Alma Robada

CAPÍTULO V

Ante el evidente rostro de dolor que hizo su hermana, Daniel ni siquiera espero a averiguar qué rayos le pasaba por la cabeza a David. De inmediato fue a quitárselo de encima.

     -¡Suéltela ahora mismo!-. Dijo mientras que con un rápido movimiento de manos, ya lo había hecho retroceder unos cuantos pasos, para colocarse como una barrera entre él y su hermana.

     Violeta tuvo que morderse el labio con fuera para no soltar un grito de dolor, aquel movimiento brusco había hecho que el hombro le punzara y sangrara de nuevo. David tardó en reaccionar unos segundos, pero cuando lo hizo, su rostro cambio completamente.

     -¡Lo siento!-. Dijo bastante apenado. –No quería… no era mi intención…

     -Yo no estaría tan seguro de eso… -. Daniel interrumpió su frase, mientras le veía de forma fría y sin un gramo de compasión en sus ojos. Decir que estaba molesto se quedaba corto.

     -¡¿Te volviste loco?!-. Le recrimino Gabriel, antes de ponerse a atender de nuevo la herida.

     -No estaba con él…-. Respondió finalmente Violeta, de forma tan baja, similar a un susurro más para ella misma que para los demás; y sin embargo, con esto logro captar la atención de los tres hombres que la rodeaban. –Yo… él llego luego de, bueno de esto. –Dijo señalado el arañazo. –Siendo honesta no tengo ni idea de cómo me encontró-. El dolor que estaba sintiendo en esos momentos la estaba haciendo sudar.

      Daniel, que observaba atentamente a su hermana, sintió como se le formo un nudo en el estómago. Era más que evidente lo incomoda que ella se encontraba, parecía que se estaba muriendo de vergüenza por algo que al parecer ni siquiera había hecho. Además claro, de que en sus facciones se reflejaba cuanto le dolía aun su hombro; y por si fuera poco, les estaba dando explicaciones de algo que ni siquiera quería contarle a él.

 En ese momento su vena sobreprotectora salto más de la cuenta.

     -Se va él, o nos vamos nosotros-. Dijo en un tono firme y seguro, viendo hacia Gabriel.

     -Daniel por favor…-. Violeta sujeto el brazo de su hermano, pero él ni siquiera la miró.

     -No tiene ningún motivo para estar aquí. Y mucho menos para pedirte explicaciones por algo; salvo que sean de la escuela, lo cual es evidente que no es…

     -Él tiene razón-. Contestó Gabriel, sin dejar de colocar un vendaje en la herida.

     David miró con vergüenza hacia Violeta; haber perdido los estribos de esa manera, no era propio de él; y sin embargo, en cuanto supo que había estado con Damon una incontrolable furia lo dominó. Celos. Eso era algo que para él como ángel siempre había sido ajeno; y ahora que los sentía no sabía cómo sobrellevarlos; necesitaba calmarse, necesitaba tomar aire fresco, y lo más urgente, necesitaba alejarse de ella antes de que otro ataque de celos lo controlara. La imagen del beso no se apartaba de su cabeza, pero eso no era lo peor, lo peor eran las imágenes que se formaban de lo que podían haber estado haciendo juntos Damon y Violeta minutos atrás. No importaba que ella dijera que no estaba con él, ahora mismo le era imposible creerle.

      -Perdóname…-. Susurro con sinceridad antes de salir de la habitación. Era una lástima que sus disculpas fueran referentes a lo que pensaba de ella, y no por lo que le había hecho.

     Daniel observo atento la retirada de David, y luego fue a sentarse mientras Gabriel continuaba curando a Violeta, y se hundió en sus pensamientos. Aquello que acababa de pasar había sido bastante extraño; él sabía muy bien que David era profesor de su hermana, y al igual que todos a su alrededor, también sabía que sentía algo por ella; eso en sí, hasta hace unos minutos no le había molestado; lo que no sabía es que hubiera un tercero en discordia, él cual podía ser con el que se topó en la iglesia… aunque su hermana no parecía estar para nada cómoda ante su presencia tampoco. Y luego estaba el asunto de la herida, que lejos de parecer algo que te pasa por caer, parecía un arañazo, ¿Pero un arañazo de qué?, porque por el tamaño eso solo hubiera podido ser hecho por un animal de un considerable volumen, lo cual carecía completamente de lógica.

     Y por último, el hecho de que tanto David como Gabriel parecían saber muy bien lo que estaba pasando con Violeta… aunque él no tuviera ni idea; eso sí que le ponía enfermo. Él era su hermano mayor, su única familia, su deber como tal era cuidarla, y simplemente no tenía ni idea de en que estaba metida. Eso debía solucionarse, y cuanto antes mejor.

      Gabriel finalmente terminó la curación, y luego de una despedida bastante extraña, ambos salieron caminando como si nada de la cafetería. Él la sujetaba con fuerza de la mano, para ayudarla, pero no de forma brusca, sino tiernamente, demostrándole que lo tenía a él para cuidarla. En cuanto llegaron al jeep, Daniel le abrió la puerta y la ayudo a subir, una vez que Violeta se sentó y se abrocho su cinturón, él estaba dispuesto a cerrar la puerta, cuando una imagen tras su hermana lo hizo dar un brinco hacia atrás.




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