Oscilante
fuego fatuo
entre los árboles
del suicidio.
Transpiramos
un miedo añejo,
inveterado.
La sombra nos pesa
en la vejez de los huesos.
Tanto crepúsculo
agota la piel más fiera.
Ánimas prófugas
embarulladas
entre raíces
de negra sequía.
Oscilante
un nuevo cuerpo
iluminado
por fuego
de azul engaño.
Respiramos
aires de óbitos
íntimos y reticentes.