O las palabras dichas bajo las estrellas...
Sawyer miró con extrañeza el gran plato lleno hasta el borde con ensalada de lechuga, aderezada con aceite, sal, y pan para acompañar. Del otro lado de la mesa, el gran hombre pelirrojo se preparó un sándwich con un pedazo de pechuga fría que sacó del refrigerador, queso, huevo y zanahorias.
No sabía si lo hacía a propósito, y Sawyer no iba a protestar por un poco de comida, le agradaba comer verduras, pero la lechuga era como una especie de pasto y su sabor solía poner gruñón al carnívoro que tenía adentro. Para suprimir ese raro sabor procuró comer mucho pan, arriba se oyó el sonido del agua, Jessie estaba bien, eso era lo importante, todavía le daba vueltas al asunto de que ellos estaban vivos..., ningún cazador humano liberaba a sus presas.
Estrechando la mirada sobre su comida, Sawyer despejó esos pensamientos y reparó en la tensa presencia del leopardo de las nieves, comparado con él, Harry era un algodón de azúcar, ¿sería acaso que todos los cambiantes de este tipo eran tan reservados y serios? De pronto alguien apareció por detrás y rodeó la mesa con movimientos tan ágiles que apenas pudo percibirlos. Perplejo, Sawyer miró atrás, el ventanal corredizo que daba al balcón estaba cerrado, ¿en qué momento Hazel se había ido? ¿Cómo hizo para ingresar sin hacer ruido alguno? Si Harry estuviera aquí ya le habría iluminado la mente, puede que fuera un solitario arraigado pero le gustaba averiguar todo sobre los demás tipos de cambiantes, afirmaba que era una forma de conocer sus puntos débiles, pero Sawyer sabía que solo era curiosidad felina.
Bajó la mirada cuando la pareja se acercó para otra intensa muestra afectiva, de pronto sintió calor en las mejillas y el leopardo se movió inquieto bajo la piel, ansioso porque Jessie volviera con él. Pobre gato inocente, no se daba cuenta que todavía lo veía como el lastre que arrastraba por obligación.
Sawyer se aclaró la voz.
—He notado que Trevor está..., algo extraño.
Hazel le miró con cierta pena, detrás el leopardo de las nieves le fijó con esos ojos fantasmales.
—No es un asunto de tu importancia —dijo Conrad.
—No seas así, gatito —replicó Hazel—. Él nos dio armamento.
—¿Y eso qué?
Los ojos oscuros de ella volvieron a posarse sobre Sawyer, eran amables y dulces. Hazel tenía una mirada maternal, no como el fuego en los ojos avellanas de Jessie.
—No la hemos pasado bien este último año.
—¡Hazel! —Un estridente llamado le hizo sobresaltarse, pronto otra ágil figura con un regordete cuerpo rodeó la mesa para abrazar a la mujer—. Oh, ¿quién es este tipo?
Sawyer quedó mudo, estupefacto por la forma en que estos linces se movían, ¿acaso no sabían golpear antes de entrar? Parpadeó regresando al momento, Sawyer sonrió a la mujer que tenía en frente, tan pequeña y curvilínea como Jessie, pero con los ojos marrones, el largo cabello ondulado y negro, además de una piel canela. No era como Jessie, y eso hizo que automáticamente le diera una inclinación respetuosa, sin contacto de ningún tipo. Maldito comportamiento animal, si Sawyer pensaba en otra mujer que no fuera Jessie, el leopardo se enfurecía.
—Sawyer Arwall, un gusto.
—Thelma Walsh. —Ella extendió su mano, una brillante sonrisa adornaba su rostro algo alargado—. Un placer conocerlo.
Sawyer capturó el olor del interés, y contuvo al animal que se encrespó al sentir el toque firme de otra mujer. Pero por fortuna, los ojos de Thelma se desviaron al anillo de plata que utilizaba en la mano derecha, justo en el dedo de compromiso, desde que encontró a Jessie lo usaba para despistar posibles interesadas. Tristemente, era lo único que podía hacerle saber a cualquier cambiante o humano que él no estaba disponible, Sawyer quería un vínculo que lo uniera a Jessie, pero eso no sucedería pronto...
—El placer es mío —correspondió con cortesía y volvió a su ensalada.
—¿Este es el intruso que encontraron? —Otra voz, masculina, le detuvo.
Efectivamente, no sabían golpear la puerta.
—Ya no es un intruso Blaze —anunció Hazel.
Sawyer vio al pequeño hombre moreno acercarse a la mesa mientras le analizaba con detalle, estaba averiguando quién o qué era. Se detuvo junto a Thelma, demasiado cerca, la mujer se movió hasta chocar contra Conrad.
—¿Qué clase de cambiante es? —Indagó curioso.
—Leopardo —afirmó, giró el tenedor en la ensalada y se lo llevó a la boca.
—¿Vienes a dar el reporte? —Hazel le preguntó al hombre moreno.
—No, estaba buscando a Trevor, Charlie dijo que se encontraba aquí pero parece ser que llegué tarde.
—Como siempre —agregó Thelma con cierto desdén en su voz.
—Trevor se fue hace media hora —respondió Hazel—. Dijo que iba a hablar con Jude.
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Editado: 05.12.2019