O la temible Dama de Hierro...
La gran mano del leopardo de Amur estaba sobre la suya y eso no le importó, le ayudaba a espantar la horrible y asfixiante sensación que le comprimía el pecho, además de que ahora lo veía como una persona amable, y no como el gato molesto que solo la quería como su compañera, Sawyer se comportaba diferente, sin embargo seguía dudando si no ocultaba algo detrás de esa fachada.
Al llorar sus mejillas se calentaron y Jessie maldijo internamente su debilidad, pero necesitaba liberarlo mientras buscaba a Arif entre las estrellas que tanto le gustaban. De solo recordarlo su corazón ardía con mayor fuerza, fue imposible regresar del pasado, de esos momentos en los que encontró un cachorro de pelaje gris ocultó entre unos matorrales, era la primera vez que veía a uno de su edad y para ella fue..., como si encontrara una parte de su familia, alguien con quien sentirse segura pues en el clan no habían cachorros de camada con los que jugar, solo lobatos jóvenes.
Jessie recordó lo enojado que estaba Arif durante esas semanas en las que trató de hacer que saliera de su escondite, lo difícil que le resultaba confiar en alguien que no fuera él mismo. Llegó destrozado por completo, y hasta el momento Jessie nunca supo si había logrado rearmarse a sí mismo, sanar las heridas psicológicas que le produjeron los años encerrado en un recinto ilegal, el lugar donde los Cazadores humanos desechaban a sus capturas menos valiosas. Era un huérfano igual que ella..., oh ambos fueron tan similares..., ¿por qué no le dio una oportunidad? Las cosas habrían sido diferentes de haberle permitido ser su pareja.
Jessie abrió los ojos cuando percibió una emoción ajena a las suyas que giraban sin descanso, encontró al leopardo reclinado en el asiento mirando también las estrellas, había tristeza surcando el aire alrededor y era profunda. Entonces recordó las palabras que había dicho, esa promesa al cielo de ayudarle a resolver todo esto. Ella sabía que podía hacerlo sola, era fuerte, era una loba pero agradecía que estuviera tan determinado a ayudarla, las personas solían dejarle por su lado apenas se daban cuenta del carácter que tenía, sobre todo los hombres que decidían dar un paso al costado para no lidiar con su locura.
Sawyer..., parecía no importarle.
—¿Tienes familiares? —Le preguntó, su voz sonó tan horriblemente ronca que se arrepintió de haber hablado.
Pero como si hubiese apretado un botón, Sawyer parpadeó, inevitablemente un par de lágrimas rodaron sobre su rostro, ¿por qué lloraba? Ella volvió a ver los aros que ocultaban esas marcas y la curiosidad creció con fuerza.
—Soy hijo único —respondió, su tono era distante—. No he visto a mis padres desde hace..., he perdido la cuenta.
—¿Huiste de casa?
—Algo así.
El hombre volteó a verle, sus ojos grises, ya sin brillo, se quedaron fijos en ella durante un largo momento en el que solo compartieron esa mirada que aguardaba algo más, y sin embargo, ninguno de los dos parecía querer quebrar ese silencio y dar el paso que aliviaría los amargos pesares que estaban afligiendo sus corazones.
De pronto, Sawyer estrechó la mirada y ladeó la cabeza, ahí fue cuando Jessie se percató de lo grande que era su mano, lo cómoda y cálida, que encajaba tan bien y el solo gesto le hacía sentir segura. Por supuesto, ¿quién no estaría segura con el poderoso y enorme hombre junto a ella? Y su tamaño no se debía a que Jessie apenas alcanzara el metro sesenta.
Es que Sawyer parecía un gigante amable por la forma en que tomaba su mano, en que le observaba, y aunque sabía que el depredador estaba ahí, lo tenía bastante oculto. De pronto quiso saber cómo era su pelaje, qué era lo que lo hacía tan especial y codiciado por los criminales que tanto aborrecía. Y en un momento, la locura le susurró que pidiera que cambie para ella, solo para sentir su pelaje entre los dedos...
No. Jessie frenó sus pensamientos.
—Ninguna persona, a excepción de Harry sabe esto —hablo de repente—. Pero siento la necesidad tan grande de compartir todo contigo que..., oh Jessie..., siento tu curiosidad, ¿puedes guardar un secreto?
Ella quedó prendida por sus ojos que palidecieron en el dorado que fue incrementándose con el paso de los segundos, arrasando con la voz de la razón en su conciencia, la loba se arrastró bajo la piel.
—Sí.
—La verdad es..., que me separaron de mis padres cuando atravesé la primera transformación.
Oh vaya, eso no se lo esperaba.
—Eso es...
—¿Ilegal? —Rió bajo—. Completamente, pero estaban desesperados por salir de las deudas, los falsos científicos tenían el mapa genético de ambos, en algún punto de su ADN tenían genes recesivos para la transformación de un leopardo de Amur siendo ellos dos leopardos comunes, en algún punto tuvieron ancestros de mi tipo. Cuando los encontraron les convencieron de ayudarles en el proyecto de revivir una estirpe extinta, y de su unión artificial salí yo.
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Editado: 05.12.2019