No entendía nada. Por más que Violeta intentaba darle sentido a lo que estaba leyendo, le resultaba tan comprensible como si estuviera escrito en chino, o ruso... o cualquier otro idioma que incluso utilizara un alfabeto completamente diferente al suyo. Lo peor de todo es que era la tarea para la clase de David.
Al instante sus pensamientos se vieron desviados en una oleada de recuerdos. David en un traje gris, o el negro que hacía juego con sus ojos, el azul que le confería un aura de poder... para ser un ángel, tenía un gusto clásico-elegante que distaba mucho de la sencillez que se suponía debía predicar... bueno, eso de la sencillez era una suposición; además, se podía vestir con un costal de papas y seguro se vería igual de bien... o ya que estaba en ello, pues que no se pusiera nada...
Sin darse tiempo a continuar con ese malsano hilo de ideas, la exorcista dejo caer la cabeza contra la mesa asustando a sus amigos.
Esto se estaba volviendo un verdadero fastidio, y todavía no tenía idea de que iba a pasar cuando se enfrentar a él en el salón de clases; porque no podía darse el lujo de faltar, cuando su falta de entendimiento en la materia estaba delatando lo mal que andaba en sus estudios.
Y por si eso fuera poco... en cuanto la imagen de unos ojos dorados se proyectó en su cerebro, de inmediato levantó la cabeza y miró para todos lados con sospecha. Podía estar preocupada por encontrarse con su ángel; pero no se comparaba en nada con el pánico que sentía de solo imaginar qué pasaría si se topaba con Damon.
Una vez, cuando prácticamente se acababan de conocer (parecía que había pasado una eternidad desde entonces, no solo unos cuantos meses), luego de que le hubiese robado un beso el primer día de clases, y que fuese atacada por los cuervos infernales de Malthus, Gabriel le había dicho que Damon debía ser un íncubo por las reacciones que ocasionaba en ella; pues bueno, ahora ella tenía el reflejo de los poderes de un súcubo, y estaba bastante segura que las cosas no irían bien si no aprendía cuanto antes a controlarse...
-Allí esta...-. Liz le dio un ligero golpecito en el hombro, y en cuanto la miró, le señaló hacia la entrada del edificio...
Por un instante, Violeta sintió que su estómago daba un giro de 360° y el pánico la hizo cerrar las manos en puños. Luego, con movimientos robóticos, volteó poco a poco el rostro para poder ver a quien su amiga señalaba. Lo primero que sintió fue que se liberaba de un gran peso; lo segundo, fue una duda que la alejo de todas sus pecaminosas ideas.
-¿Lo ves?-. Apenas sus neuronas reprodujeron la pregunta, sus labios la soltaron
Luc iba cruzando las puertas de la biblioteca completamente sumido en la pantalla de su celular. Esta vez no tenía la capucha puesta, y se había recogido el cabello en una coleta descuidada, que dejaba al descubierto el blanco impoluto de su piel; parecía tan ajeno del mundo que lo rodeaba, como el mismo mundo lo ignoraba a él pese a su increíble magnetismo. Nadie reparaba en su presencia.
-¿Qué es, un fantasma?-. Su amiga frunció el ceño. -Claro que lo veo...-. Puso los ojos en blanco, para después volver a centrarse en el semidemonio. -¿Es tu nuevo pretendiente?-. Preguntó como no queriendo
-¿Qué?-. La exorcista miró a su amiga como si le acabara de brotar una segunda cabeza. -No, de dónde sacas eso...
-Bueno, últimamente te sigue a todos lados; y ya sabes, tomando en cuenta la suerte que tienes recientemente para encontrar candidatos: David, Mirza... él podría ser otro sin problema...-. Explicó encogiéndose de hombros...
-¿Qué dicen, otro pretendiente, quién?-. Yaneth levantó la mirada, para ver a través del cristal que separaba el espacio privado que tenían en la biblioteca para estudiar...
-El chico que sigue a Violeta, el que llegó con ella hace un rato...-. Respondió Liz señalándolo con un movimiento de cabeza
La castaña frunció la boca y se llevó la mano a la barbilla en un gesto pensativo, tratando de hacer memoria para ubicar a quién se refería su amiga; sin embargo, no podía dar con nadie incluso después de mirar en la dirección que le apuntaba.
-¿Llegaste acompañada de alguien?-. Le preguntó con verdadera curiosidad a Violeta
Por su parte, la exorcista estaba atorada en la parte de los de los pretendientes, reforzando su punto anterior. Damon no había sido mencionado. Si bien, bueno, él probablemente no estaba interesado en ella, al menos no de esa manera, y seguramente todo lo que hacía era solo para fastidiarla, porque obviamente, alguien como él (si era quien pensaba) tenía gustos mucho más extravagantes, elegantes, o excepcionales... pero ese no era el punto, y antes de desviarse por completo de lo importante, volvió a centrarse.
Ya lo había notado antes, era como si el demonio apareciera y desapareciera de la memoria de sus amigos, o cualquier otro humano que lo viera, excepto por aquellos a quienes seguramente él mismo les permitía reconocerlo. No estaba segura de cómo funcionaba eso, pero resultaba práctico a la hora de explicar o no, su presencia; y lo mismo ocurría con Mika. Aunque con Leo era reciente, pues antes lo conocían perfectamente, como con el David.
Admitía que no le gustaba ese juego cruel con las mentes humanas; pero veía la ventaja tácita en el sentido de que la ignorancia puede ser un regalo.
Sin embargo, suponía que con Luc era algo entre similar y no; más bien, era como parte de su esencia, o sus poderes. No es que fuese invisible, o que la gente lo olvidara, solo, parecían no reparar en que estaba cerca, como un medio de defensa, o algo útil para su sobrevivencia; por eso, que Liz fuese tan consciente de él, hacía parpadear en ámbar su alarma.
-Bueno, pues...-. No sabía si debía decir que si o que no
-Yo creo que Mirza es más sexy que David...-. Luis rayo algo en sus apuntes, y siguió escribiendo en la computadora. -Oh pero seguro que Esteban se moría si perdía contra ti Violeta; aunque es probable que a Daniel le dolería más...-. Esta vez levantó los ojos hacia la aludida. -Ya sabes, no creo que se atreva a golpear a una chica si te hace algo...