Alma & EspÍritu (libro 3)

1

Demonios.

—¿Qué le ocurrió a Cassia? ¿Por qué se desmayó? —preguntó Brook mientras se acercaba a ella.

—Querido Brook, Cassia no acaba de desmayarse. Cassia acaba de morir. —respondí.

Los ojos de Brook comenzaron a tornarse de un color rojizo. Después lágrimas comenzaron a salir de ellos haciéndolo ver aún más patético. Supongo que nunca entenderé a los ángeles ni a los humanos. Entregan su vida a una persona como si lo fuera todo, y se olvidan de protegerse a ellos mismos, eso es lo que los hace estúpidos. Los demonios por nuestra parte, sólo nos encargamos de divertirnos, sin importar lo que ocurra a nuestro alrededor. Es por eso que amo lo que soy y como soy.

—Escucha, Cassia murió pero no lo tomes tan literal. Su lado de demonio se activó y... ¿Por qué te estoy explicando esto a ti? En todo caso, tendría que estarselo explicando a ella. En fin, sólo puedo decirte que despertará en unos minutos.

Tomé el cuerpo inconsciente de Cassia entre mis brazos y comencé a caminar, alejándome de Brook, Leah y Chris. Los demonios que estaban conmigo comenzaron a caminar detrás de mí. Podía sentir la mirada de Brook queriendo asesinarme.

—¿A dónde la llevas? —preguntó Brook a mis espaldas mientras yo seguía caminando.

—A su verdadero hogar. El infierno.

Sinceramente, me sorprendió que no me detuviera. Él no se acercó, no suplicó por Cassia, tan sólo me observaba alejarme mientras sus lágrimas seguían cayendo. Brook cometió un error que los humanos suelen cometer toda su vida. El peor de los errores: enamorarse.

Las calles de Dines estaban casi vacías, y los pocos ángeles que estaban ahí nos observaban sorprendidos y tristes al ver a Cassia de ese modo. Conforme me iba acercando al infierno, la gente era menos. Supongo que a los ángeles no les gusta aproximarse al hogar de los demonios.

Por fin, estaba en mi hogar. Después de unos minutos de haber llegado al infierno, Cassia comenzó a abrir los ojos.

—¿Frederick? —oí su voz a mis espaldas.

—¿Qué ocurre?

—¿Por qué me siento así? —dijo mientras tocaba levemente su cuello.

—¿Tienes sed? ¿Tal vez hambre?

Ella observó a todo su alrededor y permaneció pensativa por unos segundos.

—Creo que ambas. —respondió y me acerqué a ella.

—Pues...busquemos algo de comida—comencé a caminar y ella fue detrás mío—. Pero antes debo aclararte que los demonios comemos cosas un poco... Diferentes.



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En el texto hay: misterio, angelesydemonios, amor

Editado: 08.12.2018

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