Miércoles 04 de noviembre 2016
—¿Por qué no te has dormido, Adam?
—Porque hay una bruja andando por mi casa. Por eso.
Llegamos al acuerdo de que me quedaría toda la noche, obvio, él no está enterado de ese acuerdo aún.
—Son las tres de la mañana, hay clases en cinco horas, ¿Se puede saber por qué no te has largado?
—No me da la gana, hasta estoy pensando en no irme. Me gusta tu casa. ¿Te interesa una homie, ogro?
Abro la nevera.
—Aquí no hay ni una puta cosa con grasa. Ni pizza, ni pan, ni nada. ¿Cómo vives?
—Eso no es saludable, hay sopa en la mesa. Cómetela —responde viendo televisión—. Ya hago demasiado con dejarte quedar, aclaro que de forma no voluntaria.
—Pero yo quiero comer algo que no sepa a saliva de viejo —ignoro lo último que dijo.
—¿Qué tienes en contra de las verduras y vegetales?
—Eso no es comida. Pidamos pizza. O tacos, algo.
Me mira mal cuando me siento en su sofá y subo una pierna, pero no me importa. Subo la otra y le saco la lengua.
—¿De dónde coño esperas que consiga algo así a las tres A.M.?
—No es mi problema.
Sube las cejas en sorpresa y cambia de canal.
—¿Qué pasa?
—Nada.
—¿Qué ves?
—Las acciones de la empresa Henderson están cayendo debido a la mala administración, ya no tienen el mismo nivel de influencia en el mundo y...
—¿Qué demonios? —me acomodo con las piernas subidas en el sofá— Los negocios nunca han sido lo mío.
—Quiero ver cómo liderarás la empresa de juguetes de tu familia entonces.
—No haré eso y ya —me encojo de hombros.
—Dudo que Hannah esté dispuesta a esa opción.
—Nadie dijo que eso importaba —le miro algo burlona—, ahora, ¿Sobre la pregunta que te hice?
—Veo las noticias, una empresa cae. Ya.
—Oh —él sube el volumen—, ¿Por qué te importa?
—¿Saber de lo que pasa a mi alrededor no es suficiente? Además, es la empresa de mi familia.
—¿Eres parte de la familia Henderson? O sea, ¿Los… esos Henderson? Siempre creí que eras hijo de algún drogadicto y una prostituta, ya sabes por tu mal humor, por ser tan hermético, siempre pensé que de niño no tenías hogar —me mira a los ojos casi haciéndome trizas— ¿Por qué das clases en una escuela? ¿Tu padre, Anthony, no quiere darte la herencia?
—Porque me da la gana —me devuelve agrio.
Sube el volumen aún más.
—¿Te enojaste?
No responde.
—¡Adam!
—Jodida loca —susurra y boto mi sorpresa con una risa— ¿Qué te apetece, bruja?
—¿Te enojaste?
—No, solo dijiste que mi madre era una prostituta y mi padre un drogadicto, no tengo razones para estarlo.
—¿Estás en tus días?
Rueda los ojos.
—No me gusta vivir a costillas de mi familia, por eso. No como otros —me mira.
—Yo no vivo a costillas de mi familia.
—Dime tus ingresos.
—Hace nada gané cinco mil grandes.
Se me queda mirando perplejo.
—En carreras y se los regalé a alguien.
Sube una ceja.
—La siguiente vez estoy aquí, por si no quieres los cinco mil..
Nos reímos un montón.
—¿Entonces no vives a costillas de tu madre?
—No… bueno sí. Soy menor, así que sí, pero en cuanto cumpla 18 me independizaré.
—¿Y qué harás? ¿Serás sicaria? Porque dejaste claro que no heredarás la juguetería. Tienes madera para el sicariato.
Golpeo su hombro —No me tientes.
—Bueno, si no quieres no lo hagas, a lo de encargarte de la empresa, me refiero.
—No lo haría, aunque me dijeras que sí.
—Créeme, es mejor hacer algo que no quieres porque quieres, que dejar que te obliguen. Pero cuando hagas algo, dalo todo.
—Me aburre darlo todo —respondo con una mueca—, doy lo que puedo, simple.
No me responde.
Solo volvió su mirada hacia la pantalla y se concentró en ella. Se veía estresado, tenía el entrecejo completamente arrugado, ¿Acaso nunca dejaba de ser un cascarrabias?
—Hey, cascarrabias a tiempo completo, tengo hambre.
Me ignora y refunfuño indignada.
—Tengo hambre, ogro.
Seguía haciéndolo.
—Tengo hambre, tengo hambre. ¡Adam, hambre!
—Sopa, mesa, ve.
—Neandertal —me paro enojada.
Camino hasta la mesa esa, y aunque los efectos habían cesado de por sí, aún podía sentirme algo flotante. Odio la sopa desde niña, ¿Para qué quiero comer agua saborizada y salada? No tiene sentido, pero igual me siento frente a ella.
—Jodida sopa —murmullo —¡Para que sepas, tampoco me gusta la sopa que hiciste! —ni se inmuta.
A años de no haber probado comida casera caliente, sino la fría que Lissy me guardaba en el microondas, la sopa sabía bastante bien.
—¡Adam…!
—¿¡Sabe horrible!?
—Terrible…
Adam ha cocinado para mí, sé que es para mí. Su plato de sopa está guardado, ni siquiera la ha tocado. Pero sé que la hizo por mi resaca, para ayudar a mi cuerpo a sentirse mejor… Adam hizo esto por mí y mi bienestar. ¿Qué demonios le pasa? ¿Cómo se atreve a hacerme sentir de esta manera?
¿Se volverá rutina ser cuidada por él? Sé que puedo acostumbrarme…
Mientras me como la sopa lo miro directamente. Puedo ver su perfil, porque está fijo mirando la televisión de enfrente. Su cuerpo ahora más relajado se ve tentador, como siempre, y me quedo embelesada contemplando. Sin embargo, la puerta y su rechinar al abrir me interrumpen.
—¡Adam! —el chico castaño de aquella vez, aquel que se me acercó entra y entonces su voz rompe el silencio de la madrugada —¡Violet y yo… nos acostamos!
Como estoy en la parte de la cocina, él chico no me ve, sino que está concentrado en Adam quién sí está en la sala principal. Me quedo pendiente desde el inicio, porque ¿Quién es esta Violet? ¿Será la actriz aquella? ¿Por qué tendría que decirle a Adam si se acostó o no con esa chica?
#2286 en Novela contemporánea
#17274 en Novela romántica
profesor alumna deseo pasion, amor odio aventuras rencor bromas pasado, adolescentes euforia malas decisiones
Editado: 30.09.2023