese momento solo podía pensar en cómo iba a mirar a Cedrik después de lo que escuchó, o peor aún, qué iba a hacer si me preguntaba algo.
—Oh, por cierto, a lo que venía —comenzó a peinar con sus dedos, algunos de mis cabellos—. Marwan tuvo que salir de emergencia, le salió una misión importante y solo él podía cumplirla.
—¿Se fue sin despedirse? —mi voz sonó a decepción.
—Cuando es una misión importante, solo tiene que irse y ya —explicó.
—Ya... ¿Y cuánto va a durar?
—Si la misión no se complica, llega mañana. Recuerda que tiene que entregar a Cedrik.
—¿Y sino puede venir...?
—Bueno, en este caso te tocaría a ti como pareja de Marwan, ir entregar a Cedrik, acompañada de un Wichmann, ya sea Adler o yo.
—Por cierto ¿Dónde está él?
—En el cenote con Adler, quería bucear —aspiró—. Y bueno, me toca darle mantenimiento a las cámaras de seguridad, ve a comer algo y luego das una vuelta por ahí.
Legna se despidió y desapareció de la habitación. Me quedé de pie en el mismo sitio, después de tanto tiempo sintiéndome acompañada, volví a sentir la soledad. Salí de la habitación arrastrando los pies, ya no sentía ánimo de nada. Quise entrar a la cocina y me impidieron el paso que porque estaban haciendo la comida para todos. Al menos no me impidieron la comida, esa me la llevaron al gran comedor donde me sentí demasiado pequeña en una mesa tan grande.
Cuando terminé de comer, ni siquiera quise reposar, sino que debido a tanta soledad, quería sentir la compañía de alguien, aunque ese alguien fuera mi psicólogo. Entré al consultorio, él estaba escribiendo algo en su ordenador, pero en cuanto me vio, sonrió y dejó su ocupación para atenderme a mí.
—Hola, Julieta —saludó, señalando el sillón frente a su escritorio—. ¿Cómo te sientes hoy?
Antes de sentarme, agarré unas bolas antiestrés que tenía en su escritorio, me senté y comencé a jugar con ellas en mis manos.
Si te aburres con esas bolas, podemos seguir con las que nuestro psicólogo tiene integradas.
—Me siento... —lo pensé un poco.
—Dilo por su nombre, así como lo hemos estado haciendo últimamente —me animó.
—Es que me siento de muchas formas —quise explicar—. ¿Se puede sentir de muchas formas? ¿Me volví bipolar?
—Claro que puedes sentirte de muchas formas y eso no te hace bipolar —explicó—. Puede que te sientas feliz por un motivo, pero a la vez puede existir otro motivo que te haga sentir triste o enojada. ¿Te parece si tú me dices cómo te sientes y a la vez me explicas por qué crees sentirte de ese modo?
Asentí con la cabeza y después bajé la mirada hacia las bolas antiestrés que traía en mis manos. Aún no podía explicar bien lo que sentía, viendo a esa persona a los ojos. Antes era desvergonzada, pero eran esos momentos en los que perder la vergüenza, era lo que más me costaba.
—Me siento sola —confesé—. Yo quería estar acompañada este día, quería mantener mi cabeza ocupada en otras cosas que no fueran recuerdos de hace ya varios meses —aspiré—. Ayer me hice un tatuaje —lo señalé —, quería sentir dolor, porque creí que con eso compensaría el dolor interno. También me entregué a Marwan, por primera vez —sonreí viendo las bolas—, pero ahora que desperté me encontré con la noticia de que se fue, que no me avisó y me hace sentir como si..., como si para él no hubiese significado nada.
Dejé las bolas antiestrés sobre mis piernas y me estrujé toda la cara. Mi psicólogo seguía en silencio, esperando a que yo terminara de contarle todo.
—Y eso de alguna u otra manera, me hace sentir estúpida —bufé—. Antes no me importaba lo que la otra persona pensara, no entiendo porqué ahora sí.
—Entiendo. Vamos a aclarar tus emociones paso a paso —explicó—. Platícame porqué es que querías estar acompañada el día de hoy y porqué pensaste que al hacerte un tatuaje, compensarías el dolor interno.
—Hoy es 1 de diciembre... —lamí mis labios—. Mi mejor amiga murió el 1 de junio..., hoy hace medio año que ella cerró sus ojos para no abrirlos nunca más —comencé a golpear bola con bola—. Pensé en mi hermano, el que era su novio. No puedo ni siquiera imaginar cómo la ha pasado desde su partida y yo que ni siquiera pude darle la despedida que ella merecía. Tengo miedo de estar sola, y que por todos esos pensamientos que he tenido durante varios días, vuelvan esas voces asesinas de mi cabeza y me hagan cometer cosas que no quiero hacer —aspiré—. Creo que he estado bien, he tenido buenos avances, y no quiero que esto me haga caer.