Arde la daga fiera
hospedándose en la carne.
Un grito rojo
reptando por tus muslos.
Tu blancura creciente
me ciega
con delirios lunares,
húmedos y cálidos.
Se silencia tu pecho
y el anhelo
se vuelve gorrión
enmudecido
entre bermejos rosales.
Te beso sin ansia
sintiendo como
se llenan de crepúsculo
tus venas frías.