Amenaza Encubierta

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Ernesto

11 de Septiembre del 2015.

 

 

 

Estoy sentado en la estación del Refugio del Tren ligero, veo como los trenes van y vienen, escuchar cuando aprietan el clacson y suena el pitido, cierro los ojos y pienso en mi vida un momento. Tengo 23 años, y aun no ejerzo lo que realmente me encanta que es el periodismo, ¿pero cómo podría ejercerlo en este país?

   Pues aunque me duela, no puedo, cuando era estudiante, hacia mis prácticas en un periódico de Guadalajara, y mi jefe me enviaba a hacer algunos reportajes, y me decía que esto no podía salir a la luz, porque la gente se asustaría, pero creo que es estúpido, tengo que decir la verdad a mi gente. Pero eso era lo que más me molestaba no poder decirles la verdad a ellos, entonces sentía que debía dejar esa carrera, que me gustaba y me apasionaba tanto, pero... no me dejaba nada.

   Veo otro tren pasar, volteo a ver el reloj que está en la parte superior de la estación son las 8:45 de la noche. Cierro los ojos un momento, y los vuelvo abrir, y siento que no soy lo suficientemente feliz, respecto a mi profesión, porque con mi familia y amigos, soy el más feliz, tengo los mejores padres, lo mejores hermanos, los mejores amigos. Dios mi vida fuera casi perfecta a no ser por el periodismo.

   Entonces en mi cabeza solo dan vueltas y vueltas sobre esto, el no poder decirles la verdad. Cuando salí de la preparatoria estudie periodismo en una universidad de paga, pero después dije si no voy a ejercer lo que me gusta cómo debe de ser, para que seguir.

   Fue cuando decidí estudiar psicología, de hecho de haya vengo que estudiar, y créeme que me está gustando en verdad, el poder ver ese lado humano de la gente, poder ayudarlos de alguna forma. Espero que esta carrera si me ayude y me llene como la otra. Mi cabeza voltea hacia el reloj de nuevo y son las nueve de la noche, viene otro tren y yo lo dejo ir.

   En ese momento, suena mi celular. Veo que es mamá.

 

Mónica: mijo, ¿ya vienes para acá?

Ernesto: si mamá, estoy esperando el tren.

Mónica: bueno te vienes con cuidado.

Ernesto: claro que sí.

 

Cuelga.

   Me doy cuenta que mi mamá es muy preocupada, pero como no, si somos sus hijos, nos ama, y siempre está al pendiente de nosotros, y la verdad es que le doy gracias a dios de haber tenido unos padres que se preocupan por uno, a pesar de la edad que tenemos y todo el amor que nos han brindado, eso es lo mejor. Vuelvo a voltear al reloj que está en la parte superior de la estación, son las 9:05 de la noche y veo que viene otro tren, me levanto y espero que se abran las puertas para poder subirme. Entro y me siento en un asiento, que puedo ver fácilmente la ventana, pero que podría ver, el tren es subterráneo, a partir de la estación Washington y santa filomena, está por arriba, y puedo ver toda la calle colón.

   Cuando llego a la estación Juárez que es la siguiente de donde me subí, veo que se sube mi mejor amiga Verónica, mi amiga tan guapa, creo que también viene de la escuela, es morena, cabello largo, unos ojos hermosos color miel. Creo que estamos casi de la misma estatura, yo mido 1.71 y ella yo creo 1.66.

 

Ernesto: ¡Verónica! - le levanto la mano para que pueda verme, se acerca a mí -

Verónica: Ernesto, amigo, hasta que te dejas ver, llevo una semana sin verte.

Ernesto: ya ves, es que tengo mucha tarea últimamente.

Verónica: lo sé, lo sé, últimamente yo también y eso que acaba de iniciar el semestre. ¿Vas para la casa?

Ernesto: si, ¿y tú?

Verónica: si, la verdad es que estoy muerta y quiero dormir, estoy muy cansada.

Ernesto: lo sé yo también, pensé que saldrías.

Verónica: ¡no! hoy no. Entonces así que nos vamos juntos.

 

Mientras vamos en el camino, vamos hablando de lo que hemos hecho en la semana, aparte de ir a la escuela, al hospital, y todas esas cosas de diario. Ella es nutrióloga o bueno está estudiando nutrición. Vamos viendo la ventana, y de repente llegamos a la estación de Santuario de mártires de cristo rey. Que nombre tan largo, pero bueno así es esto. Caminamos hacia la parada del camión, tomar el 619-A para llegar a bugambilias, mientras vamos en el camión, seguimos platicando después de un rato llegamos. Nos bajamos en la pura entrada, porque no entran camiones al fraccionamiento, caminamos a pesar de que sea noche, aquí es muy seguro, así que no pasa nada por aquí.




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