David estabilizó su vuelo y se detuvo en medio de todas aquellas nubes, permitiendo que los rayos del sol se reflejaran en la plata de sus alas, haciendo que su aura de divinidad se extendiera por ellas en un espectáculo de chispas iridiscentes. Parecían estar en llamas, un fuego puro y celestial que habría cautivado incluso a un ciego por su brillo; pero que nadie salvo aquellos de su misma naturaleza podían ver.
No obstante, nada de lo que reflejaba su apariencia, estaba en empatía con las sensaciones que albergaba su interior.
Debía llegar al cielo. No ese en el que estaba ahora, tratando de controlar los sentimientos negativos que lo jalaban como tentáculos de oscuridad en el abismo que tenía dentro; sino a aquel que difería del plano mortal, y del cual provenía.
El problema es que sin Gabriel, necesitaba encontrar otro Guardián de Puertas Astrales que le permitiera el acceso; cosa nada simple, ya que las identidades de tales portadores de ese poder, eran arduamente resguardadas para que no se vieran comprometidos en su trabajo. Razonable sí, pero malditamente impráctico.
Así que había intentado ponerse en contacto con las Dominaciones para que la búsqueda fuese más rápida, dado que era una emergencia; sin embargo, nadie respondió a su llamado. Lo que ni de lejos era una buena señal, ya que de forma indirecta, alentó lo que sospechaba.
Entonces había volado, y volado y volado tratando de despejar su mente, sacudiéndose con el cansancio esa rabia que se suponía, los de su clase jamás sentían. Un error humano. Un ángel era perfectamente capaz de crear sentimientos negativos... eran guerreros después de todo... pero, también se suponía que poseían las mejores habilidades para manejarlos. Bien, a él no le estaba resultando fácil en esos momentos.
Finalmente, y luego de barajear sus opciones en el espejismo azul que los mortales observaban desde la tierra, había llegado a dos opciones. La primera, esperar a que Luc se convirtiera en Guardián, para de esa forma pedirle que le abriera el camino; no obstante, hacer eso significaría tener que entregar una explicación, sin contar que eso probablemente tomaría un par de días, y sumarle otros más en lo que se acostumbraba a su poder. Por lo tanto, imposible, ya que no tenía tanto tiempo.
Pero su segunda opción, bueno, esa podía funcionar y era la razón de que estuviese justo donde estaba. En lo más alto del cielo, donde su cuerpo físico podía sentirse más cerca del sol; el astro que ella representaba con su luz; y cuya presencia era afín al plano mortal. Era, después de todo, los ojos del creador en su mundo.
-Sé que puedes verme...-. Exhaló con seriedad, levantando la mano izquierda, haciendo aparecer su arco. -Nada se escapa a tu mirada...-. Esta vez fue la derecha, posicionando una flecha que apuntaba a su deslumbrante objetivo. -Acepta mi humilde petición, y deja que esta flecha guíe tu camino hasta mí, Arcángel Uriel...-. Terminó soltando el agarre
Un camino resplandeciente se abrió paso hacia el infinito, para perderse entre la intensidad de la radiante estrella. Luego pequeñas partículas de ceniza volaron con el vaivén del viento, hasta llegar de regreso; cuando finalmente habían desaparecido, un rayo de distintas tonalidades cálidas atravesó el espacio frente a él.
Las majestuosas alas que se contrajeron a la espalda de la esbelta figura, se perdían en la luz que emanaba del sol como si fuesen uno mismo; algo que hacía un hermoso contraste entre el tono caoba de su piel, el celeste sobrenatural de sus ojos, el negro de su cabello, y el crema delicado de su ropa.
-Llamar mi nombre con tu poder, ha sido arriesgado...-. La mirada severa fue un recordatorio de las posiciones que tenían en la cadena de mando. -¿Qué necesitas?
David agachó ligeramente la cabeza en un gesto de reverencia para mostrar su respeto. No lo hizo la primera vez que se vieron, ya que no la había reconocido con esa forma; ahora parecía tan evidente su naturaleza, que de nuevo el temor que lo tenía allí araño sin piedad en su interior, burlándose por la situación.
Todo estaba claro, dudar parecía ya no precavido de su parte, sino ingenuo rayando en lo tonto...
-Llegar al plano divino. Necesito encontrar un Guardián de Puertas...
Ella lo miró con detenimiento, meditando las palabras que acababa de escuchar. Sabía que era listo, y que no iba a tardar mucho en descubrir lo que pasaba. O al menos esa parte en la que su relación con Violeta, se vería afectada.
-Ledaré su llave a Luc en unos días...-. Estaba todo listo. –Tal vez en una semanapueda ser capaz de enviarte él mismo...-.Nunca ninguno de los guardianes había dominado tan rápido el poder para abrir puertas, salvo por aquel que fue pilar del Rey Salomón. Quizás el semidemonio mostrara el mismo talento...
-¿Una semana? No tengo tanto tiempo...-. Dijo demasiado alto, pero no lo suficiente para considerar llamar a eso gritar. –Debo hablar con las Dominaciones ahora, debo pedir una audiencia con...-. Se detuvo al darse cuenta de cómo le miraba... -¿No voy a encontrarlo cierto? Él no estará allí, esa es la razón por la que no puedo comunicarme con las Dominaciones...-. Y el pánico se convirtió en lava ardiente...Dos caras en una moneda... -Es Mika...-. La apariencia de niño, y el sello sobre prácticamente todo su poder, hacían imposible delatar su verdadera identidad; pero el apego por el demonio era la respuesta...
-No puedo asegurarte o negarte nada, lo sabes. Intervenir en el curso de la vida, es algo que no tenemos permitido hacer...
El entrecejo de David se profundizo marcando cada uno de sus rasgos. La ira, frustración y desesperación estaban a punto de ebullición con cada respiración que daba. ¿Acaso no se daban cuenta de que ocultar lo evidente, era lo que los tenía en esa situación en primer lugar?
-¿El curso de la vida?...-. Su voz a duras penas pudo escapar de entre sus dientes. La mandíbula tan apretada, como los puños. –¿Qué se supone que significa eso? Qué debo ignorar al monstruo que camina al lado de Violeta, aparentar que no pasa nada solo porque su nombre real no ha sido dicho en voz alta