Capitulo II
Sentía un dolor intenso en el rostro, abrí los ojos y me encontré en mi habitación. Me levanto de la cama y me dirijo al baño, enciendo la luz, abro el lavamanos y opto por lavarme la cara. Me miro en el espejo y me doy cuenta que tengo uno de mis ojos morado. Me toco el hematoma lo cual saca de mí un leve quejido dolor. Sólo recuerdo haber quedado inconsciente en la acera.
Miro por la ventana de la habitación, veo que ya a anochecido. Me acerco mas a la ventana para divisar la calle. Veo que el Sr. Benjamin llega a su casa con su esposa y tenía en sus brazos una bolsa de comida. Me hizo suponer que ya eran pasadas la siete de la noche que era la hora que usualmente ellos llegaban. Me volteo, y veo en la mesita de noche junto a mi cama, la cámara, pensé que la había perdido por culpa de esos cavernícolas. La agarro y tomo una fotografía a los dos ancianos entrar a su casa.
Salgo de la habitación, me dirijo a las escaleras. Escuchaba voces en la planta baja de la casa. Comencé a bajar. Cuando iba a la mitad, Enid, mi mejor amiga dirigió la mirada hacia mí. Corrió a abrazarme.
- Oh por Dios, Alma ¿estás bien? – Veo dos figuras masculinas en la sala.
- Si, estoy bien, gracias por preocuparte – De las dos figuras, una era mi padre de la cual sorprendentemente se veía sobrio, la segunda era un joven alto, cabello negro, ojos cafés, bastante atractivo - ¿Quién es ese chico? – Le pregunté a mi amiga.
- Este chico es Samuel Medina – Dijo mi padre sin permitir hablar a Enid – Él ha sido quien te ha rescato a ti y a tu hermano de eso brabucones.
- Mucho gusto – Dijo el chico tendiendo la mano hacia donde yo me encontraba.
- Alma – Le tendí la mano – gracias por habernos ayudado – Su nombre se me hacía muy familiar – No debiste hacerlo, pudiste salir lastimado – Dirigí la mirada a mi Padre - ¿Damián, donde esta?
- Esta en su habitación – Respondió rápidamente Enid, como vengándose de mi padre por haberla interrumpido hace un momento – Aun no ha despertado.
Corrí escaleras arriba, me dirigí a su cuarto, abrí la puerta lentamente. Me siento en la cama junto a él. Tome su mano.
- Sé que también la extrañas. Si ella estuviera con nosotros estoy segura que nada de esto estuviera pasando. No entiendo que nos paso, hermano. – Comencé a llorar – No sé si puedo lidiar con todo esto. Estoy cansada, deberías dejar de meterte en problemas, Damián. Sé que es difícil pero ya es hora que empecemos a madurar, debemos aprender que las cosas se deben dejar ir. No quiero que te hunda más, no te conviertas en nuestro padre, por favor.
Me levante dirigiéndome hacia la ventana, vi una sombra correr a través del jardín de los Parker , perdiéndose en la parte de atrás de la casa. Cuando me voltee vi a Samuel parado en la puerta. Me sobresalte.
- Ah, me asustaste. Pensé que ya te habías ido. – Fruncí el ceño, de cierto modo no me agradaba su presencia.
-Lo lamento – Respondió apenado – Sólo quise asegurarme que estas bien. Ya me voy. Vine a despedirme.
- Esta bien, adiós.
Lo vi salir. Lo pensé unos segundos y lo seguí. Estaba a punto de irse.
- Espera –Le dije - ¿Dónde vives quizás pueda acompañarte?
- Soy el nieto de los Parker, he venido de vacaciones para quedarme unas semanas con ellos.
- Eres nieto del Sr Benjamín. Ellos viven aquí a dos casas. Permíteme ir contigo.
- No hay problema.
Salimos de la casa, nos fuimos caminando por la acera. Sin decir ninguna palabra, lo veía caminar pensativo. Rompo el silencio.
- Samuel ¿qué te preocupa?
- Hace años que no los visito. No sé si podrán reconocerme.
- El Sr Benjamín es una muy buena persona, siempre he pensado que tiene una memoria prodigiosa, estoy segura que te recordara y te recibirá con mucho agrado.
- Eso no lo dudo, me preocupa más mi abuela, siempre ha sido muy gruñona respecto al llegar sin avisar. Aunque siempre se le pasa el enojo muy rápidamente después de una charla con Ben.
Nos acercamos más a la casa, al dirigir la mirada a esta, noto que estaba muy oscura, lo cual me pareció muy extraño, ya que el Sr Benjamín siempre dejaba la luz del frente encendido. Sin embargo, no dije nada.
- Hemos llegado, creo que aquí nos despedimos. – Lo escucho suspirar.
- Si, aquí nos despedimos, espero que nos veamos en otra ocasión.
- Yo también, Buenas noches.
Lo ví llegar a la puerta de la casa, y me retire lentamente. La noche estaba despejada, me tome mi tiempo para observar el cielo, aprecie la luna que tenía una belleza particular. Sentí una cálida paz. La cual duro muy poco, al llegar a la puerta escuche un estruendo. Como un trueno que rompió el silencio de esa noche. Fue un disparo. Dirigí mi mirada a la casa donde había dejado a Samuel hace sólo un momento. Veo a un chico salir corriendo de aquella casa.
Corrí hacia allá, Enid y mi padre salieron de la casa. Me siguieron. Entro en la casa de los Parker y veo al Sr Benjamín, sentado en el sofá con la mirada perdida en el suelo. Cuando destiné mi vista a lo que el Sr Benjamín miraba, me encontré con la silueta de Samuel en el suelo levantando la cabeza de lo que pude distinguir como el cadáver de la Sra Margaret.
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Editado: 24.08.2018