Martes 15 de noviembre 2016
Adam Henderson
—Buenos días.
Ella me mira sonriente y apaga la tv. Entro a su habitación lentamente y el ambiente se ve más tranquilo que la última vez que estuve aquí. Me hace sentir en paz saber que las cosas al menos se están volviendo pasables para ella.
Supongo que el ambiente es como estaba ella y ella está bien si su madre estaba bien… Así que deduzco que su madre ha mejorado.
—Me alegro de verte —me abraza y sonríe— ¿Mamá te abrió la puerta, Adam?
Asiento. Siempre le agradé a su madre.
—Creo que ella aún espera que nos casemos.
—Se va a quedar esperando eso —me dice—, cuando yo me case el mundo se detendrá.
—Ella quiere nietos.
—Si esos no los venden en Walmart no puedo complacerla.
Reímos.
—Hoy es mi día libre —me muestra cómo va vestida—, un hermoso conjunto, ¿No?
Una camisa vieja hasta un cuarto de sus muslos y unas pantuflas.
—Muy tú. Justo como en los viejos tiempos.
—En los viejos tiempos no los tendría puestos si estabas presente.
Me comienzo a desplazar a través de todo el lugar mirando algunas de nuestras fotos juntos —¿Cómo sigues?
—Lo mismo, trabajo —caminamos hasta su cama y nos acostamos ahí para hablar—, universidad, poco tiempo para mí…
—Pero tiene un pago —le digo.
—Es lo mismo que te dije a ti cuando la situación era inversa. Tú en la universidad, deseando trabajar… yo en el trabajo con los Russo, queriendo estudiar. Ahora tú trabajando y yo estudiando. Cómo cambió todo, ¿No?
Se ve igual de hermosa que como la recuerdo. Su cuerpo sigue siendo delgado y tierno, sus labios igual de rosas y su pelo totalmente perfecto, pero ahora se ve más… triste. Quizá por la situación.
Unas bolsas tiran de sus ojos; debe estar agotada.
—Cuando ellos me despidieron sentí que mi mundo se vino abajo —quita las fotos de mi mano; en una de ellas estábamos los dos junto a su madre… que recuerdos. En serio fuí feliz con ella—. Al menos los Russo tenían un seguro de vida mejor que los Bloom.
—¿Por qué sigues ahí, Elizabeth?
Me golpea el hombro divertida —No me llames por mi nombre completo.
—No tendrán buen seguro de salud, pero la paga es buena —digo.
Su casa es pequeña, pero a mí me trae tantos buenos recuerdos de mi adolescencia… con Lissy.
La amé con locura puberta.
—Si hubiese estudiado como dijiste y como quería, justo cuando nos graduamos de la secundaria, mamá y yo no estaríamos viviendo en esta casa… tendría más dinero para tratamientos y…
—Lissy —la interrumpo y la tomo por los hombros—, no estudiantes en la beca que el abuelo te consiguió porque tenías que cuidar y trabajar para tu mamá. No te tortures, Lis. Hiciste lo que pudiste —beso su frente—, más que eso, hiciste hasta lo que no podías. Ella está aquí debido a tus sacrificios, agradécete.
—Lo sé… pero trabajar limpiando casas no es suficiente para las quimios, las radio, sus terapias, sus medicamentos, los honorarios del doctor —cierra los ojos con cansancio—, no le puedo dar lo mejor, ella siempre me dio todo y ahora yo no puedo dárselo a ella y…
—Podrías aceptar el trabajo en la empresa de Anker, tiene un buen seguro. Solo digo, es una buena oferta.
Niega lentamente.
—No viniste aquí a ofrecerme el trabajo de secretaria de Anker otra vez, lo sé. Tenías meses sin venir y luego de los dos encuentros aquellos post ruptura con Violet no te habías acostado en mi cama. Así que habla, Adam.
Es divertido verla tocar esos temas y esquivar otros con facilidad.
—Me gusta una chica.
Suelta una carcajada —Venir donde tu ex no es la mejor forma de llevar esa situación, confieso, pero ¿Qué tengo que ver con eso?
—Que es la chica para la que trabajas —guarda silencio—, trabajas para la casa Bloom y me gusta la hija de Hannah. Ella es.
—¿Clover? —se sube sobre sus codos para verme, dejando el resto de su cuerpo recostado sobre la cama— ¡¿Esa Clover?!
Asiento.
Yo nunca le corro a mis responsabilidades, ni oculto las verdades. Después de todo, ¿No es mejor una verdad agridulce, que una mentira que solo te lastimaraá más por dentro? ¿Acaso no es lo primero preferible?
La verdad es que… me siento tentado a la segunda en el fondo.
—Clover es Clover, Adam.
Comprendo el peso de sus palabras —Lo sé.
—¿Entonces?
Suspiro con cansancio interno.
—Que Adam es Adam —le contesto.
—Es decir, terco como una mula.
—Exacto.
—¿Debo preocuparme de que te metas muy hondo?
—Sabes qué tengo mis límites, no debes preocuparte, Lis.
Quedamos en silencio.
—¿Qué planeas hacer?
—Querrás decir: ¿que ya hice?
—Ella está en el hospital ahora, Adam —se sienta a mi lado rápido—, la señora Hannah ha estado estos días con los nervios de punta. Toma más pastillas que Snoop Dog. La escuché discutir con alguien sobre su exesposo. Clover tiene muchos problemas ya.
—No seré un problema más, Lissy.
—No me refiero a eso —me mira fijamente—, no es que seas un problema para ella. Es que ella ahora mismo significa muchos problemas para ti.
—Lo sé también.
—¿E igual irás tras ella?
—Supongo —le respondo.
Lissy se vuelve a acostar y sin verme responde.
—Nunca luchaste por mí.
—¿A qué te refieres?
—Cuando terminé contigo nunca me pediste volver, ni me buscaste —dice—. Nunca tuviste esa seguridad en tus ojos.
—Quizás estoy cometiendo un error —digo con cierta diversión.
—Quizás no, estás cometiendo un grave error, querido.
Acaricio su pelo con ternura.
—Estoy más allá del punto donde se puede dar vuelta en U. Estoy muy lejos del punto de retorno.
—Será un salto al vacío, entonces.
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Editado: 30.09.2023