Alma Gemela

Capítulo 5

— ¡Tienes que creerme! ¡¡Era él!! ¡¡Era su voz!!—exclamo por quinta vez.

— ¿Y entonces por qué yo no lo escuché?— replica ella.

— No... no lo sé.— titubeo.

—Pero yo no lo escuché y cuando cruzamos, él solo no estaba— murmura, viéndose triste —. Si te llama, y por tú nombre, ¿entonces por qué se fue sin hablar? No tiene sentido, no es lógico.

—Tenemos que ir a ese hotel y preguntar por él, ¿verdad? No sucedería nada—sugiero, ignorando su pregunta.

— ¡Alto ahí, amiga! ¿Y si no está allá? ¿Y si perdemos el viaje? No, mi amor. Ya hemos caducado el pase para hacer el ridículo y no he comprado más billetes.

—Tú más que nadie, me ha apoyado en esta cosa..., loca que me sucede. ¡Deberías apoyarme en esto! Siempre me crees, en todo. ¿Pero ahora no? No es posible que no me creas— le reprocho.

Ella suspira y con eso sé que gané, por ahora. La veo limpiarse los residuos que tiene en la boca con una servilleta antes de hablar:

—Y decías que no querías ir a verlo—me regaña, yo me río —. Está bien. Está bien. ¡Vamos a ese hotel de locura! Esperemos que si esté allá.

Doy un gritito y la abrazo con fuerza mientras le agradezco millones de veces.

—Pero vamos mañana —me dice.

—Sí... Oh no. Mañana es el concierto.

—Vamos horas antes, genia.

—Ah bueno, eso sí. Así sí.

—Mi duda es: ¿Solo llegaremos preguntando por quién? ¿Un tal Chris que se hospeda en el hotel?—inquiere. Coloca sus brazos encima de la mesa y une sus manos.

—Eso no lo pensé. Pero, capaz vamos y por pura casualidad él está abajo hablando con alguien, y nos vemos.

—Y me decías que no querías una aventura, que esto no es una telenovela, y puras tonterías tuyas. Ahora andas creándote una historia de lo más encantadora, amiga. El karma es delicioso. — me reprocha.

—Bueno, a lo mejor mi plan no es el mejor y debo dejarlo en paz— desisto un poco.

Ella pone sus ojos en blanco, se levanta de la mesa para llevar los restos de la comida a su lugar correspondiente; el contenedor de basura. Estamos en el centro comercial Trinitarias, específicamente en el área de comida.

Queda cerca de mi universidad, y como Paola andaba por estos lugares de la ciudad decidió invitarme a comer, es por ello que aquí estamos. Discutiendo sobre lo que sucedió el día de ayer.

Yo sé que era su voz, su voz. La he escuchado millones de veces, ¿cómo no la reconocería? Es decir: Hola, me he perdido en mis pensamientos, millones de veces con esa voz. Ya entiendo a mi amiga cuando me decía que con mi chico de los sueños era distinto y con mucha terquedad le refute miles de veces.

—Por allí viene Pene sin guardar— dice con fastidio Paola, mientras se deja caer en la silla que antes ocupaba—. Tienes que darme permiso para correrlo de aquí. Cuando nos note vendrá directico para acá. Y, en serio, no estoy para aguantar mentiras de un pene minúsculo.

—No le vistes el pene—le digo.

—Y tú tampoco, querida. ¡Y menos mal! Yo te dije hace unos días: Soy vidente. ¿Lo ves? Gabriel nunca me terminó de gustar para ti y mira como termino todo, y ahora tú chico está en nuestra ciudad. Debes de confiar en mí más a menudo.

— ¿Qué chico? —interrumpe Gabriel. Junto con él va su séquito de amigos: tres en total. Cuatro, si lo contamos a él.

—El que hará un mejor trabajo como novio, infiel de mierda—responde Paola, mirándolo con desprecio y asco, como siempre ella dejándome la palabra en la boca. No me quejo.

—Quiero hablar con mi novia, no contigo—refunfuña él.

— ¿Novia? Pero... Yo no veo por ningún lado a tu profesora de Estadística. Ésa, con la cual follabas en el estacionamiento. ¿No recuerdas? —digo, fingiendo indiferencia.

—Tú eres mi novia—insiste él.

—No pensabas que era tú novia cuando le dabas duro a tu profesora— replico—. Déjalo así, Gabriel. Di por sentado que habíamos terminado. Y si tú no lo entendiste, entonces: Gabriel, por haberme montado los grandísimos cuernos; terminamos. Yo te termino. Larga vida para ti y tú pene.

Los amigos de esté tratan de controlar sus risas, él se molesta, pero no se va, se queda y sigue fastidiando.

— ¡Tenemos que hablar! Yo quiero salvar nuestra relación— él insiste.

—Aquí no hay nada que salvar. ¿No tienes que ir a coger a otro profesor? Déjame en paz y lárgate. Hemos terminando, fin de la historia.

—Cami, amor...

— ¡Qué ella no es tú amor! —exclama indignada Paola. Se voltea y observa a los amigos de él qué, convenientemente se quedaron unos cuantos pasos detrás—. ¿No pueden llevarse a su apreciado amigo? Antes de que cometa un homicidio doloso intencional—espeta, dirigiéndose está vez a ellos.

—Hombre, vámonos de aquí. Dejemos a las señoritas solas—razona uno. Lo jala un poco de su camisa y Gabriel, a regañadientes, se aleja de nosotras.

Cuando están en una distancia razonable, Paola empieza a delirar:

—Es un maldito grano en el culo— farfulla—, no entiendo cómo tú pudiste aceptar salir con ese engendro del señor.

—No parecía malo.

— ¡Pues tú príncipe azul se convirtió, no en un honorable sapo, si no en una culebra ponzoñosa! Te dije que me daba mala espina, tú sabes que cuando mi sexto sentido me dice algo de alguien es por siempre tengo razón, pero con él te hiciste la loca y nunca me creíste, siempre, no hubo una sola vez que no demostrara mi desagrado hacía ese estúpido, pero tú querías tanto llevarme la contraría— me regaña, mueve sus manos dándole más énfasis a su discurso. El tono que usa, sus faciales me hacen no interrumpirla. Le daría más munición y en vez parar estos disparos, tendrá para más.

Suspiro. Es que tiene razón. Mi cuento de hadas fue truncado por una nave espacial. Lo sé, un poco loco mi intento de darle razón a esto, pero es así. Todo es así. Me pierdo unos instantes y cuando reacciono solo puedo distinguir las últimas palabras que emite.



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En el texto hay: amor, espiritual, sucesos misteriosos

Editado: 11.06.2021

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