Amarieth: El despertar

Capitulo 5

Cuatro meses más tarde.

 

 

—entonces ¿así terminan las cosas no? Dije para mí misma mientras enviaba el mensaje, hacerme la tonta costaba caro, demasiado caro.

 

Lyz: en verdad no entiendes la gravedad del asunto verdad, cometió una falta y siendo tu chico no puedo hacer nada.

 

Ahmed: bien, haz como dicten las reglas, yo tampoco puedo hacer nada.

 

Mire con enojo la pantalla, no sabía cómo habíamos llegado a ello, Sam era demasiado celoso y posesivo, cada que conocía a alguien la visitaba y entre sueños las acosaba a tal punto de llegar a violarlas (o eso les hacía creer), dudaba que fuera él de quienes mis amigos hablaban, pero sabía que lo que hacía siempre era justificado, siempre alguna señal sutil venía con ella, pero ahora sus actos ya no estaban por debajo de la mesa, menos para todos.

 

Habían atrapado a la bruja que quería quedarse con el trono en el infierno, liberar la maldad y bla, bla, bla, aun había algunos que seguían prófugos, pero no podían hacer nada. Por ahora.

 

Me dispuse a abrir la puerta de mi cuarto para luego ir a mi nuevo trabajo, sabía que algunas personas se estaban volviendo más sensibles de lo normal, tal vez tenía alguna explicación, pero yo tenía que protegerme a mí misma y ahora sin Sam, nadie podía cuidarme.

 

Sabía que Jessie era mi hermana mayor, Adalet era mi gemela, Sam era más que un guardián, y yo alguna vez fui un ángel, eso bajo mis deducciones y mis pocas memorias, ¿Cómo lo conseguí? Sueño tras sueño, pesadilla tras pesadilla era lo mismo, viejos amigos, viejos conocidos y ¡POOM! despertaba confundida de este mundo y de mi misión en él.

 

—si me sigues persiguiendo pisándome los talones juro que gritare. —Dije mientras me giraba y venia la calle completamente vacía. Luego de la aprensión de Sam mi hermana sutilmente había mandado a muchos guardianes a vigilarme la espalda, nunca sabían cuándo iba a pasar un auto y pisar el acelerador.

 

Ya había ido a tomarme la foto para mi pasaporte, solo faltaba ir a buscarlo, pero nunca llego el mensaje, habían pasado ya dos meses de ello y tres desde que le había confesado a Lyz que Jessie era mi hermana.

 

Lyz: es imposible! No se parecen en nada, de muchas formas posibles.

 

Ahmed: pero es la única explicación que le doy, la he visto dos veces y todos los recuerdos que me vienen son de ella siendo protectora conmigo.

 

Lyz: tal vez fueron pareja o algo así.

 

Ahmed: y si le preguntas?

 

Lyz: ella no es una chica muy “platicadora” de su vida privada.

 

 

Y hasta allí llegaba mi conversación, eso significada que hasta Jessie no le tenía confianza a Lyz.

 

—Buenos días, a la orden… —Y en eso se basaba mi día y tarde, atender a personas.

 

Toque mi pecho donde llevaba una llave que según Lyz iba a proteger de posibles ataques de entes que no deberían estar en mi casa, pero para mí era todo lo contrario, solo me traía más problemas, más peso, más dolor, pero todo se iba cuando me lo quitaba y había días que simplemente no lo llevaba, era mejor para mí.

 

Esa tarde acompañe a un amigo del trabajo hasta la parada del bus, fue entonces que me presento a una chica particular, ojos cafés uno más claro que otro, pero parecía que nadie lo notaba mucho, tenías que observar muy bien para darte cuenta de ello, cabello teñido de rubio y unos cuantos kilos de más, pero su rostro me aturdió, mire a otro lado que no fuera directamente a sus ojos, algo me incomodo en aquella mirada.

 

—un gusto, soy Ahmed… emm… tengo que irme…

 

—Maddy, el gusto es mío… —Y luego de estrechar su mano me fui con el estómago revuelto y las manos picosas, esa chica comenzaría a ser la perdición de mis días venideros. Lo presentía.

 

 

—siempre lo supe! —Afirmo mi mejor amiga mientras yo la miraba con el ceño fruncido.

 

—debí decírtelo cuando paso lo del profesor Gales… —Hubo un silencio durante un largo rato y luego me tumbe en la cama mirando el techo lleno de afiches de alguna banda de rock que desconocía.

 

—me sorprende que te des cuenta luego de todo ese tiempo que eres lesbiana, es gracioso.

 

—no, no lo es, ni yo me lo imagine así.

 




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