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Ángel
16 de septiembre del 2015.
5 días desaparecidos.
Llevo investigando día y noche este caso, y no encuentro nada aún, espero poder encontrar algo.
Estoy muy cansado, no he dormido, he bebido café abundante, y lo peor es que el café no me gusta, lo odio, pero es la única forma de poder estar despierto. Me la paso analizando las noticias, buscar pistas, pero no encuentro ninguna.
Me siento desesperado, muy pero muy desesperado ¡maldita sea! Salgo de la oficina, Alicia me pasa el café que le había pedido, si me podría traer, camino afuera, prendo mi cigarrillo, para relajarme un poco, esto de verdad me relaja. Le doy soplos, pienso y pienso en todo, pero lo mejor será irme a casa y estar con mi madre, para que no se sienta sola.
Voy hacia mi coche, pongo la llave y arranco, mientras voy por López Mateos, veo carteles donde sea, adornos y todo eso sobre nuestra fiesta de la revolución Mexicana, a media noche fue el grito, y es una fiesta que le encanta a Roberto, espero que donde quiera que este, este bien.
Cuando llego a casa, veo que mamá se está subiendo a un taxi, me bajo del coche asustado apresurado, y me subo rápidamente al taxi.
Ángel: ¡mamá a dónde vas! – digo molesto, porque iba sola y en un taxi –
Mónica: me hablaron.
Ángel: ¿Quién?
Mónica: una señora diciéndome que tenía a Roberto.
Ángel: vas apagar el secuestro o ¿Cómo está eso?
Mónica: ¡no! Ella lo encontró apenas pudo recobrar el conocimiento, se llama Angélica.
Ángel: pero… ¿qué te dijo o qué?
Mónica: pues… recibí una llamada. Conteste…
Angélica: hola buenas tardes.
Mónica: buenas tardes.
Angélica: usted conoce a un muchacho llamado Roberto.
Mónica: si, si, ¿Dónde está? Dígame por favor – suplicándole - por favor.
Angélica: está en mi casa. Vivo por rio Nilo. Yo le diré como estoy vestida y la espero en un sitio. El la necesita.
Mónica: muchas gracias en este mismo momento salgo.
Angélica: venga por que el la necesita mucho y tráigale unos zapatos.
Mónica: claro… y así fue como paso todo.
Ángel: ¿y cómo confiaste en esa mujer? Y si es una trampa – lo digo más exaltado que puedo - mamá y si es algo malo esto. ¡Qué hubiera pasado si, te hubieras venido sola!
Mónica: no me grites Ángel, no sabes el dolor que siento, la desesperación, así que si me vas a gritar cállate.
Me callo en ese momento, creo que es lo mejor, porque estoy muy enojado, y no sé qué más podría decirle a mi madre de lo enojado que estoy. Mientras vamos en el taxi, veo que lleva observándonos desde el retrovisor durante todo el camino que llevamos aquí.
Pero no creo que sea ese estúpido taxista. En ese momento cuando suena el celular de mamá. El quita la vista de nosotros. Veo que habla con Ernesto, y en unos minutos cuelga.
Mónica: está muy preocupado, ya le dije que vamos hacia haya.
Ángel: si, pobrecillo.
En unos 45 minutos llegamos a nuestro destino, son edificios de 4 pisos, pintados de color crema, y tintos, todos son iguales.
No es una buena zona, de hecho es fea, cuando llegamos al departamento, donde la señora vive, la vemos parada ahí, es de estatura baja, cabello corto, y morena clara, lleva un vestido floreado, y un suéter negro.
Mi mamá se baja del taxi corriendo hacia ella. Yo le pago al taxi, y él se va. Pero cuando arranca veo que nos ve, pero lo único que vi en todo el camino fue su piel morena, y sus ojos pequeños. Mi mamá se detiene en la puerta del edificio, y la señora, le explica que esta ahí adentro. Mi madre y yo entramos al departamento y vemos a mi hermano acostado en el sillón inconsciente y ella suelta el llanto.