No podía creer que finalmente habíamos conseguido unir las piezas del pasado de Nanashi y no solo logramos eso. Kaede logró recuperar todos sus recuerdos antes del asesinato.
A pesar de ser un niño prodigio, pasó por cosas difíciles. Nanashi me relató que se enfermó de VIH en un viaje que hizo al extranjero cuando era más joven y que en ese viaje abusaron de él. Fue tan interesante saber de Kaede. Nada más a nuestro alrededor existía.
No tuve nada para contarle de mí, más que la historia que inventé de niño. Él rio después de escucharla.
"¿No crees que es momento de saber quién fuiste y quién eres?"
Nanashi comentó con una sonrisa y poco a poco comenzó a volverse traslúcido; por ende, ya no podía tocarlo más.
"¿Qué?", pregunté desconcertado.
"Gastaste muchos años de tu vida descubriendo quién soy, ahora es momento de que sepas quién eres. Haz hecho mucho por mí.
Tu amor me hizo embellecer, tu amor me hizo tan real como para poder tocarme, pero ahora tu amor tiene que aprender a dejarme ir. Estarás bien sin mí, porque eres un chico independiente, seguro de sí mismo y que la suerte siempre está de su lado."
Las palabras no salieron de mi boca. Por más que intentara abrazar a Nanashi, fue en vano. Nanashi miró la luna y murmuró: "Pasé tanto tiempo en la oscuridad que había olvidado lo bonita que lucía la luna."
Y dichas estas palabras, Nanashi desapareció para siempre de mi vida, dejándome únicamente los recuerdos que sembró en mi corazón y el cálido tacto de sus labios sobre los míos.
Fue melancólica nuestra despedida, diferente a lo que pensé que sería durante todos estos años. ¿Por qué debemos encariñarnos con las personas? Duele tanto una despedida.
Tuve tantas oportunidades para decirle cuanto lo amaba y no lo supe aprovechar. Espero que él fuera consciente antes de irse, de lo tanto que lo apreciaba.
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Editado: 03.09.2020