Amenaza Encubierta

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Bárbara

 

 

Mi familia se fue a casa, pero yo quise quedarme a revisar el caso, creo que ahorita es lo más primordial. No hay nadie en la oficina así que la tengo para mí solita, le doy un sorbo a mi café súper cargado que me acabo de hacer.

   Reviso el expediente de mi hermano, y no sé ni cómo hacerle para ayudarlo para seguir este caso, lo principal es encontrar al taxista, pero mi hermano es el que se encargara de esta investigación, pero siento que Ernesto como sabe infiltrarse debe de ayudarme, él debe de saber perfectamente bien.

   Él es el que más ha ayudado en la investigación, tiene a unos sospechosos, tiene el número de placas de cada uno y sabe cómo se maneja esto. Aunque Ángel no lo quiera aquí en la investigación, yo si lo quiero.

   Quiero ayudar a Roberto, quiero apoyarlo, quiero encontrar a ese desgraciado, necesito hacerlo para que mi familia este en paz en especial Roberto. Camino hacia los expedientes realizados esta semana, y descubro que hay cuatro expedientes que tratan de lo mismo sobre jóvenes en taxis drogados, y describen lo mismo.

Pero mi pregunta es ¿Por qué carajos no hacen nada? Que está pasando aquí. Los agarro y voy a la foto copiadora y copeo los expedientes, y voy rápido a donde estaban para dejarlos como si yo no hubiera agarrado nada. Las copias me las llevo en una carpeta y las meto  a mi bolsa. Apago la lámpara de mi escritorio y me voy. Camino a la salida y el policía de guardia me da las buenas noches, bajo las escaleras de la procuraduría rápidamente me subo a mi coche, prendo el motor y me voy derecho a casa.

   Cuando llego veo que están los amigos de Roberto y Nicole, saludo a todos y me voy directamente arriba, donde esta Ernesto. Le entrego los expedientes.

 

Ernesto: ¿Qué es esto?

Bárbara: son expedientes de muchachos también drogados y que describen que fue un taxista.

Ernesto: ¿en verdad? – asustado, su cara se llena de pánico -

Bárbara: yo hice esa misma cara también, tienes que leerlos. Tienes que ayudarme con esta investigación.

Ernesto: tengo miedo.

Bárbara: Ernesto ¡por dios! Eres un periodista te encanta el peligro.

Ernesto: pero… tengo miedo de les hagan daño, saben dónde vivimos, tienen su credencial, tienen sus tarjetas, las llaves de la casa – le empieza a dar un shock, y le doy una bofetada -

Bárbara: reacciona hermano – lo agarro de los hombros - tienes que estar bien, por mí y por todos, por favor quiero que me ayudes.

Ernesto: pero… pero… tengo miedo por la familia.

Bárbara: no pasara nada, no le conviene.

Ernesto: ¿crees?

Bárbara: claro que sí, tú relájate, por favor ayúdame.

Ernesto: está bien, si, lo hare.

Bárbara: todo saldrá bien, ya lo veras. Tú eres el que más lejos has llegado y tienes fotografías de todos. Tenemos que infíltranos, y tenemos que llegar a la verdad. Quiero que tu guardes estos expedientes, o dáselos a quien más confianza tengas.

Ernesto: lo pensare, creo que necesito descansar.

 

En ese momento Ángel abre la puerta alterado. Los dos volteamos alterados y asustados al pensar que haya escuchado algo. Se acerca a Ernesto y lo mira como mucho enojo.

 

Ernesto: ¿tienes algo?

Ángel: aléjate de la investigación.

Bárbara: ¡no puedes hacer eso Ángel!

Ángel: claro que puedo y no quiero a él en la investigación.

Bárbara: pero yo sí.

Ángel: ¡que no! Y punto, no quiero que le pase algo.

Ernesto: ¡tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer o no hacer! ¡Así que yo haré lo que yo quiera con tal de ayudar! – le está gritando a Ángel, apuntándole con el índice -

Ángel: no, no y no – enojado -

Ernesto: ya dije, yo también quiero ayudar.

Ángel: mira ¿estas pendejo o qué?

Ernesto: si muy pendejo y que, ¡voy ayudar dije!

Ángel: no sabes ni en lo que te metes.




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