El aire se desgrana
en gotas de tiempo
cristalizado,
transparente.
La simetría del péndulo
nunca se detiene.
En la cúspide más aguda
todo se torna posible.
El cielo es llanura de espejismos.
Mi carne se vacía.
Mi carne se torna luz.
El tiempo, ahora esférico,
miente a todos,
girando sin término.
El aire es racimo
de horas calcificadas,
hirientes,
esquivas.
Me visto de sol
para no desvanecerme.