Soy el bastardo frío
que bebe amaneceres
en tazas sucias.
En mis manos el temblor
de noches inconclusas
y soles esquivos.
Me visto de crepúsculo
para huir del juicio
de mi carne raída.
Hay un terror oculto
entre sangre y piel,
herencia de dioses muertos
Hundo mi dedo en la ceniza
para conocer mi sino
de quebranto y negación.
La noche llega silente
con ecos dispersos
en horizontes feroces.
Soy la memoria obtusa
de un tránsito inútil
sobre páramos de iniquidad.