Capítulo 17:
Despertar
Un despertar engañoso.
Nick
Intento pensar en cualquier cosa que no sean las malditas razones que desconozco por las cuales mi hermana está en una cama atada a extraños aparatos, en un coma inducido por una entidad maligna.
Hace dos horas que llegue, y la incomodidad de la silla me está matando. Mi madre salió a tomar un poco de aire fresco.
Intente preguntar si tuvo algún otro hermano además de mi tío, pero me evadió con mucha facilidad.
Mantengo los ojos cerrados, y desvió mis pensamientos a Danna, ¿Dónde estará ahora? ¿Cómo le hace para pasar el tiempo siendo un fantasma? ¿Estará aterrada ante su nueva situación, o por lo que puede llegar a ver?, ni siquiera le he preguntado cómo se siente, estoy seguro que esta aterrada, asustada, pero aun así siguiendo adelante con lo que sea que le espere en un mañana, así es ella.
Sonrió, recuerdo ese día en el pasillo de la universidad —no era la primera vez que la veía, ya que ha estudiado con mi hermana desde el inicio de la carrera, pero era una de las pocas veces que estuve cerca de ella—, estaba tan alterada porque Robert intento hacer uno de sus tantos numeritos de conquista con ella, y termino demostrándole lo idiota que podía llegar a ser, y ahora él está muerto.
Aun no puedo creerlo, parece que fue ayer cuando alzo a Danna por los aires, pero han pasado meses, luego después de tantos desprecios Danna me deja para ser su novia, ambos andaban como tortolitos por los pasillos de la universidad mientras me retorcía por dentro de los celos, sin darme cuenta de que realmente no era mi novia quien se besaba con Robert si no su gemela, aunque en el cuerpo de mi chica. Que en ese momento era lo mismo.
La gemela de Danna ha causado muchos problemas en muy poco tiempo. He visto muchas manifestaciones de fantasmas, pero ninguna como está. Ella ha matado a más de una persona a lo largo de los años.
El mundo espiritual requiere de mucha responsabilidad, y en un arma de doble filo, puede ser usado tanto para el bien como para el mal. En la actualidad las personas ya no dicen sus disgustos a la cara, es más fácil lastimar por medios que no se pueden ver, que no se pueden percibir y que en algún momento terminan con la cordura o la vida de una persona, una víctima de la maldad de otros.
— ¿Nick? —la débil voz de mi hermana me saca de mis pensamientos.
Abro los ojos desesperado y de un salto estoy a su lado, y es real ella ha despertado. La lleno de besos, y la abrazo como si fuera la última vez que la fuera a ver.
— ¿Estás bien? Iré por un doctor —me precipito por la puerta y golpeo con mi cuerpo a la enfermera, de sus manos caen unas carpetas, las recojo rápidamente y le informo el estado de mi hermana.
Mientras la enfermera va por el doctor, estoy de vuelta en la habitación.
— ¿Dónde está mamá? —pregunta Cristal algo aturdida.
—Salió hace un momento —me acerco a ella y presiono su mano.
¿Qué habrá ocurrido? Lo que la mantenía en estado de coma no era exactamente una enfermedad, una posesión no es algo que se libere de la noche a la mañana mucho menos cuando existe una variante tan determinante como lo es el tiempo. El tiempo es un factor peligroso en el mundo espiritual, mientras más tiempo transcurre mucho más difícil se hace nuestro trabajo.
— ¿En qué piensas?, hay algo que debe saber.
—Han pasado demasiadas cosas, comenzando por el susto de muerte que nos provocaste y terminando con la muerte de Robert.
— ¿Robert está muerto? —asiento sin querer entrar en detalles, su muerte es lo menos importante, lo único que me importa es que Danna este devuelta, y que mi madre se digne a decir la verdad. — ¿Cómo paso?
Antes de que pueda contestar, la enfermera hace acto de presencia junto al médico.
—Puede salir un momento, mientras reviso a la paciente —dice el doctor.
—Claro —salgo.
Camino por el pasillo. El resto de las habitaciones están cerradas, a excepción de una al final del pasillo, me detengo a observar: hay una niña pálida, de cabello negro conectada a un sinfín de aparatos, solo que ella nunca despertara. Una señora de avanzada edad descansa en el incómodo sillón, mientras que la niña observa desde el pie de la cama su cuerpo frio e inmóvil.
Uno de los aparatos comienza a sonar de manera estrepitosa.
Me giro al escuchar el fuerte portazo, el medico que estaba atendiendo a Cristal viene apresurado, la enfermera tras él.
La señora se despierta desesperada, el pitido no para, se acerca a la niña, tanteando su cuerpo, pero esta no responde; el doctor y la enfermera entran, la hacen salir de la habitación. La niña sigue confundida al pie de la cama. Las puertas son cerradas.
La señora destrozada se deja caer en el suelo, sus ojos están rojos y por su mejilla corre las lágrimas que se desbordan de sus ojos. Comienza a rezar con esperanza, que su oración la traiga devuelta, la niña ha muerto —de eso no me queda la menor duda —, su tiempo en esta tierra se ha terminado. La enfermera sale, pero esta intranquila, no sabe
cómo informar la muerte de la niña.
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Editado: 25.01.2021