Luego de un par de horas todos se despidieron y se fueron por caminos diferentes. Renzo decidió llevarse a Nara a parte, quería darle un obsequio sorpresa. Ella no esperaba ese gesto y estaba muy sorprendida pero acepto ir con él. Este la llevo a una pequeña casa en la cima de una pequeña colina a las afueras de la ciudad, cuando llegaron le dijo a Nara que le regalaba esa casa. Ella lo miro asombrada. Era una casita pequeña, parecía sacada de un cuento de hadas, tenía un lindo jardín en frente, en cuanto entraron vio dentro, era como una casa normal, en las dimensiones de las casas que ella conocía, nada que ver con aquella enorme casa donde vivían ahora y que a ella le parecía más bien una cárcel de lujo. Ella volteo a verlo con los ojos acuosos. El se acerco a ella la tomo por los hombros ,la puso frente a él y le dijo.
Renzo sintió su corazón latir desbocado, la alegría que sintió hizo que sus lágrimas se derramaran por sus mejillas al igual que Nara, se levanto del suelo, pego su frente a la de ella y en un susurro le dijo: si me lo permites me gustaría besarte al contenido de mi corazón. Ella solo asintió levemente y fue suficiente para que él se desatara a besarla en un beso urgente, apasionado y dulce a pesar de las lágrimas que mojaban sus rostros. Cuando se separaron en busca de aire para respirar y calmar el agitado latido de sus corazones ambos secaron su rostro son sus manos, él le dedico una sonrisa dulce y volvió a besarla, esta vez un poco más calmado, disfrutando de la suavidad y dulzura de sus labios rojos, ella por su parte solo se dejaba llevar por las sensaciones nuevas para ella. En algún momento el la tomo en brazos y la llevo hasta una habitación hermosa, con una cama enorme, donde la deposito muy despacio y con cuidado se posiciono sobre ella sin dejar de besarla. Se dejaron llevar por la pasión desenfrenada, y aunque ella se sentía nerviosa y confusa solo cerro sus ojos y se dejo guiar por aquellas manos y aquellos labios que sabían muy bien lo que hacían.
Al día siguiente Nara amaneció abrazada por unos brazos que la sujetaban con fuerza desde la espalda, ella se removió para levantarse pero Renzo no se lo permitió. La pego más a su pecho y le susurro al oído:
A medio día salieron de la casita rumbo a la mansión, Renzo ya los había llamado de manera que estaban esperándoles cuando ellos llegaron. Al verlos juntos tomados de las manos y sonrientes se sintieron aliviados. El padre de Nara también estaba complacido cuando les contaron los planes de mudarse a la nueva casa. Entonces les dijo que el volvería a su casa. Ella se mostro un poco reticente pero no le quedo de otra que aceptar, de todas maneras mantendría el contacto con su familia y amigos y podría verlos cuando ella quisiera.