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Bárbara
Veo el miedo en los ojos de mi hermano, nunca en la vida lo había visto así, si esto sintió Ernesto, no me quiero imaginar que sintió Roberto.
Lo bueno es que él pudo escapar, pero no me quiero imaginar la pesadilla que vivió estando ahí, no me puedo imaginar todo lo que sintió en ese momento, me conto todo lo que paso. Esta noche quiso que me quedara a dormir con él, como si fuera un niño chiquito, puedo ver mientras duerme y está un poco más relajado que cuando lo vi en la estación del tren.
Paso mi mano sobre su rostro y le quito el cabello de la cara, de solo pensar que algo le pudo haber pasado, no me quiero imaginar. Entonces pienso que tengo que hacer algo, algo para ayudar a los míos, y a toda esa gente que vive ese terror. La lluvia está muy fuerte en estos momentos, se escucha el agua sobre mi ventana. Me acomodo en la cama y cierro mis ojos hasta quedar dormida.
A la mañana siguiente, cuando despierto veo que Ernesto ya no está en la cama, me bajo rápidamente para ver donde está, puedo verlo en la cocina preparando el desayuno para los 6.
Bárbara: buenos días, ¿Cómo amaneciste?
Ernesto: mucho mejor. Creo que dormir me ayudo.
Bárbara: ¿estás seguro?
Ernesto: si, mira hasta prepare el desayuno.
Bárbara: si ya vi – sonrió – tengo algo que decirte.
Ernesto: ¿Qué paso?
Bárbara: pero quiero que este Ángel presente también.
Ernesto: ok.
A los cinco minutos esta Ángel aquí en la cocina con nosotros y le cuento lo que paso ayer en la noche, él se sorprende, se molesta tanto, y abraza a Ernesto. Eso es algo que él no hace muy seguido abrazar a las personas. Ernesto se sorprende al ver lo que acaba de hacer.
Ángel: lo bueno es que estas bien.
Ernesto: gracias, de todo corazón.
Bárbara: yo tengo un plan.
Ángel: ¿Cuál?
Bárbara: Ernesto se sabe las placas del auto, y pues puedo fingir que me voy de fiesta, prendo mi GPS y pues me subo a ese taxi, y me siguen, le pido que me lleve a un sitio y ahí lo agarran.
Ángel: ¿no es muy arriesgado?
Bárbara: si, pero es la única forma de agarrarlo.
Ángel: bueno, está bien.
Pasan las horas repasamos el plan poco a poco, hasta que se dan las 9 de la noche. Ernesto se me queda viendo con ganas de que quiere ir.
Bárbara: tú no puedes ir, es muy arriesgado.
Ernesto: ok, está bien.
Nos vamos Ángel y yo, nos vamos para el centro y llegamos a un bar de la calle donde nos dijo Ernesto que estuvo ayer.
Entro al bar y estamos bebiendo una cerveza mi hermano y yo.
Bárbara: ¿crees que esto funcione?
Ángel: es tu plan, no mío.
Bárbara: quiero ayudar en algo, quiero que de verdad agarremos a ese hombre.
Ángel: si funcionará.
Bárbara: estoy un poco nerviosa.
Ángel: es normal, ya nuestros dos hermanos pasaron por esto.
Bárbara: lo sé, y con mayor razón debemos hacer algo.
Comenzamos a platicar muchas cosas desde que me dice que está enamorado de Alicia y que estoy esperando que regrese Jorge de Canadá, hasta nuestras aventuras de niños, reuniones familiares y todos nuestros recuerdos.
Pasan dos horas y se hacen las 12 de la noche.
Bárbara: ya es hora.
Salgo del bar, y comienzo a caminar para tomar un taxi, y a buscar las placas que es a quien realmente busco. De repente veo las placas y le grito - taxi – se detiene y me subo a él.
Bárbara: buenas noches.
Taxista: señorita buenas noches, ¿para dónde va? – me sonríe muy coquetamente –