Amigas para siempre

Capitulo 31. La noticia del tiempo

Violeta

Ya eran la una y media pasadas nos teníamos que ir para despertarnos y poder despedirlo en el aeropuerto así que cada uno se fue a su casa, yo no sé los demás, pero todavía estaba viviendo con mis padres, claro que cuando nos casemos viviremos juntos.

—Y la alarma a las 9:00 de la mañana, espero levantarme a esta hora, no me gustaría que despegase sin haberme despedido de él. Buenas noches—Susurré, mis padres ya estaban dormidos pero tenía la costumbre de decir esas palabras cada vez que me iba a la cama.

Me levanté curiosamente antes de que sonara el despertador, ¿eran los nervios? Mi novio se iba y no sabía cuándo volvería así que, normal ¿no creéis?

Me vestí, bajé a la cocina, desayune un bol de yogur natural con avena, casi siempre desayunaba eso, y un zumo de naranja. Cogí mi coche y lo fui a buscar, quedamos así para que su coche no se quedara aparcado en el aeropuerto.

—Bueno.

—Bueno ¿Preparado para irte en avión?

—Siendo la primera vez que vuelo pues sí, estoy bastante emocionado ¿de verdad que no te quieres venir?

—No puedo, ya sabes que mis padres me necesitan aquí, pero cuando vuelvas nos casaremos y viviremos juntos, te lo prometo.

—Te quiero muchísimo.

—Y yo a ti también—Nos besamos y nos fuimos al aeropuerto. Cogimos las maletas, las tarjetas de embarque y todo lo demás. —Hora de despedirnos.

—Ojala pudieras venir conmigo—Nos abrazamos cerca del gran ventanal que había, donde pude observar que el cielo no estaba tan despejado como habían dicho pero tampoco había tantas nubes alrededor.

—Nos vemos a la vuelta, tranquilo, te esperaré con ansias—Nos sonreímos y nos volvimos a besar, de verdad quería que el tiempo se detuviese en ese momento, pero nunca se queda parado y el tiempo sigue sin detenerse en ningún momento.

Volví a casa después de estar ahí hasta que no podía verle más, dejé el coche aparcado delante de mi casa y entré.

—¿Ya se ha ido?—Preguntó mi madre, estaba tomando su té matinal.

—Hace media hora más o menos, estaba feliz, esta es una oportunidad única en la vida para un policía bien cualificado como él.

—Espero que tenga un feliz vuelo.

—Seguro que sí, no ha habido nubes alrededor en toda la mañana—Dije mientras subía las escaleras para ir a mi habitación. —¿Que os contáis?—Había abierto mi ordenador y hablaba con un grupo por un chat de internet.

—¿Qué te cuentas tu? ¿Ya se ha ido Oriol?—Preguntó Mauro a través de la pantalla.

—Lo acabo de dejar en el aeropuerto ya debe de estar de camino a la isla Cristal.

—¿Que hay en esa isla de interesante? A parte de su nuevo trabajo como policía claro.

—Por lo que he escuchado hace años habitaban criaturas mágicas y lugares encantados, no sé si esto es cierto poro es lo que me han dicho—Dijo Celeste.

—Cogeré el libro que me dejó ahora vengo—Salí de mi habitación. —¿Qué pasa?—Bajaba las escaleras mientras escuchaba una terrible noticia por la televisión.

—Cariño… por favor, siéntate—Me dijo mi padre, pero no le hice caso, me hundía cada vez más en esa noticia, sentía que en algún momento se me iba a parar el corazón.

—Al parecer las fuertes tormentas han podido contra el avión que iba destino a la isla Cristal esta misma mañana, los

—No puede ser, pero si esta mañana no iba a pasar nada, estaba muy feliz de ser policía en esa isla, no lo entiendo…

—Cariño…

—¡No!—No sabía lo que hacía pero quité la mano de mi madre de tal manera que la tire al suelo sin querer, estaba destrozada, me fui arriba otra vez y me encerré en mi habitación, lo único que quería era despertarme, nos íbamos a casar muy pronto, ya había planeado nuestra vida como siempre deseé, y ahora, todos mis sueños y esperanzas se reducían a cenizas porque una tormenta se había llevado al hombre que amaba.

—Violeta cielo, no han dicho que estuvieran muertos, solo que la tormenta era muy fuerte, pero sabes muy bien que hay milagros en esta vida difíciles de explicar, y que puede que sobreviva.

—¿Pero tú has visto la tormenta? Sería un milagro si sigue vivo, y espero, por mi vida que por favor haya sobrevivido…

—Cariño—Este era mi padre. —Te están llamando, es Mar.

—Ahora no quiero hablar con nadie, dejadme tranquila—Se me salían las lagrimas y ya no las podía parar, poco a poco el llanto se me presentaba más fuerte. Tenía que sacarlo de alguna manera.

—¿Mar? Hola, sí, soy el padre de Violeta, ahora mismo no puede ponerse—Lo escuchaba detrás de la puerta. —Lo sé, lo acabamos de ver en las noticias, gracias por preocuparte, sí, se lo haré saber. Adiós.



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En el texto hay: drama, amor, amistades que no se rompen

Editado: 12.02.2020

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