IAN
De vuelta en el automóvil vuelvo a sentar a la pequeña jovencita en el asiento del copiloto, buscando el cinturón de seguridad se lo abrocho rápidamente, ella se mantiene encogida en el asiento ante mis movimientos y no se mueve hasta que comienzo a hablarle, tal parece que mi voz la calma. Después de terminar de decir todo lo que se me pudo haber ocurrido sobre mi vida, el sonido de la radio se escucha muy de fondo.
"Da" Es la primera palabra que escucho que sale de su boca, sorprendido y con una inesperada felicidad muevo un poco la vista para verla.
"¿Cómo bonita?" Sus grandes ojos me ven. "Da...lia" Esa corta frase le cuesta más de lo que esperé, incluso su voz se escucha un tanto áspera y reseca, se nota que no ha hablado en un largo tiempo.
Definitivamente, un médico la tiene que revisar, pero ante la respuesta que obtuve de la institución, ya no confío para nada en los lugares del gobierno o en sus semejantes. Sean podía revisarla, a pesar de ser miembro de médicos sin fronteras, conozco muy bien sus capacidades, podrá chequearla, al menos de una forma general hasta que tengamos todos sus papeles listos para poder llevarla a una clínica privada, donde definitivamente procuraré que le hagan un montón de análisis y exámenes. Su salud es lo primordial en todo esto. Salud física y Mental.
"¿Dalia es tu nombre?" Su corto asentimiento no borra la sonrisa de mi rostro. Dalia, como la flor.
"Muy bien Dalia. Ahora iremos a casa, linda" aviso, girando a la derecha el volante del auto "La casa es muy bonita, espero que te guste mucho"
"Oye Siri" espero que la asistente virtual indique que está activa antes de continuar hablando "Envía un mensaje a Sean" Con el rabillo del ojo observo la sorpresa de Dalia ante mi conversación con Siri "¿Qué quieres decir?" El indicador de que debo dictar mi mensaje aparece "Estoy en camino a casa y vengo con compañía" es todo lo que digo, indicándole a Siri que puede enviar el mensaje, vuelvo a observar a Dalia, acurrucada en el asiento, se aferra a la manta que en su momento le entregué.
"Dalia" La llamo suavemente, ella dirige su vista hacia mí rápidamente "No quiero que te asustes cuando lleguemos a casa ¿Okey?. Sean, mi novio, nos va a estar esperando. Él formó parte de médicos sin fronteras desde hace ya un tiempo. El lugar en el que trabajaba sufrió un percance y resultó lastimado. Tiene unas cuantas cicatrices que no tienen porque espante ¿Sí?. Él es una excelente persona, le caerás genial, créeme." Su leve asentimiento me indica que ha comprendido lo que le dije. Pero un brillo de temor inunda sus ojos.
¿Qué te hicieron chiquita?
Unos cuantos giros y semáforos faltan para llegar a casa cuando vuelvo a dirigir mi vista a Dalia. Se nota agobiada, más de lo que estuvo cuando llegamos a la institución y se la llevaron. Su respiración aumenta y puedo jurar ver su cara, tomar un color rojo intenso, como si no respirara.
"¿Qué sucede?" La preocupación que siento es palpable en el aire. Sean siempre ha dicho que soy una persona muy preocupada y que debería dejar de preocuparme tanto. Pero en este momento es inevitable no hacerlo.
"Dalia ¿Qué tienes, bonita?" Al ver como su pecho empieza a subir y bajar aún más rápido decido orillarme en la vía. No quiero causar ningún accidente, encendiendo las luces intermitentes, dirijo toda mi atención a Dalia.
"Dalia, si no me dices que está mal no voy a poder ayudarte. Quiero ayudarte. ¿Qué sucede?" Su falta de palabras me frustra aún más y el hecho de que su piel cambiara drásticamente de color y se esté tornando un poco pálida hace que mi preocupación aumente. "¿Qué tienes?" Me veo obligado a tocarla sin su permiso esta vez, como hice para despertarla. Mi mano en su hombro parece traerla de nuevo al momento, ella gira su cuello, al observarme, comprendo perfectamente lo que está sucediendo con ella.
Mis movimientos son veloces. Tomando la bolsa vacía que anteriormente era de la manta, la posiciono enfrente de su cara en el momento exacto que ella vomita la comida que le di horas atrás.
DALIA
"Todo está bien, bonita" El señor Ian trata de tranquilizar mi llanto, pero siento que es imposible.
Me siento aturdida. El terrible sabor en mi boca no ayuda en nada.
Siempre era incontrolable mantener las lágrimas, incluso cuando maestro me amenazaba con que me daría una verdadera razón para llorar, yo no podía dejar de hacerlo, en la mayor de las ocasiones, maestro se enfadaba aún más por el hecho de que lloraba.
Cuando maestro se enfadaba era peligroso, pero era aún más peligroso cuando yo lo hacía enfadar. No quiero enfadar al señor Ian. Tratando de mantener las lágrimas en mis globos oculares, intento retroceder el miedo que me invadió al recordar a maestro.
Él ya no está aquí Dalia, trato de recordarme.
"Toma un poco, bonita" La petición del señor Ian provoca que pase por alto dos lágrimas que salen de mis ojos. "Toma todo lo que te dé, haz unos cuantos buches y después escúpelo por la ventana" Ante su explicación, espero pacientemente que llene un poco la tapa del envase que me ha mostrado. Ante la cercanía de la pequeña tapa trato de elevar mi mano derecha para sostenerla, pero al ver que el señor Ian la acerca directamente a mi boca procuro bajar mi mano como si nada hubiera ocurrido. Abriendo un poco la boca dejo que el contenido se introduzca en esta. Recuerdo haber escuchado que lo debo escupir por la venta, por esto deduzco que no debo tragarlo.
En un abrir y cerrar de ojos nos estamos moviendo nuevamente. El auto disminuye la velocidad al ingresar a un lugar con varias casas dispersas por todos lados. Cuando menos lo espero, el señor Ian cruza a la derecha, el auto queda en una pequeña colina, deteniéndolo escucho como apaga el automóvil.
"Bienvenida a casa, Dalia" Fue lo que dijo antes de bajar del auto.