Luego de un momento exageradamente serio, dónde puede que algunas cuantas (quizás más de la mitad) de las neuronas de la exorcista se desmayaran por la imrpresión, haciéndole imposible articular palabras coherentes ya que sus pensamientos no se estaban hilando correctamente, Damon la había mandado de vuelta a la universidad justo como estaba. Cubierta de lodo.
No hubo tiempo para más después de su delcaración. Había dicho lo que necesitaba decirle, y no esperaba que respondiera, porque de hecho, no quería que lo hiciera. Sin importar qué, él no planeaba retirar ni una sola de sus palabras, así que no tenía sentido escuchar una aprobación o negación por parte de ella.
En cuanto aterrizaron tras uno de los edificios, los primeros segundos Violeta boqueo igual que pez fuera del agua, mirando a su alrededor totalmente desconcertada; si era por lo que paso entre ellos o por el repentino viaje, la pobre no podía atinar a explicar.
Sin embargo, luego de un minuto que pareció una fracción incómoda de eternidad, su cerebro logro reacomodarse en el cráneo lo suficiente para exigirle que hiciera algo respecto a su apariencia; ignorando a consciencia lo que acababan de vivir. Un "No quiero" descarado y sínico fue lo que obtuvo como respuesta, aderezado con un encogimiento de hombros lleno de simpleza.
Luego de preguntarle porqué y escuchar "Por qué soy un demonio", hubo chillidos, quejas, reclamos, maldiciones, amenazas... sugerencias de súplicas por parte del responsable... insultos, y recordatorios de antepasados inexistentes; pero lo mejor que Violeta consiguió, fue tener sus cosas de regreso, las cuales ni siquiera recordaba traía con ella, y que la hizo cuestionarse seriamente si también podía algún día llegar a dominar el truquito de guardar cosas en quien sabe qué lugar, para luego aparecerlas. David ya había hecho eso antes...
Entonces sus pensamientos giraron en dos direcciones opuestas. La primera, que definitivamente se vengaría por este final; y la segunda, que no sabía qué hora era, y que su orgullo aferrado no se resignaba a seguir perdiendo clases. Así que todavía mostrando que tan versado era su vocabulario en malas palabras, tomó sus cosas y salió disparada a su salón.
No fue una sorpresa volverse el centro de atención, lo que si la hizo sorprenderse, fue descubrir que había pasado una hora desde su partida; que nadie recordaba nada, excepto por una discreta y normal retirada con Damon; y, lo más importante, que se salvó de otra falta pues David avisó no llegaría a tiempo, razón por la cual se encontró a sus amigos en el exterior, haciendo al tonto hasta que empezara su siguiente clase.
Los quince minutos que tuvo de rango para entender lo que pasó, pasaba y pasaría, fueron más que bien aprovechados.
Daniel y Luc la habían interceptado cuando estaba hablando con sus amigos; después de que todos se burlaron hasta que se cansaron por la pinta que traía, su sombra tuvo la amabilidad (necesitó darle su mejor mirada de "habla o morirás") de explicarle que nadie se dio cuenta de nada gracias al poder para alterar la mente de su segundo pilar, utilizado por ella misma en medio de su confusión; y que el Sacerdote estaba detenido, mientras el Detective Morgan hablaba con el director para establecer las medidas de seguridad que impondrían dentro de la universidad.
Por último, su hermano tuvo la amabilidad de ofrecerle un cambio de ropa, luego de que tampoco pudo resistir reírse de ella a pesar de que estaba "molesto" por su desaparición; cosa de la cual se podría decir dejo bastante clara, cuando no le permitió colarse en las duchas del gimnasio para quitarse la suciedad. Sobra decir que el atuendo la hacía lucir como rapero con problemas de higiene.
En ese inter, se enteró de la versión de los hechos desde la perspectiva del Profeta, y pudo notar lo mal que se sentía de no poder ir tras la vampiresa luego de que esta se marchara sin decir nada; cuando le preguntó que por qué no lo hacía, él se limitó a decir que en ese instante a Pandora le sentaría mejor estar sola. Tenía razón en eso.
Cuando por fin estuvo de vuelta en su casa, y después de un baño que duró más de lo necesario para quedar limpia, Violeta se detuvo frente a la ventana de su habitación, pero por más que intentó hacer que su mano se moviera para abrir las cortinas, su cuerpo se negó a obedecerla; sin importar que tan curiosa se sentía por la ausencia de David, le fue imposible moverse de su sito salvo para acostarse y dormir.
Esa noche soñó con plumas de plata, que caían como lágrimas en medio de un mar de completa oscuridad.
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Eran las 8:30 am cuando Daniel estaba por marcharse a su trabajo. Había dejado una nota en el refrigerador, por si su hermana despertaba, pero con lo pesado que había sido el día anterior, dudaba mucho que lo hiciera antes del mediodía; al menos en eso seguía siendo igual que siempre.
Su mano se detuvo en la manija de la puerta, y sus músculos se tensionaron con tanta fuerza, que sus nudillos se volvieron blancos. No quería marcharse, no quería dejarla sola, y un miedo sofocante por causa de eso, hizo que su cuerpo se perlara con un sudor gélido que le caló en los huesos; sin embargo, no podía quedarse a su lado.
Admitir ese temor no lo volvería cobarde; pero dejarse vencer por él, sí. Así que suprimiendo el impulso, abrió.
Mika estaba parado delante de la entrada, con la mano en alto a medio camino de alcanzar el timbre, y una pequeña bolsa en la otra. Por el aroma dulce que desprendía, y por el logo estampado en esta, supo que se trataba de unos panecillos ¿Cómo se enteraron todos de la debilidad de Violeta por la comida? No tenía idea, y francamente, había algo que lo intrigaba mucho más.
-¿Te robaste eso?-. Podía ser un ángel, pero con la apariencia que tenía, dudaba mucho que tuviera un trabajo como David ¿O acaso vivía con alguna familia de incógnito?