Nadie va morir...
Todavía no...
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Amelia.
Estoy débil.
La sangre sigue saliendo de mi muslo, llenando mis desnudas piernas de sangre.
Siento la debilidad hasta en el alma.
Estoy muy cansada y adolorida.
Si tan solo cerrará los ojos un ratito...
¡No tengo que estar despierta!
Bueno solo unos segundos nada más...
Así dijiste la última vez y mira. Te secuestraron.
Sólo cinco segundos...
🌒🌒
Siento que me dan pequeños golpes en la cara.
— ¡Amelia!
Abro los ojos con lentitud y encuentro unos ojos verdes, y me asusta porque son parecidos a los del tipo que me secuestro.
Salto en la silla.
—Hey, tranquila soy yo... —me dice acariciando mi rostro, y yo me doy cuenta que es Jack.
Me empieza a quitar los amarres de mis manos y de mis pies. El rompe su suéter y yo lo miro como si estuviera loco. Pero después entiendo que en para mi pierna.
—Es mi turno. —dice riendo, y sé que se refiere a lo del suéter.
—Ya te tocaba... —le susurré.
Me doy cuenta que ya no tengo el cuchillo clavado en la pierna.
—No creas yo no te lo saque, vomitaría en el intento, —me dice y lo miro extraño— se me había olvidado, aquí está Collins.
—Siempre se olvidan de mí. —dice Collins entre risas apareciendo en el lugar.
Jack me apretó la herida con el suéter. Yo chilló de dolor, el me ayuda a pararme abrazándome de lado, el roza sin querer mi mano derecha y yo grito.
— ¿Qué pasa? ¿Te hice daño? —me pregunta preocupado y con las cejas arrugadas.
—Mi mano... —le susurro adolorida.
— ¿Que tiene? —me pregunta.
—Me lastimo. —le respondo. Y él me abraza con mucha delicadeza, se lo devuelvo y empiezo a llorar en su hombro, el acaricia mi cabeza y eso me tranquiliza.
Me quedo así un rato —porque él me está sosteniendo— hasta que Collins nos llama.
—Gracias chicos... —les susurro a los dos y Collins me da un beso en la frente.
—No hay de qué.
🌒🌒
Nos fuimos al hospital y ya era nuestro turno, así que entramos al consultorio. Es raro que un domingo a las once de la noche haya tantos pacientes.
Entramos al pequeño consultorio de paredes blancas. Y un doctor nos mira con una ceja arqueada. Claro, ¿Quien no nos miraría así? Viendo a una loca con un vestido corto, despeinada, con el maquillaje chorreado, descalza con los tacones en la mano, con la mano como si se la piso un camión y las piernas bañadas de sangre.
—Buenas noches. —nos dice el doctor.
—Buenas noches. —contesta Collins con firmeza. El decidió entrar conmigo ya que Jack le cagaban los médicos— Doctor, con mucho respeto creo que esto es una emergencia... —dice señalándome, mientras yo estoy en la silla de ruedas muriendo de dolor.
Después de muchos chequeos médicos, exámenes y desinfección a mi pobre pierna, pasamos a mi mano. Estoy cagadisima, no sabía que el dolor de un hueso roto era peor que una apuñalada en el muslo.
Me revisaron la mano que en estos momentos parecía una uva gigante, por el color y por lo hinchado.
Me pusieron un yeso, duraron una hora en ponérmelo. Ya estábamos terminando, a Collins lo llamaron por teléfono y salió de la habitación y en seguida entró Jack parándose a mi lado.
—Les haré unas preguntas. —nos dice el doctor sentándose en su escritorio, Jack y yo nos miramos preocupados—Tomen asiento.
Me paro de la camilla para sentarme al frente del escritorio y Jack hace lo mismo.
—Así que... —empieza mirando y escribiendo en una carpeta— ¿Que te paso? —quita la mirada de la carpeta para mirarme pero igual sigue escribiendo.
—Yooo... —comienzo pero me quedo pegada sin saber que decir.
—Me caí, —responde Jack y yo lo miro raro y él se da cuenta de su error— se cayó quise decir...
—Ujum... —expresa el doctor mirándolo— ¿Cómo se cayó?
—Estábamos en un lugar alto, como un monte... —empecé, pero no sabía que más decir así que le pegue en el pie a Jack y él lo entendió.
—Estábamos manejando bicicleta. —dijo Jack orgulloso por su mentira.
— ¿Manejando bicicleta? —pregunta el doctor arrugando las cejas.
—Mmm, si. —le respondo.
— ¿Vestida así? —me pregunta— O sea me refiero ¿En vestido y en tacones?
Mierda, me olvidé de eso.
— ¡Sí! —expresa Jack de manera dramática. Por Dios nos va a delatar— Nuestra abuela tenía una tradición que hoy veinte de Mayo teníamos que manejar bicicleta con vestido y tacones. —trata de arreglar todo nervioso pero lo que no sabe es que lo empeoró.
Dios Jack no sirve para mentir. Cómo quisiera que Collins estuviera aquí, porque se me está cayendo la cara de vergüenza.
— ¿Son hermanos? —pregunta el doctor fastidiado.
—No. —respondo.
—Sí. —responde Jack al mismo tiempo.
La cagamos.
—Se pueden retirar. —nos dice el doctor cerrando su carpeta con fastidio.
🌒🌒
Llegamos a la casa de Jack, le dije que no quería ir a mi casa todavía. Collins se fue porque según su mamá lo llamo.
— ¿Quieres cereal con leche? —me pregunta Jack.
—Mm no te quiero molestar...
—Tienes que comer. —me dice Jack sacando unas cosas de la nevera.
—Está bien...
Salgo de la cocina y me dirijo al patio trasero, trato de deslizar la puerta transparente para salir al patio pero este maldito yeso no me lo permite. Utilizo la otra mano, aunque se me dificultó gracias a que yo utilizo la mano derecha.
Entró al patio y me siento con cuidado en el césped y veo lo linda que está la noche, hay millones de estrellas.
Estoy tan concentrada en las estrellas que no me doy cuenta que tengo a Jack a mi lado. Brinco cuando lo veo.
—Que susto me has dado... —le digo poniendo mi mano en mi corazón como si eso lo calmara.
—Sé que soy feo pero tampoco para tanto. —dice riendo, me da un plato hondo con cereal con leche— Es como te gusta...