Sobre vientos radiantes te despliegas,
infinita en tu perfección lejana,
mojando una a una las estrellas
en el negro arroyo de tu cabellera.
Eres sueño ligero en praderas azules,
hermanada con la santidad del sol
y la osadía salvaje del mar eterno,
lejos de aristas y detrimentos.
De crepúsculo te vistes, diosa verde,
para bendecir mi estrechez con tu pureza,
haciéndome partícipe de tu gozo
y quemando mi piel con tu ósculo.
Ahora te aguardo en mis sueños
donde con paso lunar te deslizas
hasta llenarme de tu luz ideal
para renacer con el alba y su entereza.